Coldeira, la vida en el arco
"Chispa" es uno de los tandilenses que trascendió en el fútbol profesional. Se fue a Arsenal de Sarandí en 2008 y vivió la llegada a la élite del club de los Grondona. Hoy, forma parte del cuerpo técnico de Almagro.

Diez años en el fútbol profesional ponen a Jesús Hernán Coldeira en un lugar preponderante dentro de los tandilenses que trascendieron fuera de la ciudad. Desde que partió en 1998 para jugar en Arsenal de Sarandí, hasta su retiro en 2008 en Deportivo Español, el arquero actuó en equipos del área metropolitana. Nueve de esas temporadas fueron en el ascenso y una, la 2002/2003, en la categoría principal con el club del Viaducto.
“Chispa” repasó su trayectoria con este Diario y contó su actualidad, en la que forma parte del cuerpo técnico de Almagro. De sus orígenes, recordó que “mis inicios fueron en San José, iba al colegio y jugaba en el club. Pasé a Newbery, donde mi papá tenía la cantina, hasta que el club dejó de participar en la Liga Tandilense de Fútbol y ahí me sumé a Santamarina, con edad de Quinta División”.
-¿Siempre al arco?
-Sí, aunque en Newbery a veces jugaba adelante. Después, ya me decidí por el arco.
-¿Qué referentes tenías en el puesto?
-Miraba mucho a los arqueros que había en Tandil, como José Ducca, Caffaro, la “Pantera” Rodríguez y el “Loco” Gómez, que atajaba en Newbery, el equipo del que siempre fuimos hinchas.
-¿Cómo fue que pasaste por clubes de Buenos Aires en tu etapa formativa?
-Estando en Santamarina, me salió una prueba en Vélez y estuve un año en el club. De ahí fui a Independiente de Avellaneda, donde pasé dos años. Me fui de Tandil habiendo debutado en Primera, en un octogonal amistoso que hacía Estación Quequén de Necochea. Y volví después de quedar libre de Independiente.
-¿Te tocó compartir con jugadores que después hayan trascendido a nivel nacional?
-Sí, en Vélez con Cristian Bassedas, entre otros. Y en Independiente, de la clase mía estaban Gustavo López, Pablo Rotchen, “Pipa” Cassano. Antes de que yo llegara había jugado Javier Zanetti, que también es ’73.
-¿Al volver a Santamarina sentiste que habías perdido el tren del fútbol profesional?
-Venía de quedar libre, no estaba en un buen momento. A principios del año siguiente empecé a estudiar Educación Física y Luis Petrucci, que era nuestro técnico, me convenció para meterle para adelante. Empecé a tener buenos torneos y a ser considerado para los regionales.
-¿Uno de los saltos fue ir a Grupo Universitario, en aquellos comienzos del Argentino A?
-Claro, al comienzo fue con el “Negro” Conti como técnico y después con Horacio Rodríguez. En esa segunda temporada vinieron el “Ruso” Siviski, Carlos Amodeo, el “Tano” Leani. Y trajeron a Jorge Gregorutti, que había atajado en Primera en Gimnasia y Esgrima La Plata. Él llegó un viernes y el torneo empezaba el domingo. Me tocó jugar de entrada y nunca más salí.
-¿Fue un equipo que se empezó a desmantelar con el correr de la competencia?
-Richard (el presidente Ricardo Zarini) empezó a quedarse solo, se hizo difícil mantener el equipo. Se fueron jugadores, se nos hizo larga esa temporada con los viajes. Lo tomo como una experiencia linda, porque lo que uno quería era jugar.
-¿Eran aquellos viajes en auto?
-Nos daban los autos de Cerromotor, de Renault. íbamos manejando nosotros, directamente a jugar. Si no, viajábamos en esos colectivos chiquitos, todos apretados. Terminó siendo insostenible.
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La puerta de Arsenal
-¿Cómo se dio volver al fútbol de AFA, en Arsenal?
-Me salió una prueba, en el ’98. Yo estaba jugando el torneo local con Grupo, la vez que le ganamos la definición a Velense, en el estadio. En esa época iba a entrenarme a Buenos Aires de lunes a viernes, y los fines de semana volvía para jugar en Tandil. Quedé en Arsenal, aunque sabía que iba a ser difícil ganarme un lugar, porque no veía muchas chances. Mi viejo me dijo “aprovechala, porque puede ser la última”. Yo tenía veinticuatro-veinticinco años.
-¿En qué momento estaba Arsenal?
-Estaba consolidado en el Nacional B y empezaba a tener aspiraciones para pelear arriba.
-¿Te costó ganarte un lugar?
