La chica de la butaca derecha
Ana Karina Cúccaro fue parte del público cuando se corría TC en el Circuito Semipermanente de Tandil, según dicen, distinto a cualquier otro de la Argentina y por eso lo llamaban el Nürburgring Argentino. Sus lugares preferidos para ver la carrera cuando tenía ocho años eran las “eses” de Don Bosco a pocos metros de la largada, luego la curva Del Gallo y más tarde en boxes. Ya como acompañante en TC no pudo correr en Tandil ya que la última carrera fue en marzo de 1992 y ella comenzó en noviembre de ese mismo año. El accidente fatal de Mouras y muchas cosas más…

Está casada con Mariano Vaccaro desde hace 27 años con quien tiene dos hijos, Mariano (24) y Valentino (18) y aunque como dato anecdótico cuenta que no le gusta cocinar nos convidó con café y unos brownings deliciosos: “Pero no más, confiesa, no es lo mío”. Es que lo suyo antes de la cuarentena era hacer cursos de todo lo que le gusta. Hace años hizo uno de periodismo y trabajó en El tablón, donde había tres mujeres escribiendo sobre fútbol, boxeo y ella sobre automovilismo. También le atrae la decoración de interiores por eso hizo entre otros, ese taller. Ahora, obligada por la cuarentena, sale a caminar tres o cuatro veces por semana, organizándose con compras y trámites.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailNos recibió el living de su casa dispuesta a contarnos aquella aventura de subirse a un TC para ser parte de ese mundo de tuercas y fierreros en la década del noventa, donde le daban vida y pasión desde la radio las transmisiones de González Rouco por Carburando o de Legnani por Campeones. En Tandil, como en tanto circuitos del país, esta categoría se vivía de una manera folclórica, con las tradicionales acampadas de los que venían antes para vivir desde temprano el domingo y luego preparar el asado. Una época que en Tandil concluyó en marzo de 1992, con la última carrera.
-¿Cómo fue tu acercamiento al TC?
-Papá era mecánico e íbamos a ver automovilismo, pero nunca entró en esta cosa que tenían los talleres de preparar un auto. No, pero me llevaba desde chica, también iba con otras personas o un amigo de papá. Me encantaban los autos y siempre dije que iba a correr de acompañante. Mamá me dijo “ni se te ocurra avisarme”. Tenía terror a la velocidad. En 1990 me hice amiga de un muchacho que conocía a “El chino” Rodríguez Canedo; ya, para ese tiempo iba a boxes en el circuito y le pedí que le comentara que quería ser su acompañante, eso fue en 1991. Prometió llamarme al año siguiente y así lo hizo, allá por septiembre me mandó a decir que iba a cumplir con su promesa.
-Me imagino tu alegría.
-Sí, no tenía idea de lo que era ser acompañante. Me quería subir a un TC, como te contaba, desde chica y dije sí.
-¿Tuviste que hacer un curso o algo similar?
-Un par de trámites, conseguir la licencia médica, obtener el grupo sanguíneo y mandar todo. Tenía 23 años.
Un silencio que dolía
-¿Qué recordás de tu debut?
-Fue el 22 de noviembre de 1992 en Lobos donde viví el día más feliz y el más triste, no importó que no fuera hincha del Chevrolet ni de Mouras.
-Contame.
-Ganamos la serie con “El chino” Rodríguez Canedo y largamos la final detrás de Roberto Mouras y de “El chueco” Romero, justo una vuelta antes nos habíamos quedado y a la siguiente fue el accidente. Nosotros estábamos a quinientos metros de donde ocurrió y vimos cuando el auto voló…
-¿Qué recordás de esos momentos? ¿qué hacía la gente?
-Nosotros nos enteramos enseguida porque alguien nos comentó: “Roberto murió”, pero no se decía nada por la mamá, una persona mayor. Esperaron. A instantes del accidente, te podría decir, salvo el sonido de la ambulancia todo quedó en silencio, la gente comenzó a levantar las carpas, a juntar todo y no volaba ni una mosca. Era un silencio que dolía y a las dos horas más o menos dieron la noticia. Fue tremendo.
