La Vidriera
La directora
Annele Moroder creció en una familia donde la música era una integrante más y cantar era una actividad natural. Aprendió a leer música casi al mismo tiempo que comenzaba su educación formal en la escuela. El estudio ha sido una constante en su vida como su labor docente. Desde que su padre, Bernardo Moroder, se jubiló, ella es la directora del Coro Estable de Tandil. Un orgullo citadino.
El único concierto presencial que brindó el Coro este año fue en Semana Santa, después de ensayos en burbujas, audiencia con protocolo y coreutas con barbijos. Nos cuenta Annele que sintió una felicidad enorme después de tanto tiempo. También habla de lo que extraña y del 2021, al que percibe difícil.
Recibí las noticias en tu email
-¿Por qué elegiste la música coral para tu vida?
-Canto en coro desde siempre. Primero en casa, en la familia; mis padres hacían las voces graves y mi hermana Guillermina y yo cantábamos soprano y contralto. O a dúo con ella. De muy chicas, te estoy contando. De hecho, cuando venía algún pariente o amigo, la gracia era que las nenas cantaran (risas).
Luego pude participar el último año de la Cantoría del Buen Pastor que dirigía “Coti” Orbe, cuando tenía 8 y, finalmente, empecé a cantar en el Coro Estable.
Cuando fui a estudiar a La Plata, obviamente entré al Coro Universitario porque a Luis (Clemente) lo conocía también de mi casa, era muy amigo de mis padres.
Así que el cantar en coro fue una actividad absolutamente natural para mí, tanto que no me imaginaba en esa época que dirigir fuera algo que había que estudiar. Eventualmente lo descubrí y, con el estudio, son inmensas las posibilidades que uno descubre cuando se adentra en un campo del conocimiento. Cuánto más aprendés, más querés saber y te das cuenta ¡de que no sabés casi nada!
Y así, mientras estudiaba otra carrera, empecé a dirigir y supe que esa era, para mí, la mejor manera de expresarme artísticamente.
…