Pasa por el diván Gustavo Peña
Con un perfil más reflexivo, el otrora fogoso arquitecto cuenta la evolución de un personaje que no perdió la pasión ni la mirada artística en cada asunto que le toca abordar
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-¿Tiene idea por qué siempre fue todo un personaje en la ciudad?
-¿Un personaje?, no sé, tal vez sea porque me gusta decir las cosas a quien sea cuando hay que decirlas.
-Rebelde.
-Todos dicen eso. Yo no estoy muy de acuerdo, pero sí, he tenido momentos de calentura, me he peleado con mucha gente. A veces me he arrepentido y a veces no, y al día de hoy volvería a hacer exactamente lo mismo. He sido muy impulsivo en la facultad, en las obras, en la Municipalidad, pero ya no lo soy tanto.
-¿Qué sucedió?
-(Se pone muy serio) Me fueron pasando algunas cosas y fui cambiando.
-Y siempre muy cool, muy paquete.
-Sí. Me gusta más Bernard Shaw que Roberto Arlt, sin dudas.
-Con toda sinceridad: ¿soñaba con ser arquitecto o músico, como John Lennon?
-(Risas) Usted sí que es malo. A ver: si hoy tuviera 18 años empezaría arquitectura otra vez.
–De todas formas a ese rock que tanto le gusta lo pudo ligar con su profesión. Hizo Liverpool.
-Sí, ahora lo está reformando Martín Gandolfo, un colega al cual respeto. También hice varios boliches -Bartolomé, Perdón Ramón, el Hípico, Molly Malone-. Siempre surgen determinadas calidades de trabajo con las que uno se engancha y otras que no las hubiera querido hacer nunca.
-¿Por ejemplo?
-El arreglo de una bóveda familiar en el Cementerio Municipal. Uno puede intentar poner todo lo artístico que quiera, pero eso sí que lo hice por obligación. Encima empujé la puerta, entré y después la puerta se cerró. Cuando quise salir ¡no tenía picaporte adentro!, claro, quién va a querer salir de ahí. Pateé hasta que vinieron los albañiles. Pero no me quejo, también hice casas en los countries sobre las laderas de las sierras y me gustó.
-¿Usted haría su casa en un country?, algunos opinan que por acá no tiene sentido alejarse del centro para quedar uno al lado del otro en la sierra.
-Creo que no me la haría. También quisiera saber de los que viven en los tres countries cuántos son de Tandil. Una de las casas que hice en el Valle de Tandil es de un tandilense que vive en Uruguay…
-La casa bien vistosa no es lo suyo.
-Nooo, esas obras para trascender desde uno mismo, no. Yo soy más simple.
-¿Dónde viviría?, ¿Puerto Madero?
-¿Puerto Madero? Por favor, está lleno de… (se frena)
-¿Dónde entonces?
-Me gusta la casa donde vivo, en Santamarina al 500, que no se ve desde afuera porque está en el centro de manzana, ¿ve? soy más simple. Me gusta comer bien, tomar un whisky bueno, tener más de una guitarra, porque hay que tener más de una: hay que tener una de seis cuerdas, una de 12 y una eléctrica, si es Fender Stratocaster, mejor.
-Si se pone exquisito con la arquitectura una alternativa sería irse a Azul, ¿no?, siempre se dijo que el estilo de las casas antiguas de allá es muy superior al de Tandil.
-No me iría ni loco. Azul es de esas ciudades que tuvieron un pasado glorioso donde la arquitectura se manifestó con fuerza pero no me iría ni loco: todos los días perdería una hora para venir y otra hora para volver a Tandil.
-En las últimas décadas Tandil se fue llenando de edificios casi en serie, ¿qué opina?
-Si se hacen y se venden y están llenos de gente algo debe pasar, se debe estar necesitando algo de eso.
-¿En qué lugar se ubicaría como arquitecto?, ¿arriba de todo?
-Si hablamos de calidad de arquitectura no me considero el mejor, pero sí creo que estoy entre los de arriba del todo en Tandil.
-Le tocó atravesar momentos muy tristes. ¿De dónde sacó fuerzas para superarlos?
-¿La verdad? Le debo la vida al doctor Jorge Garaguso, a mi suegra y a mi mujer Georgina Sirito, y a mucha gente que sigue estando al lado mío, un montón de amigos que no se van cuando surgen circunstancias extremas. Todo ellos me ayudaron con ganas.
-¿Está bueno ser Gustavo Peña?
-Está bueno. Tengo amigos de todos los estratos sociales y en todos los lados donde trabajé veo que se genera respeto, afecto. Acá y en otras ciudades. Creo que si me presento a elecciones en San Manuel por ejemplo, afano. Debe ser porque algo hice bien. Y sé por dónde viene la mano: mi papá me enseñó a decir la verdad. Saber decir que sí y saber decir que no. Me lo enseñó de chiquito y le hice caso.
FICHA PERSONAL
Gustavo “Ruddy” Peña
60 años.
-Cursó primara y secundaria en el Colegio San José
-Se recibió de arquitecto en la Universidad Nacional de Mar del Plata
-Realizó un posgrado en la Universidad de Belgrano.
-Entre sus principales obras se destacan en Tandil la hostería La Protegida, el banco HSBC, la reforma del salón del club Hípico y casas en los countries del Golf y Valle de Tandil.
“¿Mi mejor trabajo? El que más me gusta no está en la ciudad sino en Tigre, una casa lujosa en el barrio Santabárbara”.
La plaza olvidada
Aunque su perfil profesional lo vincule al mundo de coquetas obras privadas, Gustavo Peña no pierde el sueño por la estética o la calidad de obra de las construcciones que día a día van configurando un nuevo paisaje urbano en Tandil. “A mí me preocupa más una cosa pública”, sostiene.
-¿Cuál?
-Una obra que muy poca gente le da pelota: la plaza del Tanque de Agua. ¿Vio lo que es el tanque?, ¿vio lo que es la plaza? ¡Es buenísima! En análisis urbano esa plaza es lo que se llama un hito, una obra determinada que marca al resto: “Esto está del Tanque de Agua para allá o para acá”, y acá nadie le da ni cinco de pelota salvo esos pel… que pintan graffitis sobre el tanque.
Lunghi, que ha arreglado tan bien tantas plazas, tendría que arreglar un poquito los bancos, un poquito las luminarias.