El próximo 24 de febrero se cumplirá un año desde que comenzó el Juicio “La Huerta”, en el que se juzgan crímenes de lesa humanidad cometidos en Tandil y parte del centro de la provincia de Buenos Aires.Como se sabe, se sientan en el banquillo 26 acusados, entre exmiembros del Ejército, fuerzas de seguridad, empleados del Servicio Penitenciario y civiles como los hermanos Emilio y Julio Méndez, por delitos cometidos contra casi 120 personas.Tras el receso fijado por la feria judicial, el pasado viernes se retomaron las audiencias en el Tribunal Oral Federal de Mar del Plata la número, donde se desarrolló la número 24, la cual fue retransmitida vía videoconferencia en el Aula Magna de la Unicen.&nbsp;A modo de balance por el primer aniversario del Juicio, que coincide con el reinicio de las declaraciones, fue consultada la periodista Soledad Restivo, quien en el marco de su trabajo para la Universidad del Centro cubre el conjunto de las actividades en torno al proceso judicial.<figure class="image"><img src="https://cdn.eleco.com.ar/media/2023/02/restivo_soledad_unicen_08_02_23_1.JPG" alt="Restivo Soledad- Unicen 08-02-23 - 2"><figcaption>“Tenemos que poder ligar la importancia que tienen estas causas con lo que nos sucede hoy como sociedad”, planteó Restivo</figcaption></figure>Por determinación del Tribunal, las audiencias de “La Huerta” no se transmiten de manera pública. Por lo que las crónicas de la periodista son prácticamente el único registro a partir del cual la ciudadanía puede conocer de primera mano los relatos de cada uno de los testigos.Su trabajo, que puede leerse en el<a href="http://agenciacomunica.soc.unicen.edu.ar/index.php/derechos-humanos/la-huerta"> sitio de la agencia de noticias Comunica</a>, de la Facultad de Ciencias Sociales de la Unicen, da cuenta de las voces de las víctimas en primera persona, de las vejaciones a las cuales fueron sometidas, de los sitios en los que reconocieron haber estado, así como las menciones a sus captores, agresores y torturadores.Durante la audiencia llevada a cabo el viernes brindaron declaraciones Oscar Porcaro y su esposa Ana María Illescas a través de video conferencia desde Italia. Luego fue el turno de Jorge Persson, quien lo hizo desde la sede de la Unicen.&nbsp;De acuerdo a la crónica de Restivo, los tres testimonios se relacionan con las detenciones, secuestros y torturas a militantes que realizaban una volanteada el día 22 de agosto de 1975, frente a la fábrica Buxton de la ciudad.En diálogo con El Eco de Tandil, Restivo repasó el año del Juicio, sus principales avances y contribuciones para comprender cómo operó la dictadura cívico militar en la región, las etapas que se proyectan y la esperada sentencia. A su vez, reflexionó sobre los desafíos de periodistas y comunicadores para vincular el tema a la realidad del presente.<h3>Lo que dejó la primera etapa</h3>En cuanto a datos precisos, la audiencia llevada a cabo el viernes fue la número 24, y hasta el momento declararon alrededor de 70 testigos. Por tratarse de crímenes perpetrados hace casi 50 años, hubo casos de víctimas que por cuestiones de salud no pudieron presentarse ante el Tribunal.En este sentido, Restivo destacó el trabajo realizado por el equipo de acompañamiento a las víctimas, quienes ad honorem están en contacto con los declarantes, siguen de cerca el proceso a partir del cual éstos toman la decisión de presentarse en las audiencias, y acompañan no sólo a las víctimas sino también a sus familiares.&nbsp;Tras un año de juicio, la sentencia podría definirse a fines de 2023 o comienzos de 2024 Entre las próximas dos o tres audiencias culminará el tratamiento de los casos que abarcan a los centros clandestinos de detención ubicados en Tandil, y se dará pasos a los de otras zonas, como la ciudad de Azul.&nbsp;Las víctimas son tanto de Tandil y Azul como de Olavarría, Las Flores y Mar del Plata, por lo que Restivo definió a “La Huerta” como la “mega causa del centro de la provincia de Buenos Aires”.&nbsp;“Estamos acostumbrados a escuchar la palabra mega causa cuando hablamos de centros &nbsp;urbanos como La Plata, Buenos Aires o Córdoba pero realmente esta es nuestra mega causa, ya que da cuenta de todo el circuito represivo en esta zona, de cómo se vinculaban cada una de las piezas represivas de las fuerzas que estaban involucradas y cómo tenían un rol en cada una de las etapas de los secuestros, de las torturas, de las muertes y las desapariciones”, consideró la periodista.En este sentido, señaló que el primer año de “La Huerta” dejó “algunos datos respecto de cómo funcionaba este sistema represivo que abarcó todo lo que conocemos con la como la Subzona 12”, de acuerdo a cómo la última dictadura había denominado a la región.Otro de los aspectos que la periodista destacó del primer año de audiencias fue la repercusión en el tiempo de los crímenes, que a casi 50 años de haberse cometido continúan resonando tanto en las víctimas como en su entorno personal y afectivo.