-¿El accidente no te hizo pensar sobre los peligros del automovilismo?
-No. En ese momento no, quizás por mi entusiasmo de querer correr, pero para nada. Es más. Cuando llegué el sábado a Lobos, antes de la carrera, no conocía a la gente del equipo y los chicos me preguntaban “¿Estás segura que te vas a subir? Si no estás segura tenemos que llamar a otra persona”. Pero yo estaba muy feliz.
-¿Siempre te gustó la velocidad?
-Me gustó y me sigue gustando (risas)
Mujeres en el TC
-¿Seguiste corriendo con “El chino”?
-Siempre corrí con él, en el ´93 y ´94.
-¿Alejandra Malisia era la acompañante de su papá “Pepino” en ese momento?
-Claro, incluso yo iba al taller (de Malisia) para que “Pepino” me explicara el funcionamiento de los relojes, entre otras cosas.
-¿Cuál es el rol del copiloto a bordo del auto?
-En ese momento se controlaba temperatura de agua y aceite, termocupla. En una carrera en Santa Teresita nos quedamos sin frenos y tuve que ir regulándolo desde adentro.
-¿Te acompañaba tu familia a las carreras?
-Nunca.
-¿Por qué?
-Bueno, mi mamá ya me lo había dicho. Una vez me acompañó mi hermana que es mucho más chica que yo y no creía que corría. La llevé y tampoco me pudo ver porque se quedó dormida en la casilla. En cuanto a papá, tampoco me quiso acompañar. Ellos se conocieron cuando él jugaba al futbol de arquero. Era muy chico cuando empezó a correr de acompañante en Turismo del ´40 con “Farolito” Giménez, pero no fue mucho tiempo. De modo que tuvo un breve pasado automovilístico además de ser mecánico, pero nunca me dijo nada.
-En esa época había algunas chicas como acompañantes ¿A qué debía?
-Se buscaban que fueran livianos. En ese momento pesaba 48 kilos y era el boom de las mujeres acompañantes. Por ser un mundo de hombres siempre me trataron bien y el equipo, con gente de todas las edades, me cuidó mucho.
-¿Tenías que entrenar físicamente y hacer algún tipo de dieta?
-No. Ahora son más profesionales en el tema del deporte y los cuidados.
-¿Había camaradería entre las mujeres?
-Sí, me daba mucho con Ana González, corría de acompañante con Rubén Salerno y en esa época estaba la hija de Eduardo Marcos y Alejandra Malisia.
-¿Eran accesibles los corredores o se hacían las estrellas?
-Con algunos tenés más relación que con otros. Hasta ahora estoy en contacto con “El chueco” Romero de Olavarría, Edgardo Lavari que es de Tres Arroyos y vive en Buenos Aires y de acá de Tandil con “El tano” Pernía.
-¿Corriste con él?
-No. Me subí una vez en Buenos Aires en el autódromo en pruebas de clasificación, pero con Aldo Orsatti. Con “El tano” sabía irme a las carreras desde acá porque mi equipo era de Chivilcoy y “El chino”, de Buenos Aires. De modo que me tenía que organizar para ver con qué me iba desde Tandil, o tomaba el micro
Un deporte de hombres
-¿Preferías los circuitos, la ruta?
-Me gusta la carrera en ruta, acá la última fue el 8 de marzo del ´92 y el sábado, antes de entrar a la verificación técnica, probando en la ruta 30 se mató Ramón Aldana. Ya habían empezado a sacar varios semipermanentes. Me encantaba el semi permanente de San Lorenzo en Santa Fe. Era mi lugar preferido. Obviamente acá me hubiera gustado correr pero cuando empecé ya no estaba.
-¿Cómo es el mundo del TC y TN? ¿actualmente los seguís?
