“No puedo decir que si yo lo dirigía, Santamarina hoy estaba en primera”
Tras superar su propio récord, el “Mourinho de los pobres” prefiere no especular con campañas hipotéticas, da cuenta del reconocimiento popular y no se arrepiente de su pasado en los boliches: “Son lo más lindo que hay”
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-Con Sarmiento de Junín consiguió la séptima salvación del descenso en clubes de primera. Eso del “Mourinho de los pobres” parece que ya no tiene refutación.
-Y… (se calla, suspira bien hondo). No está tan alejado de la realidad. La realidad es esa.
-Igual no le fue fácil pasar de tener un millón de detractores a este presente de ídolo popular. ¿Está al nivel de intocable o aún hay un “sí, pero…”?
-Siempre me buscan el “pero”. Detractores voy a tener toda la vida porque como no me callo, ni las dejo pasar… las cosas que me molestan las digo, no sirvo para callarme. Si pudiera lo haría, pero no puedo.
-Cada tandilense que supo que venía a verlo me pedía que le transmita un mensaje. En conclusión, me parece que allá tiene cena, boliche, hospedaje gratis.
-(Carcajada) Ah, ¿sí?
-Sí, pero en el fondo eso tiene una connotación triste. Santamarina estuvo muy cerca de la primera.
-Sí, sí, claro.
-Y queda un remordimiento colectivo: muchos interpretan que si usted lo hubiera dirigido, Santamarina ascendía. “A Caruso no se le escapaba esa final en Entre Ríos ni loco”, dicen.
-Y… qué sé yo, viste, si mi tía tuviera bigotes sería mi tío, yo qué sé, no lo puedo decir. Tampoco puedo negarte que en donde estuve las cosas me han salido bien, no me puedo quejar.
-Usted se tiene mucha fe.
-Seee, fe es lo que me sobra.
-¿Vio este último partido donde San Martín de San Juan le arruinó la fiesta a Godoy Cruz? Ese placer del fútbol actual de gozar por la desgracia ajena, ¿es un síntoma de estos tiempos?
-Mirá, nadie le arruina la fiesta a nadie. ¡Si perdés! A ver, si Ardente (arquero de San Juan) no atajaba esas dos pelotas sobre la hora, San Martín no festejaba. El fútbol tiene estas cosas, viste, y uno tiene que estar preparado para todo. Algunos pensaban que nosotros nos íbamos al descenso.
-Parecía más que cantado.
-Todo el mundo pensaba eso. Y bueeeno, y nos quedamos en primera, decían “no se salva porque está Segura que es presidente de AFA y es de Argentinos”, “porque vos Caruso lo mataste a Grondona”, “y encima lo mataste a Meizner”, ¡dijeron de todo! Y no pasó nada, lo pudimos sacar adelante.
-Y mientras tanto usted es el que más placeres atraviesa en el fútbol argentino.
-No, lo disfruto en su momento y después ya está, ya pasó. No me quedo como la hinchada: toda la vida en lo mismo, no, no. Lo que pasa que la gente me lo recuerda todo el tiempo en la calle. Es impresionante. Y cuando no dirigís, ¡más todavía!
-¿Cómo se explica eso?
-Porque te encuentran salvador de todo.
-¿La felicidad plena llegará el día que logre ser campeón en primera?
-Va a ser muy difícil que salga campeón, como a mí siempre me llaman por algún quil…
-La barba candado da “garca”, dicen. Pero no le importa que lo ridiculicen.
-Nooo, ¿no me ves siempre en los programas? Yo sé lo que hago bien y lo que hago mal. Lo que digo y hago es a conciencia; nunca hablo en caliente y sin saber. Quedate tranquilo que sé lo que digo. Nunca me voy a arrepentir por lo que dije. Algunas cosas no las volvería a hacer. Pero arrepentirme, no.
-¿Volvería a ser bolichero? El último entrevistado de esta sección fue un importante bolichero en Tandil y dijo que no volvería a serlo.
-Yo siií (con tono bien de tango, pregunta y hace montoncito con los dedos) ¿Cómo no voy a ser bolichero? Es lo más lindo que hay.
-Sigue yendo entonces.
-Y… no, ahora estoy en un cuarto intermedio, ja, ja.
-¿En los boliches también andaba a las trompadas?
