"Tandil era una fiesta", de Néstor Di Paola
“Tandil era una fiesta”, de Néstor Di Paola
Nuestro compañero Néstor Dipaola está de festejo y por partida doble. En primer lugar, porque acaba de publicar un nuevo libro, que se suma a la decena y algo más de trabajos de su autoría. Y porque el título es “Tandil era una fiesta”. A pesar del tiempo pasado (“era”), se lo ve muy contento y no para de festejar.
Es un tema novedoso y que nos trae a la mente aquel recordado “París era una fiesta”, de Hemingway. El propio Néstor, en la introducción, especifica al respecto:
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“No podríamos comparar a esta comarca casi del fin del mundo, con aquel París festivo de un siglo atrás, que describió con singular fineza el gran Hemingway en su brillante obra en la que entremezcla realidad con ficción. Para el caso específico de Tandil, nos hemos apoyado en documentos de archivos y en relatos de los protagonistas, testimonios orales realmente significativos. Y algunos entrevistados, en medio de la nostalgia, la sonrisa y alguna lágrima, nos han dejado la frase del título, estampada en la cinta del grabador”.
-¿A qué frase nos referimos, alguna en especial?
-Sí, por ejemplo el relato de Moncho.
-¿Te referís a Techeiro?
-Claro, en una entrevista para La Vidriera del año 2002. Vale la pena citarla, es la siguiente:
“Noches de ventanas abiertas y serenatas. Nos recibían con agrado y además de quedar bien con la chica que nos gustaba, ligábamos una sidra o cerveza. Después nos decían generosamente que nos fuéramos, porque querían dormir. Y nos íbamos a bailar, entre los tantos lugares que teníamos para optar. Los de aquella época coincidimos en que TANDIL ERA UNA FIESTA, porque además dábamos un paso, cruzábamos la plaza y nos encontrábamos con enormes personajes de la cultura, desde Dipi Di Paola, Néstor Tirri y el Polaco Gombrowicz, pasando por Facundo Cabral y Osvaldo Soriano”.
-Una descripción maravillosa, ¿verdad?
-Sin duda. Y estamos hablando de “apenas” sesenta años atrás. Me imagino la felicidad del inmigrante español Manuel Suárez Martínez, cuando llegó a Tandil con apenas 19 años, un siglo y medio atrás, y pocas horas después se encontró con los festejos del 8 de diciembre por la Virgen de la Inmaculada Concepción, que ya había sido proclamada Patrona de Tandil. Y pocos días después, Navidad, Año Nuevo y Reyes. Y apenas un mes y medio más adelante, los carnavales de 1865.
IDENTIDADES CULTURALES Y EMOCIONES
-¿Es cierto que existen relativamente pocos trabajos de investigación histórica sobre estos temas?
-No sólo el tema de la fiesta. La historia del deporte es nueva también. Recién medio siglo atrás, Félix Luna escribió al respecto un editorial en la formidable revista “Todo es Historia”, que él mismo fundó en el año 1967. A partir de allí, fueron numerosos los artículos publicados sobre fútbol, boxeo, automovilismo y otras actividades deportivas en dicha publicación. Pero en los libros de “historia general”, ya sea de países o ciudades, es poco frecuente encontrar capítulos dedicados a los deportes.
-Pero en “La ciudad de las sierras” algo hay al respecto.
-Es cierto, pero a partir de un “mea culpa”.
-¡Epa! ¿Por qué?
-En las dos primeras ediciones no había incluido ese capítulo, hasta que recordé aquellas palabras de Félix Luna y me propuse investigar y publicar esa temática que para mi gusto, es imprescindible. Y refleja culturas e identidades, nada menos. Un festejo popular por un gran triunfo deportivo resulta algo inolvidable para quien lo vivió.
-¿Algún ejemplo en Tandil?
-Figuran varios en el libro, pero uno de los más recordados es el del domingo 19 de junio de 1960, cuando la selección de fútbol de Tandil llegaba campeona provincial, desde Mar del Plata. Fue un acontecimiento enorme e inolvidable, con la Plaza Independencia colmada de gente en ese atardecer de invierno. Y el Intendente Municipal de entonces, Juan Roser acudió presuroso a abrir las puertas del Palacio para que los jugadores saluden desde los balcones de la planta alta. Seis años antes, la gente había concurrido en gran número a la estación de trenes, para recibir al ciclista Alberto Ferreyra, que se había consagrado como doble campeón nacional, en la provincia de Entre Ríos. Fue tan importante su hazaña que la revista “El Gráfico” le dedicó varias tapas de la célebre publicación.
-¿Las romerías fueron realizadas solamente por la colectividad española?
-Ellos primeriaron… Hicieron la primera en 1881, pero luego otros grupos de extranjeros organizaron sus fiestas, por lo general en el llamado “Monte de las Romerías”.
-¿Cuántas manzanas abarcaba?
