“Once Pernías le ganan a once Messis”
La sesión estaba pactada para las 11. El entrevistador llega 11.03 y Pernía, con el porte altivo de siempre, saluda muy educado pero no la deja pasar: “Terminaba el café y me iba. Para mí respetar lo acordado es muy importante”.
-Tiene razón. Le pido disculpas. Y ya que estamos largamos por ahí: siempre fue muy estricto, ¿no?
-Siempre fui así. Confieso que en lo deportivo no estoy arrepentido, pero en lo personal…
-¿En lo personal qué?
-Haber sido tan metódico. Por ahí ha hecho que no disfrute la vida como debiera.
-Usted colaboró. Fíjese: una vez dijo que para el jugador ‘los partidos de fútbol no son para disfrutar’.
-Nunca disfruté un partido. Lo podés disfrutar únicamente si vas ganando 3 a 0 y faltan diez minutos.
-Tampoco le faltó autoestima: hasta dijo que once Pernías le ganaban a once Maradonas.
-Sí, desgraciadamente para el fútbol, es así. Le gano, sí, seguro, mejor dicho: los Pernías les ganamos (Risas). Lo dije aquella vez y sigue siendo así: si se juega en serio, ganan los defensores.
-Dupliquemos la apuesta. A paridad de condiciones: ¿once Pernías le ganan a once Messis?
-¡Más fácil todavía! (carcajada). Es mucho más previsible. Una de mis grandes condiciones era ser muy rápido y ese tipo de marcador a Messi lo complica, no puede sacar diferencias. Mi hijo Mariano me dice ‘no sabés lo qué es’ pero yo lo veo y le adivino la jugada. Desgraciadamente para mí yo dejé decir que Pernía pegaba…
-Usted no pegaba, Vicente, ¡sacaba una motosierra!
-No, ¡nunca pegué! Siempre jugué fuerte. El marcador tiene que ser duro, como Perfumo, el mejor dos que vi. Pero jamás lesioné un jugador. Y ni siquiera creo que la gente diga que pegaba. Si no, que me muestren un video, a ver, dónde pegué una patada malintencionada.
-Lamento contradecirlo pero muchos creen que si hoy jugara usted no duraría diez minutos en cancha.
-¡Están equivocados! Hoy te echan mucho menos que antes. Ahora llegan a destiempo, pegan a destiempo, van mal, marcan mal, giran al revés. El nivel defensivo es alarmante. A mí me jugaba en contra que era tan metódico, demasiado, al punto que, tanto me costaba cambiar de grupo, que ni siquiera quería ir la selección.
-Imagino que debe estar harto de responder sobre aquel squetch de Mario Sapag haciendo de Menotti .
-Ja, ja, aunque no lo crea, ¡hoy mismo me lo recordaron!
-Se sabe que con Sapag charló tiempo después. ¿Y con Menotti?, que no lo convocó a la selección.
-Nunca. Después del Mundial (78) yo iba para la AFA –no concurría muy asiduamente, sólo cuando me echaban de un partido- y poquito antes de llegar vi que venía César. Treinta metros antes cruzó de calle.
-Él le debía alguna explicación.
-Seguramente. Yo no tenía ningún motivo para cruzar. Reconozco que César es uno de los técnicos que mejor ve el fútbol, pero su problema es que no trabaja, no cree en lo físico, que es la primera razón para jugar bien.
-No moría por ir a la Selección, pero que Menotti eligiera a Olguín, más allá del chiste eterno de que él era gracioso y usted triste, le dolió mucho.
-No me dolió, me pareció injusto. Olguín no era marcador de punta como yo, lo corrió para que yo no jugara. Se comentaba que estaba la orden de que no tenía que ir ningún jugador de Boca. Y no hubo ni uno…
-A fuerza de repeticiones algunos chistes se hacen realidad. ¿Es un karma eso que es ‘triste’?
-Noo, en absoluto, yo me río. Nunca me provocó inconvenientes ni me enojó, porque me lo tomo como algo natural. Si bien pareciera que ando todo el día amargado, serio, recio, mi corazón no es así, siempre lo digo: soy como soy y no soy lo que ven.
-¿La gloria de un título con Boca o el podio por el primer puesto de una carrera de TC?