-No. No. En los boliches, no (otra vez, muy arrabalero). A los boliches voy a ver minas, no a cag… a trompadas.
-Revisando los factores que hacen que usted sea el salvador del descenso (ver aparte) hay uno que parece que quedó afuera.
-A ver, decime.
-La pasión. ¿No será que usted es muy apasionado?
-Siempre. Siempre. Pero más allá de toda la pasión que uno le meta, eso no quita que suerte tenés que tener porque si Spinaci no hacía el gol sobre la hora el otro día, perdíamos. Y bueh…
-Entonces es un tipo afortunado.
-See, bah, me ayuda la suerte en todas las cosas buenas que hago. Es así. Tuve suerte en muchos equipos pero siempre ayudado por el laburo; uno conoce el palo, no es un improvisado, no es que voy a un club y no conozco los jugadores; naaa, ¿me entendés?, tengo claro un montón de cosas.
-¿Los detractores que quedan vienen por ese lado?
-Sí, eso a veces molesta mucho. Hay quienes se quedan con bronca por eso y es por envidia, les da bronca que me salga bien; no les gusta y yo lo sé, y como te dije: no me callo y no voy a cambiar ahora, porque si me dio rédito hasta esta altura de mi vida…. Aunque no dirija nada. Fijate lo que es el destino: uno va salvando problemas y ahora estoy sin club.*
El método Caruso, según Caruso
-La Nación publicó el “manual” con las claves que lo hacen salvador del descenso. Y no habló de contagiar entusiasmo ni de azar sino de tres puntos: quitarle presión a los jugadores. Estudiar los rivales (y bloquear al mejor). Y jugadas con pelota parada. ¿Está de acuerdo?
-No. Para mí no hay un diagnóstico. Son varios.
-¿Cuáles?
-Primero, apenas llego, conocimiento del grupo, conocimiento futbolístico, no humano, porque a mí no me da el tiempo para conocerlos humanamente. Llego y tengo que empezar a laburar y no sé quién es bueno, quién es malo, quién hace las cosas bien y quién hace las cosas mal.
-Es que usted cae siempre en medio del incendio.
-Claro. Me tengo que arreglar con lo que hay. Siempre agarro equipos armados por otros técnicos, no por mí.
-¿Cómo sigue el “método Caruso”?
-De lo que tengo, busco los jugadores que más me gustan. Una vez que los tengo, empiezo a alinear el equipo, al otro día. Por ahí entre esos que me gustan tengo dos en el mismo puesto, entonces le busco otro puesto a uno de ellos, a ver si me puede rendir en otra posición. Y después voy equilibrando, mirando de todo un poco: cabeceadores, pateadores, algunos que manejen la pelota; un poquito de todo. Una vez que ya le encuentro la vuelta al equipo ahí los empiezo a laburar para cada partido.
-¿Ahí entra la famosa motivación anímica?
-Hay mil cosas. Cada partido los jugadores saben lo que van a hacer: los motivo, los entreno, los acomodo en campo, pero no es solamente un dejo de suerte o que los motivé y nada más.
-Dicen que al cargar usted con todo el peso mediático, alivia psicológicamente a los jugadores.
-Eso lo hago mucho. Les aviso: “Miren que yo me voy a dedicar a esa parte, ustedes no me contradigan, dejen que yo hable. Después hablen de ustedes, de cómo juegan, de esto, lo otro; pero de todo lo que yo pueda llegar a opinar, ustedes no se metan”. Ya lo tienen claro.
-¿Y nota que a los jugadores eso les gusta?
-No lo sé, pero tampoco me importa, la realidad es esa, porque yo tengo que manejar lo que es mejor para el equipo, no lo que le convenga a un jugador. Lo que me importa es que convenga al club que me contrata.
-¿Hay algún club en carpeta para volver a dirigir?
-No, no, hablé con algunos pero en carpeta no tengo nada.
-Es raro que usted no tenga alguna oferta concreta.
-Es así, ¿sabés por qué?, porque está bien que alguien tenga chances de dirigir un club, pero hoy muchos técnicos que recién empiezan y otros que no, que se regalan, se regalan, aceptan dirigir un club sabiendo que el técnico anterior no cobró nunca. Eso pasa en Quilmes y en tantos lados, ¿viste? Y yo no estoy de acuerdo en nada, ¡en nada!, y bueno, yo no voy a estar todo el día renegando por esas cosas. u