Martens, un león que no deja de rugir en el fútbol
Es uno de los tandilenses que incursionó en el profesionalismo y redondeó una trayectoria que lo llevó por canchas de todo el país. Enfrentó a los grandes, fue sparring del seleccionado nacional que dirigía Passarella y apareció en una lista de Bielsa, aunque su convocatoria quedó cancelada. Hoy, forma parte del cuerpo técnico de Defensores de Belgrano y se mantiene vinculado al deporte que marca una parte grande de su vida.

Entre los tandilenses que llegaron al fútbol profesional, Leonel Martens dejó una huella importante. Referente de Ferro Carril Oeste en la segunda mitad de la década del ’90, también participó en la categoría superior con las camisetas de Chacarita Juniors y Nueva Chicago. En Mataderos, formó parte del ascenso desde la B Nacional en 2001.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailActualmente, “Leo” forma parte del cuerpo técnico de Defensores de Belgrano, uno de los principales animadores del campeonato de Primera Nacional.
En el medio, desarrolló una trayectoria que lo llevó a recorrer el país y participar en las más diversas categorías del fútbol argentino, siembre bajo las características de volante aguerrido y de corte defensivo. En el ámbito metropolitano, también jugó para Tigre, El Porvenir, Sarmiento de Junín y Defensores Unidos de Zárate. Fuera de él, lo hizo en Racing de Córdoba, Racing de Olavarría, Mitre de San Pedro y “su” Ferro tandilense, club al cual se dio el gusto de volver en 2012. Además, encabezó un proyecto en Sportivo Escobar, ciudad en la que está radicado. Y, como no podía ser de otra manera, se puso los cortos y la camiseta para formar parte del equipo. “Menos la D, que no me lo permitió el reglamento por haber sido profesional, pasé por todas las categorías”, recuerda el “León Serrano”, como lo apodó el periodista Luis “Pepo” Ibarra.
Martens jugó en el Monumental y la Bombonera, como así también en canchas peladas del ascenso, con vestuarios sin las mínimas comodidades. Estuvo a punto de ser convocado por Marcelo Bielsa para el seleccionado nacional. Lo vieron multitudes, cuando sus equipos se cruzaron con los grandes del país; y lo siguieron minúsculos grupos de hinchas entusiastas, en escenarios poco conocidos.
Hoy, a los 45 años, repasó una trayectoria signada por la pasión.
-¿Cómo fueron tus orígenes en Gimnasia?
-En Gimnasia arranqué en el baby, con Miguel Cuesta y Juan Carlos Gil. Era hermoso, tengo los mejores recuerdos. En los campeonatos, los equipos tenían los nombres de los clubes de AFA. Entonces, los chicos eran el arquero de Vélez, el capitán de Huracán, el goleador de San Lorenzo… Era el fútbol argentino metido en un baby. Y los miércoles salían los resultados y autores de goles en El Eco. Cada semana, esperábamos ese momento. Siento que ahí le empecé a tomar el gusto a la competencia.
-¿Cómo se da tu paso a Ferro?
-Gimnasia era ideal para el infantil, pero ya en cancha grande era una complicación, por su ubicación. Y eso que teníamos una clase ’75 muy buena, fuimos campeones argentinos, con Guillermo Cattoni al arco, el “Vasco” Indacoechea, Miguel Abad, Ariel Aguirre, entre otros. Ferro me quedaba cerca de casa, tenía iluminación para entrenar de noche, mi viejo es hincha del tricolor…
-¿Qué encontraste ahí?
-Otra estructura de club y otras comodidades. Hice las inferiores y el “Diente” Arozarena me subió a entrenar con Primera. Después me hizo debutar Luis Quintela, el campeonato del ’92 lo jugué todo.
-¿Tenías aspiraciones de dedicarte al fútbol?
-Yo quería hacer el camino como lo hizo Marcos Lorenzo. Jugar en Tandil, tal vez en otra ciudad a nivel regional como Mar del Plata, y llegar a Buenos Aires siendo un poco más grande.
-¿Y cómo se dio la llegada a Ferro Carril Oeste?
