Hernán Casciari: “La gente no compra cosas aburridas”

Hernán Casciari, el exitoso autor de “Más respeto que soy tu madre” habla de la universalidad de los pueblos chicos, defiende el estilo de vida basado en la improvisación y no descarta pasar por un escenario de teatro en Tandil, esta vez como actor.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailMate en mano, Casciari abre la puerta a El Eco y todo en su casa porteña hace olvidar que el anfitrión es uno de los escritores más exitosos de las últimas décadas. Amable, sencillo y apasionado, su presente es la obsesión por un debut actoral en teatro que transcurre en estos días con la misma intensidad y reconocimiento masivo que célebres obras de su pluma, como “Más respeto que soy tu madre” o el inédito boom literario vía internet que su revista Orsai alcanzó desde España una década atrás.
La entrevista tiene lugar en vísperas de una historia increíble: a mediados de mes regresará a su pago para subirse al escenario del teatro de Mercedes junto a su madre, primos, amigos y otros personajes locales que actuarán de sí mismos ya que todos son parte de relatos que Casciari consagró en sus textos en otros tiempos.
-Mercedes, como Tandil para nuestros escritores, es tu fuente inagotable de historias, pero ¿lo seguirá siendo si volvieras a vivir ahí?, ¿o acaso es la mirada de la niñez y la adolescencia?
-Creo que es más el recuerdo de la infancia y de la juventud que la geografía. Debe ser uno.
-Un escritor de Tandil, El Hage, tiene buena parte de su obra con personajes con nombre y apellido propios. Si hubiera sido universal, sin datos reales, tal vez fuera otro escritor masivo, ¿no?
-No funciona así, es al revés.
-¿Al revés?
-No tiene nada que ver con lo que escribís sino adónde lo escribís. Depende desde dónde lo hagas. Yo en Mercedes siempre fui conocido por escribir, desde los 13, todo el mundo sabía quién era, pero si no hubiera existido internet mi literatura nunca hubiera salido de ahí. De hecho mi idea no era trascender lo mercedino.
-¿Qué sucedió entonces?
-Un día fui a buscar el premio de un concurso literario a París, conocí una catalana y me quedé a vivir en España, nada más que porque me entusiasmé con una española. Ahí vi que quería seguir escribiendo para los mercedinos y que el único punto de contacto era internet. Eran chistes mercedinos. Y en un momento veo que entre los comentarios había un hondureño, un español, un mejicano…y me preguntaba ¿qué carajo entienden estos? ¡Y sí, estaban entendiendo! A ver: ¿cómo dicen en Tandil “es más fácil que robarle los chorizos a…?”.
-Testa. “Más fácil que robarle los chorizos a Testa”
-Y en Mercedes decimos “más fácil que robarle los chorizos a Lértora”. Si alguno se pone delante de la tv cuando estamos mirando le decimos “salí, ¿qué sos?, ¿hijo de Mustoni (un vidriero)?”, ¿en Tandil?
-“Correte, ¿o sos hijo de Morazzo?”
-¿No ves?, en Tandil hay otro y aunque cambie el apellido, el tipo de Honduras lee y piensa “ah, en Honduras decimos tal otra cosa” y lo que terminamos entendiendo es que somos iguales, entonces no importa.
-Tu éxito se explica en la inspiración y en la audacia entonces.
-No es audacia, no me considero audaz.
-¿No fue audacia pedir plata a los suscriptores para hacer una revista literaria desde España?
-Pedí un millón y medio de dólares. La revista salía un millón novecientos mil.
-Y te los dieron.
-Sí. Yo puse 400.000. No es audacia: podés conseguir cualquier cosa mientras no se haya hecho nunca. La gente está aburrida, no es que no compra el diario o las revistas de los kioscos porque no se le ocurre hacerlo o no tiene plata, ¡no compra porque son aburridos! Si proponés algo que no es aburrido, ¿sabés cómo van?
-Desde España escribiste sobre un Año Nuevo allá destrozándolos porque miraban la tv a las 12. “A esta hora acá nadie encara abiertamente a sus cuñadas, ni un vecino saca el revólver y tira balazos al aire, ni otro vecino muere al instante por culpa de una bala perdida, ni se cae tu suegro borracho a la pileta…”.
-Sí. No siento desarraigo de España, si es eso lo que me querés preguntar. Me quedé en España porque tuve una hija y una vez que ya estuvo criada, dije “buenas noches”.
-Es llamativo que contrastes ese aburrimiento con una Argentina divertida pero en el fondo tan trágica.
-Es verdad, no hay tiros al aire y las posibilidades de que te cag… matando en una esquina son menores, pero las posibilidades de que te cag… de risa son menores también. Lo puedo explicar brevemente: en países como el nuestro somos buenos improvisando, por eso tenemos mejor fútbol que ellos que no saben improvisar, mejor teatro, porque no saben improvisar. Al mismo tiempo ellos tienen mejor administración pública -porque no saben improvisar-, mejores reglas de juego, porque no improvisan nunca. Nosotros lo único que sabemos es improvisar. Después depende de tu personalidad, dónde te gustaría vivir: ¿en un lugar aburridísimo en donde nadie improvisa en una sobremesa, donde nadie te va a hacer reír pero nadie te va a cag… a tiros en la esquina?, ¿o asumir el riesgo de que te pueden cag… a tiros en la esquina pero a la noche te cag… de risa con mucha gente? Es tu decisión.
