El primero de octubre
El Colegio de Psicólogos y Psicólogas Distrito VIII prepara la Jornada “Reanudando la presencialidad”
El campo interdisciplinario de la salud mental: un punto clave de debate
La actual comisión directiva del Colegio de Psicólogos y Psicólogas Distrito VIII se encuentra preparando, para el próximo 1° de octubre, en Casa Ronco (San Martín 362-Azul) una Jornada denominada “Reanudando la presencialidad”, destinada a todos los colegas del territorio departamental (Tandil, Olavarría, Las Flores, Gral. Lamadrid, Rauch, Bolívar, Gral. Alvear, Tapalqué, Laprida y Azul) e interesados en la Salud Mental, en general.
Recibí las noticias en tu email
“El deseo de esta nueva comisión directiva es acortar la distancia geográfica que nos separa de los colegas de todo el Distrito VIII, a partir de iniciativas que nos convoquen a pensar nuestra disciplina y quehacer profesional. Más allá de lo estrictamente administrativo, nos hemos propuesto acercarnos a los 800 colegas de nuestro territorio, a partir del trabajo y la motivación, con lo cual el formato de una jornada articulada sobre algunos ejes temáticos de interés común nos pareció un buen punto de partida”, señaló Ángel Orbea, vicepresidente del Colegio.
La jornada comprenderá las siguientes temáticas: “Pandemia, efectos subjetivos e institucionales”; “Incidencia del contexto socio-sanitario en las presentaciones clínicas en adultos”, “Atravesamiento de la pandemia y efectos en niños y adolescentes” y “Perspectivas del rol y delimitación de la función del psicólogo en los nuevos contextos”.
“Dejando a un lado el tema de las obras sociales y prepagas, que desde siempre demandan más trabajo que el que pagan, vamos a poner en debate las perspectivas y delimitaciones de la función del psicólogo en los nuevos contextos. Los tiempos han cambiado vertiginosamente, lo cual nos obliga a estar en permanente interacción con nosotros mismos y como colectivo profesional, en función de las incumbencias y de la matrícula que tenemos en la carrera de grado, desde hace 30 años a la actualidad. Estos nuevos escenarios, sobre todo desde la puesta en vigencia de la nueva Ley de Salud Mental, nos han llevado a reformular y repensar nuestro rol en lo que refiere a la reconversión del ejercicio profesional dentro del marco de la salud, lo que se denomina la interdisciplina”, adelantó Orbea.
La práctica profesional, hoy
En relación a los cambios que atañen a la práctica profesional en el campo de la salud mental, Orbea subrayó que “hoy nos encontramos compartiendo nuestra matrícula con un marco interdisciplinario donde convivimos con otros efectores que no necesariamente están matriculados.
En este punto, surgen algunas inquietudes que hay que poner en debate porque, en principio la responsabilidad civil, profesional y, excepcionalmente penal, nos deja en un estado de relativa vulnerabilidad. En ese sentido, necesitamos reconsiderar, repensar el ascenso al campo de la salud mental de nuevos agentes de la salud, como es el caso de los acompañantes terapéuticos que tienen una gravitación real y que, desde hace 10 años -cuando se desintegró el campo de la salud mental- ejercen un rol importante en la asistencia y los cuidados, pero no en la terapéutica ni en la clínica. Existen distintos intentos de ordenarlo académicamente, como otorgarle un carácter de diplomatura, pero no tiene incumbencias avaladas por colegios ni por matricula profesional y es muy difícil que ello suceda porque habría que promover una nueva legislación al respecto”, subraya.
“Los psicólogos hemos sido profesionales de segundo grado durante muchos años de la historia de la disciplina, frente a la “plenitud” del ejercicio profesional del médico y del psiquiatra. Durante muchos años, el psicólogo estuvo delimitado en el ejercicio de su profesión como asistente del psiquiatra, de manera tal que ni siquiera podíamos firmar informes de historias clínicas, mucho menos oficios judiciales”, explicó Orbea.
¿Cuáles son los aspectos inmediatos a abordar en el debate, en lo que a las transformaciones de la práctica interdisciplinar refiere?
Básicamente, los que se desprenden de la descripción anterior. Hoy se subsanó esa cuestión pero ese movimiento se está transfiriendo a psicólogos sociales, agentes comunitarios, acompañantes terapéuticos y otras profesiones que no tienen título, de modo tal que el problema subsiste, con las variantes que imponen las nuevas problemáticas.
Por estas razones, queremos poner a consideración de los colegas del Distrito VIII, cuestiones como las enumeradas que también se están debatiendo en otros lugares, porque entendemos que es una forma de hacer consistir la nueva ley de Salud Mental. De ninguna manera estamos objetando ni pidiendo la revisión de la Ley. Por el contrario, al igual que lo hace el Consejo Superior de nuestro Colegio Provincial, reclamamos su completa y verdadera implementación que todavía no se ha dado.
Por ejemplo, los órganos de revisión, a cargo de las defensorías de cada distrito de la provincia de Buenos Aires, aún no han tomado cuerpo: no parecen existir y tienen la función primordial de ser contralor. ¿Quién controla la correcta aplicación e interpretación de la ley de Salud Mental? ¿Se sabe lo que está pasando en las instituciones de Salud Mental?
Quienes trabajamos en el campo de la salud pública estamos muy expuestos, por lo tanto, tenemos que hacer las cosas lo más ajustado a la ley. Pero hay muchísimos efectores en el campo privado: allí no rige la más mínima exposición sino solo principios contractuales y comerciales. ¿Qué hacen los organismos de revisión al respecto? ¿Qué tipo de seguimiento realiza en relación a la internación de menores, a las altas, al régimen de medicaciones?
Hay muchas cuestiones para debatir y hemos acordado que nosotros, como psicólogos, sostenemos y le damos consistencia a la ley de Salud Mental a partir de discutirla y re discutirla: no la damos como un dogma. La nueva ley ha puesto fin al predominio teratológico del “monstruo” de la psiquiatría en la historia argentina. El psiquiatra decidía “vida y muerte” de quienes tenían cuadros psicopatológicos y aún hoy persiste en la cuestión de los tratamientos con medicación. Demás está decir que la psicofarmacología es una herramienta valiosa pero tiene su reverso, como también lo tiene nuestro trabajo como psicoanalistas. Pero, como decía esa eminencia de la medicina clínica en Argentina, el maestro don Alberto Agrest, el remedio no tiene que ser peor que la enfermedad.