-Ganar una carrera de TC no sólo es muy difícil sino que además es muy placentera la vuelta posterior a la bajada de bandera. Y un título en la cancha de Boca, también. Y ninguna de las cosas son fáciles.
-Supongamos que hay reencarnación: con qué largaría, ¿fútbol o automovilismo?
-Uhh, ¡ahora sí me puso en problemas! Si hoy tuviera 14 años y la posibilidad de un apoyo, haría todas las categorías para llegar a la Fórmula Uno. Y si me obligaran a elegir entre fútbol y automovilismo, y el fútbol es en Boca, ahí se me complica, porque no sabría.
-¿Un Pernía simpático hubiera estado en la selección de Menotti y hubiera sido técnico de Boca?
-Por lo menos hubiera tenido más posibilidades. Para ser técnico de Boca no, quizás para las relaciones públicas sí: noto que hay un grupo que está muy divertido, llego yo y ya todos se ponen más serios. Nunca quiero generar eso, pero ocurre, es mi personalidad, es mi forma de ser.
-¿Y si la explicación es que usted es un tandilense puro?
-Y… yo amo a Tandil, me sería imposible vivir en otro lugar y amo a la gente tal como es, dicen que es especial y sí, yo la quiero así porque para sentirme bien yo tampoco necesito que me den una palmada ni que me recuerden lo que hice. Basta sentirme uno más, que tuvo la suerte de salir campeón del mundo con Boca y pelear tres o cuatro campeonatos en automovilismo y que sabe que lo más importante es cómo se comporta uno, sin necesidad de mentirle a nadie. u
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Del rudo lateral derecho
al ex piloto que habla de
disculpas y bajar tensiones
La ductilidad del Tano Pernía para los deportes no deja de sorprender ni siquiera a sus 66 años.
El primer golpe de efecto fue su paso –exitoso- del fútbol (como célebre número cuatro de Boca y la Selección) al automovilismo (Turismo Nacional) cuando aún no había dejado de ser estrella en el xeneixe.
El giro consagró pronto varios primeros puestos y hasta un subcampeonato en Turismo Carretera.
Más tarde el destino lo llevó a probar con los palos de golf y si bien ese capítulo quedó reservado al plano íntimo, la historia se repitió el día que el Chino Fernández -nada menos- lo vio y felicitó por la pegada.
Y cuando la vitrina de los premios se resignaba a esperar que en la casa tandilense los galardones lleguen exclusivamente de la mano de la nueva generación de los Pernía, el padre volvió a romper los esquemas: hace muy poco sintió curiosidad por el billar y, ¿sorpresa?, Vicente Alberto probó y ya se trajo varios premios.
-¿Hay una explicación para semejante facilidad en todas las disciplinas?
-No la tengo, pero soy consciente de que si algo me ayudó a triunfar en lo deportivo son dos cosas ‘malas’.
-¿Malas?
-Sí, porque son esas cosas que me llevaron a ganar títulos que fueron, si quiere, medianamente importantes. Hablo del orgullo y del amor propio, armas que hoy no necesito y ya no las quisiera tener, aunque a veces, desgraciadamente, me brotan.
-Le está pidiendo mucho a un tipo que hizo del temperamento una forma de vida.
-Sí, pero sé que más allá de esos arrebatos que cada tanto me surgen, yo fui un tipo rudo en la cancha que hoy es de lo más pacífico. Y me gustaría que esa experiencia sirva.
-¿Sirva?
-Que sirva para pedir a la sociedad que, por ejemplo, tratemos de rezongar menos en la calle, que aceptemos más los errores que todos cometemos. Pedir disculpas es lo más sano y sirve para hacer una ciudad más linda, más tranquila, porque Tandil está un poquito excitada. A veces hasta tengo miedo de tocar apenas la bocina porque enseguida reaccionan. También me ha sucedido que alguien que reaccionó mal me reconoció y enseguida ha dicho, ‘uy, perdón, Tano, disculpame’ y no es así: debería controlarse con todos. No hay por qué enojarse, o por lo menos hay que intentar no enojarse, ¿por qué? Porque el gran problema que tienen los chicos hoy es que no tienen un ejemplo donde mirar, hoy cada cual piensa en sus cosas, y el otro que se la arregle. Por eso los chicos dejan de creer en nosotros. u