-Seis. Actualmente nos quedó una, que es la plaza 25 de Mayo. Pero originalmente el predio se extendía hasta la calle Roca y comprendía también la manzana posterior, es decir por la calle Maipú. Si tuviésemos hoy ese espacio la ciudad tendría un gran parque y un necesario pulmón verde en la zona céntrica. Pero no pudo ser.
-¿Había de todo en esas fiestas?
-Sí, porque había baile, puestos con juegos, otros con comidas y bebidas y por supuesto, un mundo de gente, sobre todo para fines de año y reyes, que como se recordará, hasta los tiempos de la última dictadura el día 6 de enero era feriado.
¡DOCE BAILONGOS EN UNA SOLA NOCHE!
-¿Y los carnavales?
-Un mundo aparte. Transcurrimos desde los denominados “carnavales bárbaros”, que describe Suárez Martínez en 1865, hasta los tal vez “demasiado” pacíficos de las serpentinas. El juego con agua fue todo un tema porque los inmigrantes europeos no lo conocían y ante los primeros enojos, había que explicarles de qué se trataba. Y pensar que eso también se ha perdido, al igual que los corsos multitudinarios con muchos miles de personas. Hay una foto en el libro, de un corso en la avenida Colón, del año 1951, en la que se muestra una multitud impresionante.
-¿Y luego de los corsos venían los bailes…?
-Hacia la medianoche, se acababa el corso y la juventud iba presurosa hacia los salones de los clubes, donde se organizaban los bailes. Llegó a haber hasta doce lugares simultáneos con bailes de carnaval en el viejo Tandil.
EL HIJO DEL CERVECERO…
-Volviendo al tema de los deportes, por lo que he podido apreciar a través de la lectura del libro, fueron bastante particulares los comienzos de cada actividad.
-Investigamos y publicamos en este libro los orígenes de los tres deportes populares por excelencia en la Argentina, es decir fútbol, boxeo y automovilismo, mencionados por orden de aparición. Sí, es cierto, son historias apasionantes y al mismo tiempo con anécdotas muy divertidas. En el caso del fútbol, el protagonista principal, Teófilo Henault, hijo del cervecero del pueblo, quiso sorprender a sus amigos y trajo desde Buenos Aires, una pelota de cuero, a fines de 1902. Fue la primera que hubo en Tandil.
-Terminó sorprendiendo a los amigos y a unos cuantos más…
-Impresionante. El joven Teófilo jamás hubiera imaginado la revolución que armó en poco tiempo. Aquel puñado de amigos se transformó en una legión increíble de interesados que se sumaban domingo tras domingo. Y todo ello, es cierto, con detalles muy pintorescos en el medio, como la carta que en 1905 le mandaron al intendente de entonces. Para el caso del comienzo del boxeo y del automovilismo, se contabilizan también hechos capaces de generar amplias sonrisas en los lectores…
¡SE ACABÓ LA FIESTA!
-¿Qué es eso de “las cosas que ya no vuelven…?
-“Nostalgias… de escuchar tu risa loca”, nos dice el tango. Mucha nostalgia, por lo mucho que ya no volverá. Ya nada será igual. Ni los carnavales “bárbaros” ni los “disciplinados”. Ni las romerías multitudinarias ni los bailongos con tres mil personas. Ni boliches de la magnitud de la legendaria confitería Grisby. Ni las decenas de miles de personas con el Turismo Carretera. Y ni podremos gritar “Tandil campeón” en fútbol, ya que no se hacen más los torneos provinciales y argentinos por selecciones. ¡Es muy fuerte!
-Cuando hablamos de que “se acabó” la fiesta, ¿nos referimos a la fiesta callejera?
-Fundamentalmente es eso. Un cambio enorme. El primer gran golpe fue dado por la llegada del televisor a los hogares. Luego fueron llegando las películas para ver en casa, los video clubes, Netflix ahora, los celulares y demás. Es como si el sistema capitalista salvaje que atravesamos, fue inventando todo eso a modo de mensaje subliminal. Sin que la gente se dé cuenta, se fue quedando en casita. Y mucho antes de la pandemia. Del mismo modo que se reprimen manifestaciones pacíficas y por causas justas, al sistema tampoco le gusta demasiado ver gente en las calles, ni siquiera para festejar.
-¿Quedaron cosas en el tintero?
-Todas las historias son abiertas. La búsqueda es permanente. Ojalá pueda haber una segunda edición para anexar elementos. Por eso, quienes posean recuerdos, fotografías o apuntes para remitirnos, será todo muy bien recibido en el correo electrónico: nestordipaola@gmail.com
-Como lectora, me encantaron además, el prólogo y el arte de tapa, por ejemplo.
-Uh, sí, claro, y no es para menos. He tenido la fortuna de que este libro haya sido prologado por uno de los más grandes escritores de la ciudad de todos los tiempos, el doctor Marcelino Irianni. Y el arte de tapa y contratapa pertenece a Malu López, una joven y eximia artista plástica que está llamada a ser una figura de las artes tandilenses que trascenderá nuestra frontera.