La historia de un empresario y escritor tandilense que emigró hace más de 50 años

Abel Horacio Dátola es tandilense pero desde hace varias décadas reside en Esperanza, Santa Fe.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailLicenciado en Relaciones Públicas, tiene formación Técnica Humanística, es experto en Desarrollo Local y Necesidades Formativas y recientemente publicó un libro -Finalmente piquetero y otros relatos- que ya se encuentra disponible en las librerías del país (y en Librería Alfa de nuestra ciudad).
-Un apellido conocido para alguien que se fue hace mucho…
-Ufff... Mucho tiempo. Sí. Soy hijo de Felipe Dátola y de Clorinda Cava. Mi padre tenía una talabartería muy conocida hace ya medio siglo, que estaba en la esquina de 4 de abril y Montevideo. En ella, cuando el estudio nos lo permitía, con mi hermano mellizo Toto (a mí todos me dijeron siempre Titín) hacíamos trabajos menores. Era esa una esquina clásica y hasta diría famosa en aquellos tiempos porque desde la puerta asomaba un hermoso caballo embalsamado que era emblema del negocio y la atracción y curiosidad de niños y grandes.
-¿Dónde está hoy ese caballo?
-Puede verse en el Museo Histórico del Fuerte Independencia Tandil, al cual fue donado.
-¿Qué recuerdos guarda de aquel barrio?
-Muchísimos. Los mejores diría. A la vuelta estaba - y sigue estando por supuesto- la sede del club Excursionistas. Allí era habitual encontrar al Bocha López, un muchacho que había nacido con hidrocefalia y tenía la cabeza tan grande como un corazón que latía por esa institución en la cual pibes y adolescentes soñaban jugar al fútbol como el Rey Pelé o atajar como Mingo Pastor. En Montevideo entre 4 de abril y Alsina estaba la barraca de Ángel Rotonda, quien con su camión Chevrolet repartía todo lo que vendía menos su sonrisa contagiosa que regalaba generosamente ; justo enfrente, en la misma esquina de Montevideo y 4 de abril estaba el almacén y despacho de bebidas del vasco Echeverria, cuna de encuentros y partidas memorables de truco donde los habitúes hacían gala de su picardía, el surtidor de nafta de Merigone, plantado frente al cordón de la vereda y atendido solícitamente por “La Negrita“, la panadería “Europea” y sus medialunas, Don Alberto Ruiz, Juez de Paz y vecino respetado y admirado por todos…
-Envidiable memoria la suya..
-Pero hay más, porque la talabartería era el epicentro social donde esporádicamente concurrían clientes y amigos; Fito Serre, empleado de correos y peluquero por afición hacía gala de su locuacidad, Castex, empleado ferroviario jubilado venía todos los días a leer de ojito “El Eco de Tandil”, también Manuel Arbizu , chacarero, Fernández Millara, productor agrícola ganadero, Don Aurelio Sainz, comerciante de equinos, Carmelo Marcovecchio, proveedor de agua caliente para el mate, Julián Izquierdo, secretario rentado de la liga de futbol, “Fatiga” Martínez, ayudante, Rene Lavand que mientras ofrecía libros nos asombraba con los trucos de su única y prodigiosa mano, Beto Ferreira, campeón argentino de persecución a los 19 años, avasallante e invencible, que cuando dejó de correr fue transportista y llevaba la lonas del camión a reparar, Tito Cardiello, encargado de mantenimiento de la Cochería Alessi y Manna , que periódicamente dejaba los arneses para su control y a veces venía a retirarlos en algún carruaje fúnebre tirado por lustrosos y briosos caballos que estacionaba en la cuadra para el espanto de las comadres. La mística talabartería los albergó por muchos años hasta que se trasladó de lugar y el barrio ya no fue igual.
-¿A qué se dedicaba usted en Tandil?
-Me inicié laboralmente como empleado administrativo y paralelamente continué estudiando, actividades que interrumpí por el vínculo con un familiar dedicado a la fabricación de Instalaciones Industriales; con su apoyo y asesoramiento empecé como contratista de Mantenimiento en Metalúrgica Tandil. Posteriormente creé mi propia empresa “AHD Construcciones Metálicas” y me perfeccioné en procesos continuos de producción.
-Hasta que un día decidió emigrar…
-La verdad es que no pensaba hacerlo, pero requirieron mis servicios en la Provincia de Santa Fe. Me fui por 15 días y resultó que me afiancé en el lugar, ocupando cargos técnicos en la Fundición de hierro gris ”FG SRL.”. Eso fue en Pilar, Santa Fe, y la relación se prolongó en el tiempo por espacio de 16 años.
