El Día del Bromatólogo es una fecha técnica y profesional que resalta la importancia de la seguridad alimentaria en la salud pública nacional y se celebra anualmente cada 29 de diciembre en todo el país.

Su origen en la Argentina se remonta a un hito académico ocurrido en 1976, cuando se graduaron los primeros Licenciados en Bromatología en la Universidad Nacional de Entre Ríos (UNER). Este hecho marcó un antes y un después en la profesionalización del control de alimentos, estableciendo una formación específica que hasta entonces era abordada de manera tangencial por disciplinas como la química o la medicina veterinaria. La creación de esta carrera respondió a la necesidad creciente de regular la producción industrial.

Definida etimológicamente como la “ciencia de los alimentos”, la bromatología estudia de manera integral los alimentos antes, durante y después de su elaboración. Su campo de acción incluye el análisis de características físico-químicas, organolépticas y microbiológicas, con el objetivo de garantizar que los productos que llegan a la mesa de los ciudadanos sean inocuos y conserven su valor nutricional.

La evolución de la profesión en el país estuvo estrechamente ligada al desarrollo del Código Alimentario Argentino (CAA). Desde la graduación de los primeros especialistas, el rol del bromatólogo se volvió indispensable para la implementación de normativas sanitarias. Estos expertos actúan como peritos en la detección de adulteraciones, alteraciones o contaminaciones que pueden desencadenar enfermedades transmitidas por alimentos, tanto en laboratorios como en plantas de procesamiento.

Un rol estratégico en la salud pública y la industria

Con el paso del tiempo, la efeméride dejó de ser solo un recordatorio académico para transformarse en un reconocimiento al pilar sanitario que representan estos profesionales. Hoy el bromatólogo diseña procesos de trazabilidad que permiten seguir un alimento desde su origen hasta el punto de venta, una tarea crítica en un país con amplia producción agroindustrial.

En el ámbito municipal y provincial, su labor se refleja en los controles de rutina en comercios y fábricas, con toma de muestras de agua y alimentos para descartar la presencia de patógenos como Salmonella o Escherichia coli. Esta intervención técnica cumple una función central de medicina preventiva.

Durante las últimas décadas, la actividad también se diversificó hacia la investigación y el desarrollo de nuevos productos, en especial con el crecimiento de los alimentos funcionales, los productos sin TACC y las alternativas basadas en plantas. En este contexto, el Día del Bromatólogo celebra la rigurosidad científica que protege al consumidor, valida el etiquetado nutricional y asegura que los sistemas de advertencia se cumplan bajo parámetros técnicos objetivos.

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