-Los primeros seis meses jugué algunos partidos en Reserva, y en el segundo semestre me tocó debutar en Primera.
-¿De la manera menos esperada?
-Fue medio increíble. El titular era Rubén Urquiza y el suplente “Chicho” Gaona. Yo iba al banco en algún partido. En la segunda parte del torneo se lastimó “Chicho” y me tocó ir al banco, contra Morón a las 11 de la mañana, en el televisado. El viernes nació mi primera hija y el domingo jugábamos. A los 5 minutos, gol de Morón y se lesionó Rubén. Me tocó entrar y ganamos 2 a 1.
-Titularidad ganada, podría pensarse.
-Pero el “Chaucha” Bianco, que era nuestro técnico, lo exigió a Gaona para que volviera, en la fecha siguiente contra Central Córdoba de Rosario. Jugó él y perdimos 4 a 1, el típico partido que te llegan seis veces, te hacen cuatro golazos y te pegan dos tiros en los palos. Y al siguiente fin de semana jugábamos con Quilmes, dueño del pase de “Chicho”, así que era mi oportunidad.
-¿Primera vez como titular y valla invicta?
-Ganamos 3 a 0 contra Quilmes, que encima para Arsenal es un rival clásico.
-¿Qué pasó ese día con el arquero rival?
-En el resumen del programa El Nacional, mostraron la arenga de Quilmes. Cuando estaban por salir a la cancha, el arquero que creo era Fazio les dijo a los compañeros “pateen al arco, que a este arquero no lo conoce nadie”.
-¿Qué pensaste cuando lo viste?
-Me reía, pero por otro lado él tenía razón. Es lo que todos pensamos cuando un arquero es debutante o tiene pocos partidos. El tema es que yo tenía experiencia de haber jugado acá en la zona, en torneos Argentinos, de haberme cruzado con gente grande. Ya tenía cierto recorrido.
-¿Cómo terminó esa temporada?
-José (Bianco) me bancó, estuve cinco partidos sin recibir goles y terminamos segundos en la zona, atrás de Chacarita. No nos dio para ascender, pero me permitió consolidarme.
-¿Siempre fueron protagonistas hasta ascender?
-Hubo buenas campañas, estuvimos cerca hasta que se dio en el 2002.
-¿Cómo fue esa temporada 2002-2003, ya en Primera?
-Nos salvamos del descenso faltando un par de fechas para el final. Nos tocó vivir cosas hermosas, como ir a cancha de River, empatar 2 a 2 con el Boca de Bianchi en La Bombonera. No llegué a jugar, porque “Ale” Limia se consolidó en el puesto, pero lo disfruté desde el lugar que me tocó ocupar. Entonces, evalué la posibilidad de salir del club para tener continuidad, y así volví al Nacional B en Defensores de Belgrano.
El club de Grondona
-¿Llegaste a tener trato con Julio Humberto Grondona?
-Sí, con toda la familia. Don Julio era uno más, un tipo que siempre te demostraba su simpleza. Siempre me lo cruzaba con Diego Puissant, que en esa época trabajaba con él.
-¿Arsenal era muy ordenado gracias a los Grondona?
-En ese momento era un club familiar, donde no faltaba nada gracias a la forma en que estaba organizado. Arsenal fue de menor a mayor. Muchos piensan que por el poder de Don Julio, de un día para otro iba a subir. Lo hizo peleándola, a pulmón. Una vez que ascendimos, jugamos en otras canchas hasta que se hizo la nueva. Siempre se daban pasos para crecer.
Ascenso puro
-¿Qué equipos te tocó enfrentar de los que te impactara la hinchada?
-A Chacarita me tocó vivirlo como rival y estando ahí. Esa hinchada es impresionante, sobre todo con el equipo andando bien. Quilmes, Instituto, Chicago son otros que siempre llevan mucha gente.
-¿En Chacarita te tocó un momento complicado?
-Claro, porque el club descendió de Primera y cambió todo. Había pibes de Boca, con Heber Mastrángelo de técnico, y estaba el “Flaco” Vivaldo. Él me dijo de ir. Después el “Flaco” se fue en conflicto con el club y me tocó jugar los últimos partidos. Nos salvamos de bajar a la B Metropolitana con lo justo. Le ganamos por penales a Defensores de Belgrano y en la Promoción empatamos los dos partidos con Platense, pero ahí teníamos ventaja deportiva y mantuvimos la categoría.
-¿Son comparables las alegrías del ascenso con Arsenal y de salvarse con Chacarita?
