Qué es de la vida de Pipo Pescador: mudanza y anonimato

Con 75 años Enrique Fischer, más conocido como Pipo Pescador, ya no tiene planes de subir a un escenario ni de estar frente a una cámara, sin importar cuánto le gusten sus canciones ni cuánto las extrañe su público, cada vez con la infancia más lejana. Por esto, el entrañable cantautor se mudó a vivir a Alemania con su familia.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailFischer, Pipo, disfruta del anonimato en Eberbach, una localidad a 100 kilómetros de Frankfurt. En ese sitio lo conocen como "el señor argentino de la casa blanca y grande" o "el abuelo de Lucas", de 11 años, según contó el cantautor a la revista ¡Hola!.
La "casa blanca y grande" tiene cuatro pisos: en la planta baja está el taller de luthería de su yerno, Guillermo Burgos; en el primer piso vive él, en un departamento de 100 metros cuadrados independiente; en el segundo nivel están los aposentos de su sobrino, también llamado Lucas, y la buhardilla está habitada por su hija Carmela y su propia familia.
La comunidad familiar tiene encantado a Pipo Pescador, que lamentó perderse la infancia de sus hijos y nietos en pos del trabajo. También está la cuestión de la calidad de vida en Alemania, y hasta tiene en Berlín a su nieta Guillermina, de 20 años, que estudia Arquitectura.
"Y otra cosa que me empujó fueron esas típicas preguntas: '¿Usted es Pipo Pescador? ¿Por qué no está más en la televisión?'. '¿Usted es Pipo? ¡Pero qué viejo está!'. Para mí, que había dado por terminada mi etapa de actor y animador, la popularidad se volvió una carga horrorosa", reconoció.
"Acá yo soy el señor argentino de la casa blanca y grande, soy el abuelo de Lucas... Nadie sabe que soy Pipo Pescador. Acá Pipo, el famoso, no existe", declaró el intérprete de "El auto de papá", satisfecho con su anonimato.
Como es una costumbre difícil de desarraigar, Fischer todavía toca música pero ahora son tangos y milongas con su yerno, uno en el piano y el otro, en guitarra.
"Vamos a Múnich, a Berlín y hacemos música en vivo en las milongas para que los alemanes bailen. Pero nada de Pipo, acá soy Enrique Fischer", contó el intérprete, que además empezó a aprender el oficio de Burgos.
Por lo demás, los nuevos pasatiempos del cantautor infantil son viajar por Europa (cosa que dejó de hacer por la pandemia) y darle de comer a los cuervos que lo visitan en su ventana.
La casa está llena de antigüedades que Fischer seleccionó, incluido su acordeón, que ya no toca, los libros con sus canciones y hasta algunas de sus boinas.
El día en Eberbach empieza con una caminata de 4 kilómetros por el bosque, "haya sol, llueva o truene", pero luego sigue con actividades más relajadas, como la lectura, charlas sobre ópera con un vecino, o la cocina ("me salen muy bien las empanadas y la paella, que aprendí a hacer en España") y el asado en el jardín.
"Para mí, Argentina es Gualeguaychú, son mis hermanos, el Buenos Aires de mi juventud... Eso es lo que extraño porque la cotidianeidad con la gente que quiero la sigo teniendo a través del teléfono, las videollamadas, el Skype", convino.
"No puedo extrañar porque todas las mañanas hablo con mis hermanos y sé todo de ellos y mis sobrinos. Además, yo no soy el típico argentino aferrado a la torta frita", confesó entre risas Fischer, que se describió "alemán por parte de padre", pero también por elección.
La visita a Argentina está pendiente: "ahora estoy planeando un viaje para abril porque desde que vine, no volví", contó Fischer después de siete años en Alemania.