“Quiero mucho a mis hijos como para desearles que sean bolicheros”
Pasa por el diván David Esteban Marcassó: otrora mandamás de la noche tandilense en el tándem con Sandra Maqueira, el empresario que hoy busca consolidar otros rumbos analiza aquella etapa que celebra haber dejado atrás
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-¿Cuál sería la respuesta cuando preguntan ‘ocupación’? ¿Bolichero? ¿Empresario?
-‘Bolichero’ es horrible. Me pesa y le pesó a todos los que por entonces estuvieron a mi lado y me quisieron. No me identifica, por más que lo he sido más de 25 años. No reniego, pero me encanta que sea etapa terminada.
-Esa respuesta pareciera corroborar que la mala fama del rubro está bien ganada.
-Sí, muchas veces se hicieron -perdón, hicimos- las cosas mal, muy mal, involuntariamente. Son negocios que uno pone en la adolescencia y la inexperiencia te lleva a equivocarte, muchísimo. Y como siempre, muchas cosas se aprenden cuando ya es tarde.
-Y eso que estamos hablando del sueño del pibe para muchos: tener un boliche propio.
-Creo que todo el mundo ha querido tener un boliche en algún momento. Pero yo no volvería a tener ni me gustaría que alguien querido tenga boliches: son muchos más los que te odian porque jugás un rol que no cae bien, desde el simple ‘tenés que pagar la entrada’ hasta el mito ese que endiosa al dueño y despierta envidia o enojos. El boliche es joda y la gente no entiende que es tu trabajo, un trabajo sacrificado y triste.
-¿Triste?
-La noche es triste. Por los estados de ánimo, por las peleas, por las discusiones con tu pareja. Se viven noches fantásticas y se gana mucho, sí, pero también está la etapa en que abrís a las 22 y se hacen las 23, 24, la una y no llega nadie. No hay cosa más triste que un boliche vacío a la espera de gente que no va a venir.
-¿Por qué la gran mayoría de los bolicheros de Tandil no termina con fortuna?
-Porque la noche invita a la desprolijidad, te envicia de muchas cosas y se necesita mucha conducta para esquivarlas. Pero hoy hay gente que la ha hecho bien, se fue puliendo en la profesión a través del tiempo y le ha ido muy bien, pero a la mayoría es cierto que no.
-Pablo Fernández, de Sol Tropical –que debe ser uno de esos que logró esquivar las trampas- no acepta entrevistas: ‘Diga lo que diga va a ser para peor’, dice. Y no viene al diván.
-Coincido en un ciento por ciento. De hecho, dudé mucho porque si bien que te llamen para una entrevista no deja de ser un halago, visto desde lo que es la noche uno se expone y la gente te baja o te sube y cualquier cosa que digas, algunos te van a apoyar y otros -muchos más- van a tirar palos y uno ya no tiene ganas de recibirlos.
-David Marcassó es el lado no visible de una sociedad que tuvo al frente a un verdadero personaje de la ciudad: Sandra Maqueira, ‘la reina de la noche’ para muchos.
-Sí, fui el lado no visible. Sandra es mi amiga y es, por mucho, más buena persona que bolichera.
-Epa, ¿qué significa eso?
-Hemos discutido mucho, la quiero muchísimo, pero hoy no coincido, ¡en nada! Sandra en lo suyo fue lo más exitoso que tuvo Tandil, participó de los boliches principales y yo viví algo similar, pero su estilo hace que todo sea más explosivo. Hay un cóctel de situaciones de su vida que la hacen más interesante que cualquiera pero también más vulnerable y a mí me gustaría cuidarla, lo digo, claro, desde lo que es mi punto de vista.
-Evidentemente habla alguien que busca otros caminos, ¿queda pasión después de tanto recorrido?
-Me entusiasman los proyectos nuevos, me gustaría ser un empresario exitoso, pero desde la teoría, ¿desde la práctica?, me parece que conlleva un costo altísimo, que implica salud y resta tiempo para dedicarle a la gente que realmente quiero.
-Los empresarios locales que forjaron una posición económica extraordinaria partiendo de cero, en su mayoría tienen poco estudio. ¿Por qué ellos sí triunfan y los bolicheros no?
-Pienso que lo que vale muchas veces es la actitud y el riesgo que se corra. Y aún así a veces las cosas no salen. No desmerezco al estudio, al contrario: a mis hijos les diría que estudien, pero creo que con viveza y sobre todo con sacrificio y asumiendo riesgos también se puede. A esta altura tengo una galería de fracasos que me llevan a equivocarme menos y a que algún éxito aparezca. Podría haberme quedado haciendo luces en la cabina de Studio 51 para siempre, pero intenté ser DJ, ser encargado, ser el dueño. Y lo fui logrando.
-¿Y si los hijos quisieran hacer ese recorrido?
-No les digitaría la vida pero sí les aconsejaría que no sean bolicheros. Les aconsejaría que estudien y si pueden ser audaces, mejor, pero bolicheros no. Los quiero mucho como para desearles que sean bolicheros. u
Por las noches la soledad (de los bolicheros) desespera
A los 42 años David Marcassó levanta la copa cada vez que recuerda que ya no es bolichero y suspira aliviado de su suerte actual cuando alude a Bersuit Vergarabat para profundizar el concepto más veces reiterado durante la entrevista: “Por las noches la soledad desespera”.
Sin embargo, no se corrió tanto de aquellos lugares. Más bien se podría decir que lo que corrió fue el reloj de su trabajo, porque a la par de su empresa constructora es socio propietario de un café céntrico y de un local que ya no es bailable pero sí continúa con las puertas abiertas como salón de fiestas.
Su recorrido evoca otro personaje que dejó huellas en varias generaciones de la noche tandilense: Mario Fernando Anuncibay, de algún modo mentor, entre otros, de David Marcassó.
-El ‘Vasco’ hizo, años antes, la senda de DJ, dueño de boliche, constructor, dueño de un bar. ¿Fue el modelo a seguir o las cosas se dieron espontáneamente de esa misma manera?
-Lo he pensado muchas veces. El ‘Vasco’ ha sido un gran referente en mi vida. Hoy lo quiero y lo admiro más del lado de la amistad. Estamos por caminos muy diferentes.
-Evidentemente la palabra ‘bolichero’ algunos la viven como un estigma. ¿Nadie advirtió en aquel entonces que era un mundo complicado?
-Sí, el gran Marcelo García me dijo: ‘Manejá el boliche como una empresa, no como un boliche’. Y la verdad que ese es el gran error que cometimos muchos al principio. El público no toma al boliche como un negocio, como si fuera una panadería donde pedís el pan, lo pagás y listo.
-Es entendible: el dueño siempre tiene alrededor las chicas más lindas, los tragos le resultan gratis, gana mucha plata y otras ventajas.
-Sí, puede ser eso de las chicas pero no es así como parece, ni tampoco los tragos son gratis, también los pagás como pagás el alquiler del lugar, los empleados, todo. El riesgo es enorme y es tuyo. Por eso hoy disfruto mucho más de seguir en el rubro gastronómico pero sin tanta exposición. Hoy prefiero ser la antítesis de un bolichero, busco la felicidad y la felicidad es disfrutar más cosas junto a mis hijos, estar en casa, en paz, dedicándole tiempo a los que realmente quiero.