-Ferro armaba charlas en el interior, a través de Carlos Griguol y Miguel Micó. Juntaban técnicos de la zona y aprovechaban para buscar los jugadores que necesitaban. Esa vez, por ejemplo, buscaban volantes derechos que fueran clase ’75 y que ya jugaran en Primera en su ciudad. Hicieron el rastreo y creo que había dos en toda la provincia de Buenos Aires, un chico de Los Toldos y yo. El “Vasco” Tear estuvo en una de esas charlas y le pidieron que me llevara.
-¿No estabas convencido de ir?
-No me gustaba la idea de irme a Buenos Aires. Además, estaba cómodo acá, jugaba en Primera, estaba por terminar la secundaria, laburaba con mi viejo y tenía un sueldito. El “Vasco” Tear me insistía todos los días. Hasta que me dijo “acá sos bueno… andá a probarte allá, que juegan los mejores. Para saber en qué nivel estás”. Me hizo picar el bichito.
-Ahí arrancaste, ¿con qué expectativas?
-Le dije a mi vieja, “voy, tiro tres caños y vuelvo”. Tenía esa idea, ir una semana y volverme.
-¿Cómo te fue?
-Cumplí la promesa de los caños en la primera práctica. Jugué los cinco días, de lunes a viernes. Lunes y martes, con los otros chicos que se probaban de distintas partes del país. Miércoles, con los de mi categoría que estaban en el club. Jueves y viernes, con los de Cuarta División, que eran dos años mayores. Tiempo después me explicaron la teoría de Carlos Griguol: si lograbas destacarte dando dos años de ventaja, tenías posibilidades para llegar a Primera. Encima, mi equipo ganó 1 a 0 y me tocó hacer el gol. Te veían todos los técnicos del club, Mario Gómez, Miguel Micó, Mario Griguol, “Cacho” Giménez… Todos tipos muy conocedores. En enero del ’93, me sumé a Ferro.
-¿Fue duro el camino a Primera?
-Fue durísimo llegar. Griguol se fue del club en el ’94, lo subieron a Micó y nos llevó a varios chicos a la pretemporada. Pero después lo sacaron y empezaron a darles lugar a técnicos y jugadores de afuera. Cambió la política del club y se nos complicó. Hasta que trajeron a Garré y Saccardi, dos símbolos de Ferro. Nos agarró justo a varios clase ’75, hicieron varios contratos y quedamos en el club. De ese grupo estaban Chaparro y Vitali, entre otros.
-¿Era un equipo joven?
-Había un mix, porque también estaban los experimentados como el arquero uruguayo Ferro, Víctor López y Néstor Lorenzo, que seis años antes había jugado la final del Mundial. Me marcó mucho, un gran referente. Y en esos tiempos también pasaron otros de experiencia como Moya, Aldo Paredes, Mac Allister y Hugo Guerra.
-¿Fuiste cambiando tu juego y función en la cancha?
-De los cuatro años que estuve en la Primera de Ferro, dos fueron de “8” y dos de “5”. Con el “Gordo” Cordon, nos repartimos también ese lugar de “doble 5”. Fue una época de mucho aprendizaje.
-¿Qué características tenía un campeón del mundo como Garré?
-En ese momento, era como mi viejo, al igual que “Cacho” Saccardi. Me cuidaron mucho, me llevaron de a poco. En el ’94 yo había llegado a entrenar con Garré, que todavía jugaba. Lo admiraba, porque era grande y tenía un ida y vuelta tremendo. Venía por mi costado, tiraba unos centros perfectos. Ellos dos trasmitían la mística de Ferro, habían sido campeones con el club y tenían mentalidad ganadora.
-¿En algún momento repercutió en otros aspectos de tu vida el hecho de ser jugador de Primera División?
-La verdad que no me pasó mucho. Siempre jugué en clubes chicos a nivel nacional. También estuvo el hecho de ser una persona de perfil bajo. Me manejé de la misma forma, con la familia y los amigos de siempre. Tuve claro que era una persona que jugaba al fútbol, pero mantuve mi vida normal en el resto de los aspectos.
-Enfrentaste al River de Ramón Díaz, al Boca de Bianchi, al Racing de Merlo, al Independiente de Gallego, al San Lorenzo de Pellegrini… ¿Con cuál te quedás?
-Difícil elegir eso, todos equipazos. Y me acuerdo del Vélez de Bielsa, impresionante el ritmo que tenían. En Caballito, nos iban ganando 3 a 0 al final del primer tiempo. Saccardi nos volvió locos en el vestuario, nos dijo que no podíamos perder así un clásico. Lo remontamos y terminamos 3 a 3.