–Hablando de fútbol, ¿por qué tiene tanto éxito el autor que liga sus cuentos al fútbol?
-Estoy completamente en contra del fútbol como poesía. No me interesa en absoluto, para nada.
-Sin embargo vos, Sacheri, Osvaldo Soriano, Fontanarrosa; en radio Alejandro Dolina, Apo, han enfocado el fútbol como arte.
-Escribí cuatro cuentos de fútbol en toda mi vida. Y debo haber escrito 600 cuentos. Pasa que funcionaron bien, no es porque yo escriba de fútbol. Una cosa que sí me interesa en la vida es sentarme en un sillón a la tarde, como hoy, a ver Atlético Madrid y, esta noche, a Huracán. Es algo que me gusta mucho, mucho, mucho. Y a veces -a veces- tengo algo para decir y lo digo, como a veces tengo algo para decir del sistema bancario, sobre el que también debo haber escrito tres cuentos, sin embargo nadie me dice “che, vos que te dedicás a la literatura del sistema bancario”. Detesto en absoluto la literatura del sistema bancario como la del fútbol y creo que a Eduardo (Sacheri) tampoco le gusta eso, pero la gente que lee muy poco recuerda algo que escuchó en la radio de Sacheri hablando de fútbol, pero Sacheri tiene de todo, igual que Fontanarrosa, igual que Soriano o Dolina, pero el que lee muy poco se acuerda de dos cuentos de cada uno. Si todos nosotros, todos, viviéramos todos los domingos viendo hockey sobre patines se diría que hay también una literatura sobre hockey sobre patines, en realidad lo que hay es una herramienta muy común a todos para contar metáforas. Si le hago una metáfora de rugby se va a entender menos porque no sabemos bien las reglas.
-¿Pasarás con el teatro por Tandil?
-No lo sé. En realidad me llegan mails de salas de distintos lados que dicen “tenemos un teatro de tantas butacas, ¿querés venir?”, entonces le paso el mail a la chica que hace esa parte y vamos donde esté todo bien.
Mentiras con patas largas
-Si me permitís, hay un compañero de trabajo en el Diario, Marcos González, gran conocedor de tu obra, que me pasó un par de preguntas.
-Si. Dale.
-Marcos es escritor como vos y plantea el recurso de ser autorreferente: cuando uno habla de sí mismo a veces busca que el lector se identifique. Pero algunos relatos tuyos contienen una malicia que difícilmente logre esa empatía. ¿Lo hacés a propósito?
-Le respondo: cuando escribo prefiero ser antihéroe que héroe. Si tengo que hablar de mí prefiero quedar como un pel… o como una mala persona y no hablar de mí para hacer alarde, porque me parece que sería traicionar al lector, sería hacer marketing más que otra cosa. Entonces sí, es voluntario.
-Otra. Tenés una mirada particular sobre la mentira, algo así como cierta reivindicación. ¿Hay mentiras buenas y mentiras malas?, ¿o todas pueden ser vistas de un modo condescendiente?
-No. Todas no. Es como lo anterior: la mentira en donde uno hace alarde de sí mismo está mal. Si te miento para quedar mejor parado, está mal. Ahora, si miento para generar una mejor sobremesa y no tengo nada que ver porque con eso no gano nada -lo único que se gana es la aventura de esa sobremesa, mejorar una historia- está ¡perfecta! No me importa que las cosas sean reales o falsas, me importa que sean divertidas. Ahora, lo que no me gusta es hacerte creer que soy lo que no soy.
-En un mismo relato uniste dos situaciones límite de tu vida: el infarto y la separación. ¿Cuál impactó más entre los lectores?
-Sin dudas: la separación.
-¿Tenés una explicación?
-El infarto es una cosa que ocurre, la separación es una cosa más voluntaria, algo sobre lo que se puede decir “¡nooo, ¿por qué hiciste eso?! El infarto no tiene esa característica de voluntariedad. Y porque la gente es más chusma que otra cosa.
-La última. Estás al mango con esto de ser actor. Vos mismo hablaste de una obsesión que te impide pensar en otra cosa y eso ya te ha sucedido en otras etapas de tu vida. ¿Hay riesgo de que dejes todo por el teatro?
-¿Al mango?, lo hago una vez por semana, es como decir “¡estás al mango con jugar al poker con tus amigos los jueves!”. No se puede estar al mango con eso. ¿Obsesión? Siempre me pasó, es lo que sucede siempre al principio de los proyectos, cualquiera. Cuando empezás el cuaderno y hacés buena letra estás como muy pendiente, después te vas acostumbrando, se te hace rutina y ahí podés empezar a amalgamarlo con otra cosa.
Hoy estoy fascinado con el teatro porque voy descubriendo qué cosa es el público. Me lo habían contado amigos actores, pero no les hago caso: los actores son todos exagerados. Ahora escribo sabiendo cómo reacciona la gente en vivo. Eso es otra manera de escribir, muy divertida, porque empezás a entender de qué se van a reír, no solamente del adjetivo o sustantivo sino también de la cara o del silencio que hagas.
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