-No debe haber sido sencillo dejar todo en Tandil…
- En realidad yo sentía un fuerte compromiso laboral que modificó mi estructura, pero sin mellar valores irrenunciables. Tuve que alejarme del entorno familiar y su recomposición, interrumpir los estudios, pero a la vez pude formar y consolidar un nuevo grupo familiar, afectivo y social.
Analizado el contexto, retomé los estudios pendientes y como alumno libre logré terminarlos revalidando el título de licenciado en RR.PP en la UCOM; después me gradué como “Experto en Desarrollo Local” a través de programa “Delnet” de la OIT, hice un curso de posgrado “Gestión Local y Necesidades formativas” a través de la Universidad Nacional de Rosario Ceides-Magic., además de participar en diversos Congresos y Jornadas Técnicas de capacitación y perfeccionamiento.
-O sea que su vida se trasladó definitivamente a Pilar, Santa Fe…
-No, porque una vez desvinculado de la empresa “FG.S.R.L” me radiqué en Esperanza (Santa Fe) donde pasé a ocupar el cargo de gerente en la Fábrica de máquinas agrícolas “Schneider SRL”; posteriormente fui gerente del “CICAE” Cámara Gremial Empresaria y, promovido como funcionario, pasé a liderar Producción y Desarrollo en la Municipalidad de Esperanza y ocupé el cargo de gerente en la Incubadora de Empresas de Ámbito Regional, “IDEAR”. Presidi “Fundelso” Fundación para Desarrollo Local Sostenible, y actualmente me desempeño como consultor externo del programa Procom/Came para Comercio y Servicios.
-¿Viene seguido a Tandil?
-Sí, claro. La visito periódicamente porque en Tandil cultivo y atesoro la unión familiar: mis hijos, mis nietos, mis afectos y antes de volver, ceremonialmente dejo una flor sobre la tumba que aloja a mis padres y a otros seres queridos.
-Todo lo narrado hasta ahora pareciera no tener mucha relación con la escritura…
-(risas) En realidad comencé a incursionar en la escritura como hobby, escribí algunos cuentos breves porque realmente me apasiona y me da la posibilidad que otorga compartir experiencias, emociones, sentimientos… De veras disfruto sentirme capaz de poder trasmitirlo a los demás y del placer que produce hacerlos partícipes.
Lo más lindo que tiene la vida es dar , y un libro lo da todo sin pedir nada.
-¿De qué se trata su reciente libro?
-“Finalmente Piquetero y otros relatos” intenta reflejar aspectos significativos sobre el comportamiento del hombre en sociedad, incorporando datos bibliográficos de origen público, antecedentes reales y experiencias propias.
Finalmente, piquetero y otros relatos
La obra consta de una introducción donde se exponen los distintos momentos que caracterizaron el desarrollo socio económico del país.
Fundamentos
Dátola se explaya sobre su libro: “A través de una caracterización del desempleo he querido fundamentar el desarrollo de esta obra en donde adquirió especial relevancia la pérdida de la cultura del trabajo para transformarse en un fenómeno amplio y complejo cuyo efecto devastador va mucho más allá de lo económico; abarca las carencias espirituales y materiales del hombre, estando latente la degradación social que afecta al presente y se extiende como una amenaza sobre las posibilidades futuras del país.
La República Argentina durante los últimos 70 años ha atravesado ciclos económicos caracterizados por algunos períodos de crecimiento que si bien produjeron atisbo de reactivación que permitieron en algunos momentos bajar los índices de desempleo y aumentar los niveles de consumo, solo fueron espejismos que desembocaron en crisis recurrentes que aunque distintas entre sí compartieron rasgos comunes, surgiendo la evidencia de que no se ha logrado establecer el consenso para formar una estructura productiva integrada y abierta, volviendo a la repetición de graves desórdenes macroeconómicos que ante la orfandad de propuestas se tradujeron en inflación, endeudamiento externo excesivo, emisión de dinero y aumento de las cargas tributaria en desmedro de la producción, la educación y la salud.
El desafío sigue siendo cómo lograr recomponer la estructura socio económica y subsanar los efectos de “groseras” injusticias sociales en un país signado por la pobreza con un índice alarmante de población bajo esas condiciones.
Un país se hace próspero con trabajo y no con subsidios que conllevan a la redistribución de lo ajeno instalando un igualitarismo demagógico en pro de intereses propios.
Se expone en este relato la vida de un trabajador, su familia y las estrategias que desarrollaron para adecuarse a los cambios laborales que fueron progresivamente modificando su condición de subsistencia.