Asteroides, meteoros y meteoritos: ¡No todo es lo mismo!
Asteroides, meteoros y meteoritos. Incluso términos como meteoroide o “bólido”. Ciertamente en más de una ocasión tendemos a confundir estos términos empleando cualquiera de ellos. Y a decir verdad, ¡no todo es lo mismo! De hecho, cada uno de esos términos implica cuestiones diferentes. Se trata, básicamente, de una cuestión de tamaño. Muchas veces asociamos al Sol y los planetas como los objetos que conforman el Sistema Solar. Pero vale decir y recordar que estos no son los únicos vecinos de nuestro barrio cósmico. También pertenecen a esta “comunidad espacial” los cometas y los asteroides, entre otros. Pero, en definitiva, ¿qué son los asteroides? Básicamente son rocas cuyos tamaños oscilan entre los 50 metros y los 1.000 kilómetros de diámetro aproximadamente. Si estos objetos son menores a unos 50 metros, entonces los denominamos meteoroides. Si bien la mayoría de los asteroides se encuentra entre las órbitas de Marte y Júpiter conformando un importante y famoso “cinturón” de objetos, algunos de ellos (varios) viajan por todo el sistema a lo largo de distintas rutas. Es por ello que en muchas ocasiones estos cuerpos se encuentran en su camino con algún planeta. Y es aquí en donde ocurre algo muy interesante en función de la existencia o no de atmósfera en el planeta en cuestión. Por ejemplo, la Tierra, nuestro hogar en el cosmos, recibe una enorme cantidad de material espacial diariamente. En otras palabras, muchos “mini-meteoroides” (pequeños fragmentos no más grandes que un grano de arroz) penetran diariamente en la atmósfera a enormes velocidades (20.000 ó 30.000 km/h; incluso velocidades más grandes en función de la trayectoria del meteoroide respecto de la Tierra).
Recibí las noticias en tu email
El resultado de ello es el incremento en la temperatura del “intruso” debido a la colosal fricción atmosférica, provocando la incineración del mismo. En noches claras, alejados de las luces de la ciudad, podemos apreciar nítidamente dichas incineraciones. Se trata nada más ni nada menos que de las estrellas fugaces. No son estrellas sino simplemente granitos, piedritas que en su viaje por el espacio chocan contra la atmósfera terrestre. Pero claro, cuanto más grande sea la roca, ¡más grande será el incendio! Y es esto lo que ocurre cuando escuchamos en más de una oportunidad que se avistó un gran destello en el cielo, para luego desaparecer.
A ese fenómeno luminoso se lo denomina bólido. ¿Y para cuándo los meteoros y meteoritos? Con el término meteoro clasificamos a estos objetos que ingresan a la atmósfera terrestre y se incineran por completo. En caso que así no lo hicieran y que más allá de haber quedado “chamuscado”, no termine de quemarse por completo, obviamente su remanente continuará viaje hasta colisionar con la Tierra. En ese caso, estaremos haciendo referencia a un meteorito.
En otras palabras, un meteorito es el objeto espacial que si bien ha sufrido quemaduras, su resto ha impactado contra el planeta. Es interesante observar que mientras en la Tierra recibimos meteoros y meteoritos, en aquellos lugares sin atmósfera, la Luna por ejemplo, siempre tendremos meteoritos. Y es por ello que los cráteres lunares son muchos más en cantidad que los terrestres. Es más, el número de cráteres en un planeta pueden darnos una idea de ¡cuán densa puede ser su atmósfera! Estudiar la composición de los asteroides es súmamente importante por dos motivos principales. Uno de ellos tiene que ver con la mismísima formación del sistema solar.
Estos objetos son algo así como “cápsulas del tiempo”, ya que se encuentran congelados, frizados a lo largo de su existencia, los cuales nos brindan la posibilidad de analizar su estructura material y por lo tanto obtener información sobre el origen mismo del sistema solar. Pero además, estos objetos contienen agua y elementos químicos vitales que dieron origen a la vida. Y teniendo en cuenta el gran misterio que implica el origen de la enorme cantidad de agua en nuestros océanos como así también que es allí mismo en donde dio comienzo la vida, la pregunta es inevitable: ¿nuestros orígenes se encuentran ligados a los asteroides? ¿Somos, en tal sentido, extraterrestres?
Sin duda alguna se trata de quizás la pregunta por excelencia de nuestra especie. Avanzamos de manera continua en busca de la tan ansiada respuesta. Es por ello que la ciencia nos fascina enormemente y por lo que siempre seremos exploradores.
* Director de Gestión Planetario Ciudad de La Plata
Licenciado en economía de la Universidad de Buenos Aires y Doctor en Economía (Ph.D.) por la Universidad de Michigan (EE.UU.). Director del Instituto de Economía de la Unicen. Profesor full-time en la UTDT y director del Centro de Investigación en Finanzas (CIF) - UTDT.
Este contenido no está abierto a comentarios