-Con Arsenal, jugué toda la primera parte y después me tocó salir. Agarró la titularidad Limia y se consolidó. Fue una alegría inmensa, porque éramos un grupo que venía de varios años juntos. Con Chacarita fue al revés, terminé siendo titular. Y fue un gran desahogo, por salvar del descenso a un club tan grande.
-¿Qué te dejaron los otros clubes en que jugaste en AFA, Defensores de Belgrano, Los Andes y Deportivo Español?
-Defensores era parecido a Arsenal, un club medio familiar. Se armó un lindo equipo, jugaba “Pepe” Sand, que estaba a préstamo de River. Los Andes y Español fueron en Primera B, el ascenso más puro.
-¿Ahí te retiraste?
-No me salió ninguna posibilidad después de Español y justo me convocó “Leo” Ramos para integrar el cuerpo técnico de Brown de Madryn. A los seis meses volví a Arsenal para trabajar en la Reserva.
-¿Se dieron posibilidades de volver a Santamarina?
-Estuvo la chance, antes de ir a Los Andes. El tema es que yo no quería hablar de plata con un amigo como Diego Puissant. Entonces, yo quería que me llamara el presidente, que en ese momento era Marcelo Cifuentes. Nos íbamos a poner de acuerdo sin problemas, pero se demoró y apareció Los Andes.
-¿En Tandil te sentís más identificado con Santamarina o con Grupo?
-Con Santamarina a nivel local y con Grupo a nivel regional. Santamarina me dio la chance de hacer inferiores y debutar en Primera, pero en el club nunca jugué un Regional. Además, lo agarré en una época complicada en lo económico, al punto que jamás cobré un peso por jugar. En Grupo cobraba, lo mismo que las dos veces que fui a Huracán de Tres Arroyos o cuando pasé por Jorge Newbery de Lobería.
-¿También tuviste un paso por Ferro?
-Sí, un Regional con el “Pato” Gárate de técnico. Fue una experiencia hermosa, más allá de la rivalidad con Santamarina. En Tandil nos conocemos todos y muchos pasamos por los dos clubes.
-¿A niveles regionales viste jugadores que podrían haber llegado más alto?
-Muchos. Me acuerdo de Daniel Chávez, el delantero de Brown de Arrecifes, tremendo goleador. En Aldosivi por ejemplo estaba Pablo Corti, que también tenía condiciones para haber jugado en alguna categoría más arriba.
Del otro lado
-¿Fue complicado el retiro y el cambio de pasar a integrar un cuerpo técnico?
-Me costó. Al principio, seguía pensando como jugador. Con el tiempo, fui corrigiendo esas cosas.
-Dirigiste, fuiste ayudante de campo y entrenador de arqueros. ¿Con qué te quedás?
-No le agarré tanto el gusto a la dirección técnica. Me identifiqué a pleno con la función de entrenador de arqueros.
-¿Ves un partido y ponés especial atención en los arqueros?
-Les presto atención, pero tampoco es que les saco todos los defectos. Una cosa es resolver la situación en el momento y otra verla desde afuera.
-¿Ya tienen el cuerpo técnico consolidado con Esmerado?
-Con el “Gato” estuvimos en Brown de Madryn, que peleamos el ascenso. En Temperley, que descendimos después de una primera parte buena. En Almagro también bien, en Chicago pocos partidos y volvimos a Almagro, donde estamos cómodos e identificados.
-¿Es un grupo de amigos?
-El “Gato”, Alejandro Limia y yo concentrábamos juntos en Arsenal. Compartimos mucho tiempo juntos, una amistad de años.
Cosas de arqueros
-¿Cuál fue el mejor arquero con el que compartiste plantel?
-“Chicho” Gaona tenía un gran nivel, mucha proyección y lo terminó cumpliendo. Y el “Flaco” Vivaldo, un fenómeno. Él llegó a Chacarita después de haber estado a punto de jugar en Boca. Bianchi lo iba a llevar y se terminó yendo después de haber perdido la Copa Libertadores con Once Caldas. Ahí agarró Brindisi y eligió a Medrán, de Atlético de Rafaela.
-¿Vivaldo era el opuesto a vos en cuanto a características?
-Sí, Vivaldo era como Gatti. Yo fui mucho más tradicional, trataba de ser regular. Intentaba ir a la segura, no complicarme ni hacer nada raro.
-¿Cómo ves el nivel de los arqueros de la selección?
-Aparecieron dos o tres pibes, que están en Europa y jugando bien, como son los casos de Musso, Martínez y Marchesín. Eso da tranquilidad de que hay variantes. Encima están Andrada y Armani siempre en buen nivel. Al “Flaco” Andrada lo conocí en Arsenal, cuando Lanús lo dio a préstamo, y es un fenómeno. Estamos bien cubiertos en el arco.