-Todo ha cambiado mucho. TN miro de vez en cuando, lo sigo a Agustín Herrera que es el sobrino de “El chueco” Romero y el TC… no es lo mismo. Antes era mucho trabajo de los mecánicos en los talleres, se hacían peñas y ahora es mucha tecnología. Antes era un trabajo más artesanal. Ahora mirás a los autos y no sabés si es Ford o Chevrolet, no distinguís las trompas ni las colas, antes sí.
-¿Continua siendo un mundo de hombres?
-Sí, no hay mujeres corriendo y los acompañantes se sacaron.
-¿Por qué te parece que en este deporte poco se destacan las mujeres o no corren?
-En el TC Mouras estaba corriendo Julia Avalario y Karina Doval en rally. Donde se ven chicas o nenas es en el karting… las futuras generaciones (risas).
-En F 1 tampoco hay mujeres, si o me equivoco podría llegar a correr en esa categoría Tatiana Calderón pero siempre, por decirlo de algún modo, jugamos en minoría.
-Lo veo más como un deporte de hombres.
-¿Por qué dejaste de correr?
-En el ´94 iba a La Plata y decidí quedarme en Tandil. Estaba mal, no tenía ganas y sucedió el accidente del “Pato” Morresi y de “Jorgito” Marceca que era mi mejor amigo. Allí decidí no correr más. El buzo antiflama que yo usaba me lo había dado él y lo tengo guardado como uno de mis recuerdos más queridos.
-¿Tuviste un presentimiento y por eso no viajaste?
-Quizás, algo así, fue tremendo.
-¿Tenías novio en ese momento?
-Sí, ya estaba con Mariano (su marido hoy) y le dije “Va a llamar ´El chino´. Mentí: ´Estoy enferma¨”. Estuve muchos años sin ir ni ver una carrera porque me hacía muy mal.
-Es un deporte de riesgo, nadie lo duda, pero el que lo lleva en la sangre…
-A mamá, que era la que más miedo tenía le decía, “si me va a pasar algo puede ser también al cruzar la calle”. No tenía miedo en ese momento, pero sí noción de que era un deporte de riesgo.
-¿Qué hacías en aquellos tiempos?
-Estudiaba y trabajaba: Administración agraria en el INTA y trabajaba en el Registro Automotor.
-¿Terminaste la carrera?
-Me quedaron cinco materias. En el ´95 quedé embarazada de mi hijo mayor, retomé dos años más tarde, tenía unos cuantos finales atrasados y luego la carrera se cerró. Me hubiera gustado terminarla aunque sigo trabajando en el rubro porque mi marido está en el campo.
-¿Te hubiera gustado estar al mando de un TC?
-No, siempre pensé que iba a ser acompañante y con eso me sentía conforme y feliz: estaba en la butaca derecha.
-Es un deporte caro.
-Siempre lo fue, actualmente un TC de punta, debe salir un millón y medio por carrera.
-¿Dónde se te puede encontrar por internet?
-Hace dos años que estoy en una página, El TC que yo viví, de la época de los noventa.
-¿A quién admirabas y de qué marca eras hincha?
-Muy fanática de Ford aunque corrí en Chevrolet. En aquella época, cuando era chica, admiraba al “Vasco” Oyhanart, “El pincho” Castellano. Después había un par de pilotos, “El chueco” Romero que empezó con Dodge y allí me hice hincha de él y amiga y Edgardo Lavari, también con Dodge… pero hincha de Ford.
-Te hubiera gustado ser navegante de rally?
-No, me gusta mirarlo pero no lo pensé nunca. Otra cosa que después de la muerte de Ayrton Senna se terminó la F1 y no la miré nunca más.
Ya finalizando la nota Karina no cuenta que en su debut no se entregaron premios ni distinciones y que lo único que guarda de recuerdo es un plato que le entregaron en una carrera organizada por la Policía Bonaerense. En cuanto a lo que le dejó su experiencia juvenil siendo la chica de la butaca derecha confió que fueron los buenos amigos. Que no es poco.