“Cuando escuchás los testimonios de los hijos y de las hijas te das cuenta de que el daño no terminó con el secuestro, la tortura, la muerte o la liberación de sus padres y sus madres. Los efectos no se borran, se mantienen como cicatrices, a veces curada otras veces no, pero lo cierto es que están allí. El daño se reactualiza”, sostuvo.El momento del testimonio, expresó Restivo, posee una dimensión reparadora por el hecho de hacer público lo sucedido, ante la sociedad y muchas veces, incluso por primera vez, ante la propia familia de las víctimas. Pero también es una instancia de re victimización.“Nos enteramos que muchos de quienes dieron testimonio nunca lo habían contado en el seno familiar y el haberlo hecho en este juicio fue una liberación para ellos y un gran estruendo dentro de la familia, porque a pesar de que algo se sabía, de golpe está toda la verdad sobre la mesa”, describió.Agregó que “lo mismo sucede con aquellas personas de la sociedad civil y que actuaron en complicidad con la dictadura y que fueron nombrados por los testigos”.<h3>La complicidad civil y eclesiástica</h3>La primera etapa del juicio, consideró Restivo, permitió también hacer foco en las complicidades civiles de la última dictadura. Más allá de los roles, ya descriptos y probados en el marco de otros procesos judiciales por sectores empresariales, la periodista se refirió a “toda una lógica de participación cómplice de la sociedad civil”.Puso como ejemplo declaraciones en las cuales se mencionó “a un médico en particular, a una enfermera en particular que iban a ver cómo iba la tortura, miraban los signos vitales y si ese preso no estaba al borde de la muerte le daban el visto bueno a los torturadores para seguir”.&nbsp;Del mismo modo, precisó, fueron nombrados en el marco del juicio representantes de la Iglesia Católica, “básicamente dos o tres curas que actuaron no dando apoyo a las familias, disuadiendo la búsqueda de sus seres queridos desaparecidos, o estando en los lugares de tortura sabiendo lo que pasaba y obligando a quienes eran torturados a delatar”.<h3>El circuito represivo</h3>Tras haber presenciado, cubierto y realizado una crónica de cada una de las audiencias, Soledad Restivo trazó un patrón común observado en la mayoría de los casos, los cuales dan cuenta de un circuito similar al que fueron sometidas las víctimas en la región.Así, relató que tras concretarse el secuestro, las víctimas eran trasladadas a comisarías. La Primera fue una de las más indicadas en los testimonios, pero también la Segunda, así como se mencionaron casos en los destacamentos de los cuarteles de Tandil.&nbsp;Allí las víctimas no eran ingresadas como presos comunes, por lo que carecían de garantías mínimas. Durante las primeras noches comenzaban a vendarles la cara, o a colocarles capuchas, para luego ser trasladados a lugares señalados como la “Quinta de los Méndez” y en particular “La Huerta”.En dichos sitios las víctimas eran sometidas a torturas durante la noche, para ser trasladados antes del amanecer de regreso a las comisarías. Esto solía repetirse durante varias jornadas consecutivas.&nbsp;La tortura podía llegar a detenerse por días, incluso meses en los que las víctimas continuaban detenidas, sin motivo. En algunos pocos casos, precisó la cronista, eran liberados. Pero en su gran mayoría, eran trasladados a penales a los que ingresaban por una causa que se determinaba en el momento.&nbsp;<h3>Hacer circular la información</h3>La periodista trabajó cubriendo otros procesos judiciales, como la “Causa Moreno”, en la cual fueron condenados los hermanos Méndez, y “Monte Pelloni 1”. Sin embargo, destacó a “La Huerta” por su extensión.Con el objetivo de que la información circule y llegue al conjunto de la ciudadanía, Restivo estuvo presente en cada una de las audiencias realizando coberturas completas que plasmó en crónicas detalladas, disponibles de forma pública y gratuita en el sitio web de la Agencia Comunica.“Hay un compromiso muy fuerte de mi parte de no faltar a las audiencias, porque si no voy no existe registro de lo que sucede, sobre todo porque el Tribunal no aceptó que se transmitiera online como sí se hace y se ha hecho en otros juicios”, expresó.“En cada audiencia tengo que estar y es fuerte, porque tienen una gran carga de impacto emotivo”, agregó.Sin embargo, pese a que cada una de las dos audiencias en las cuales el Tribunal se trasladó a la ciudad convocaron a un gran número de personas y a partir de las mismas aumentó la atención pública por el juicio, la periodista consideró que “estamos en el pico más bajo de interés por estos temas”. En este panorama, consideró, se abre un desafío para todos los comunicadores.Dicho desafío, sostuvo, tiene como punto principal vincular la información en torno al juicio con la realidad actual. “Tenemos que poder ligar la importancia que tienen estas causas con lo que nos sucede hoy como sociedad”, planteó.En ese aspecto se refirió a la necesidad de comprender el porqué de la importancia de hechos sucedidos hace más de 45 años. “Entonces se implementó un plan económico que se llama neoliberalismo y que es hoy el que estipula cuáles son las reglas del juego y que nos mantiene con brechas económicas donde los ricos son muy ricos y los pobres muy pobres”, argumentó.“Los argentinos y argentinas tenemos que tomar dimensión de cómo hacemos para mantener eso, porque los derechos que se vulneran hoy tienen que ver con los derechos que se vulneraron antes”, concluyó.

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