De Passarella a Bielsa
-¿Cómo se dio entrenar con la selección de Daniel Passarella?
-Garré había sido compañero suyo y tenían buena relación. En la etapa previa al Mundial ’98, Ferro llevaba su equipo para hacer amistosos con esa selección. El club tenía una disciplina de no pegar patadas ni protestar, y por eso se ganó ese lugar.
-¿Fue algo para disfrutar?
-Lo disfruté a pleno. Estar jugando contra esos monstruos como Verón, Crespo y Sorín; era soñado. Te hacían sacar lo mejor tuyo también, te ayudaban a jugar mejor.
-¿Qué tan cerca estuviste de ser convocado por Marcelo Bielsa?
-En el ’99, había un amistoso de la selección un miércoles. El lunes previo, nosotros jugábamos con Ferro contra Colón. Ese día, me llamaron Juan Pablo Varsky y el “Ruso” Verea para una nota en radio, me felicitaron por la convocatoria porque estaba en la lista. A la tarde, el técnico de Ferro me dijo que era conveniente que no fuera a la selección, porque nos estábamos jugando la permanencia. Que en otro momento me iban a volver a llamar.
-¿Cómo lo tomaste en ese momento?
-Lo entendí, porque también consideraba que iban a volver a llamarme. Estaba en buen nivel, pero no volvió a darse.
Volver a casa
-¿Qué significó volver a jugar en Ferro en 2012?
-Era algo que quería, para volver al lugar que me proyectó. Justo estaba la comisión nueva en el club, con gente joven como Ezequiel Lester. Ellos tenían ganas de que vaya y se dio. Me di el gusto de jugar el Torneo del Interior y el campeonato local que ganamos. Venía a hacer fútbol los jueves y jugábamos los sábados.
-¿Te imaginás participar en el club desde otro lugar?
-Siempre lo pienso. Creo que en los clubes de Tandil hay que dar una vuelta de rosca en general. Debería haber mayor presencia en otras categorías, no solamente Santamarina. Es una ciudad que tiene todo para destacarse.
Proyecto Escobar
-¿En qué consistía el proyecto en Sportivo Escobar?
-Abarcó todas las categorías, desde los más chicos hasta los Senior de 60 años. Generábamos recursos con cuotas sociales y alquiler de canchas. La idea era que cada actividad tuviera su comisión, que se autogestionara.
-¿Estuvo a la altura de lo que esperabas?
-Fue una buena experiencia, aunque a la larga nos costó conseguir apoyo para las inferiores. Salió muy bien lo del Senior, que terminó jugando en AFA.
-¿Conociste otra realidad a nivel dirigencial?
-Sí, porque representaba al club en la Liga. Me tocó ver cosas que no me gustaron, que no tenían que ver con mi forma de manejar un club.
-¿Faltaba capacidad o había otras cuestiones?
-Encontré cuatro o cinco clubes que se manejaban bien, pero la mayoría aspiraban a ganar como sea en la competencia local. No apuestan a hacer una selección, perfeccionar el juego ni mirar demasiado para adelante.
En Defensores, con otra selección en la mira
-¿En qué momento te convocó Fabián Nardozza para que trabajes con él en Defensores de Belgrano?
-Ya me lo venía anticipando y se concretó a comienzos en 2019. Yo justo estaba dándole un cierre a lo de Escobar, así que coincidió todo.
-Y armaron muy buen equipo.
-El primer año, que era para mantener la categoría, se logró el objetivo con amplitud. Y en la actual temporada peleamos arriba, con trabajo y esfuerzo. Hay rivales con historia, equipos con el apoyo de toda una provincia, y quedamos en los primeros puestos. Veremos cómo se define la temporada.
-¿Además, seguís jugando?
-Juego en el Senior de Ferro y lo disfruto a pleno. Me ayuda a mantenerme bien y a hacer lo que más me gusta. Nos entrenábamos una vez por semana con la selección argentina de esa categoría, otra linda motivación.
-¿Cómo te ves para una futura convocatoria a ese seleccionado?
-Cuando arranque, va a ser para mayores de 45, así que voy a ser de los más jóvenes dentro de la categoría. Ahí saca ventaja el que está mejor físicamente, así que puedo tener posibilidades.