Más de medio siglo lleva Raúl Alberto Laffargue en su puesto de diarios y revistas de Santamarina y Marconi.

“Beto”, nacido en Necochea y criado en Claraz, es dueño de un sitio ya icónico en la historia comercial de la ciudad.

En una época adversa, en la cual publicaciones en papel parecen comenzar su agonía, mantiene un núcleo de clientes que lo acompañan casi desde el “vamos”.

Atrás quedaron las épocas de bonanza, con filas de personas a la espera de su ejemplar de diario y sucesos históricos que “movían la aguja” considerablemente en término de venta.

Con horarios y stock acotados, pero siempre dispuesto a continuar dando batalla y perseverar desde el entusiasmo, Laffargue permanece firme en su espacio, en el cual recibió la visita de El Eco de Tandil:

“Estoy en este kiosco desde 1970. Mi oficio era el de alambrador. Cuando llegué a Tandil fui a trabajar en la estancia La Esperanza, de Magnasco. Desarmamos todos los tambos, y después nos mandaron a la ruta 3, por la misma tarea. Ese fue el primer trabajo que hice en la ciudad”, comienza repasando.

Laffargue - 7 — Laffargue, en su puesto laboral de los últimos 53 años.

-¿Cómo terminó volcándose a su actual rubro?

-Los hermanos de mi señora vendían diarios. Roberto (Berkunsky) los reunió un día y les comunicó que le gustaría instalar kioscos de diarios en la ciudad. Yo puse este escaparate y mis cuñados el suyo. Emiliano lo puso en Del Valle y Rubén instaló otro en Rivadavia y España. Así fue que empezamos a vender.

Paralelamente a mi trabajo, jugué durante muchos años en el Fútbol Agrario, lo hice en El Solcito, Fulton y De la Canal, en la división veteranos. Teníamos los entrenamientos en Los Cardos, iba mucha gente, entre ellos Carlos Menem. Con él tuve una relación fluida. Menem estaba en Tandil poco antes de asumir la presidencia, paraba en el Hotel Libertador, y me propuso si quería hacerme cargo de la secretaría general de los canillitas, en el sindicato de Buenos Aires.

-¿No aceptó?

-No. Le dije que no nací para eso. Lo mío es estar en mi kiosco, quería continuar en él, tenía decidido que de Tandil no me movería.

-Era una época muy distinta a la actual, tanto para el país como en la ciudad.

-Sí. También en cuanto a la cantidad de ventas. Tandil cambió muchísimo. Cuando llegó Lunghi, la dio vuelta, hoy es otra cosa. Este hombre es “palabras mayores” para mí.

-¿Cuáles eran los diarios de mayor circulación durante sus primeros años en la ciudad?

-Dos que se vendían muy bien eran Actividades y Nueva Era, en ese entonces El Eco de Tandil no era tan fuerte. Fue en la época anterior a Rogelio Rotonda, con quien también compartíamos partidos de fútbol. Cuando él lo compró, El Eco de Tandil comenzó a mejorar, es un producto que todavía hoy vendemos bien. Con el tiempo, desaparecieron Nueva Era y Actividades.

En cuanto a los nacionales, llegué a vender 200 ejemplares de Clarín por domingo. Hoy, no sé si a toda Tandil llegan 200. También La Nación y otros se vendían muy bien.

-¿Y respecto a las revistas?

-De Gente vendía unos setenta ejemplares por semana, Para Ti también salía mucho. Eran épocas en las que la gente compraba mucho, yo tenía pilas de revistas como El Tony, D’Artagnan, Fantasía, Intervalo, Hortensia, La Cordobesa y Escorpio. Vendía unos 25 ó 30 ejemplares de cada una por semana. Todas las revistas que salían antes se vendían muy bien. Ahora ha aflojado la venta.

-¿Cuántas horas trabajaba en esas épocas “pico”?

-Antes trabajaba hasta las 12 de la noche, sin cerrar al mediodía. Desde que falleció mi señora, corto a las 13 y vuelvo a abrir a las 17, me quedo hasta las 20. Tampoco tiene sentido que me quede todo el día, la venta no lo justifica. Pasan horas sin vender un solo diario. Antes, hacían cola para comprarlo.

Laffargue - 3 — Laffargue dialogó sobre varios temas con **El Eco de Tandil**.

-¿Qué sucesos históricos le reportaron una venta masiva?

-En el Mundial ’78, la gente se amontonaba en mi kiosco, haciendo una cola para llevarse el diario. Me compraban 400 Clarín por día. Recuerdo que Roberto Berkunsky me traía los paquetes en su camioneta. También me llevaba al club Independiente, donde habían instalado una pantalla gigante. Ahí también vendía. Todo el mundo te lo compraba.

También fue imparable la venta durante la Guerra de Malvinas. Lo mismo que cuando murió Perón, en un momento en el que yo ya estaba con mi kiosco. Otra cosa que pesó mucho fue la muerte de Alfonsín.

-¿Cómo avizora el futuro de su comercio?

-Hoy pienso en seguir mientras pueda, pero no sé hasta cuándo porque cada vez vendemos menos.

-Al mismo tiempo, muchos kioscos han cerrado, con lo cual la competencia es menor.

-Sí. Desde Buenos Aires me comentaron que en esa ciudad cerraron 12 mil kioscos. No sé cuál es el número en Tandil, pero también muchos han cerrado. Es lógico, los propietarios se cansan. En mi caso, dentro de todo me entretengo, miro televisión. Más allá de mi trabajo en el local, arranco temprano yendo a buscar los diarios. Antes, comenzaba a las 4.30 ó 5, actualmente ya no madrugo tanto y voy a las 6. Hago el reparto y después vengo y abro el kiosco.

Laffargue - 6 — Junto al intendente Lunghi, durante un reconocimiento a su trayectoria laboral.

-¿Tiene clientes que lo acompañan desde el primer momento?

-Sí, tengo algunos de toda la vida prácticamente. Me acompañan desde que empecé, como Marcelo Tierno, Juliarena, la Cooperativa, Nicola (Parasuco), gente de años…

-¿Cómo la pasó con la pandemia?

-Seguí trabajando con normalidad. Siempre mantuve el kiosco abierto, recibiendo diarios y revistas todos los días. Gracias a Dios, no me pasó nada en cuanto a salud, estuve vacunado.

-¿Además de Menem, qué famosos pasaron por el kiosco?

-Estuvo Susana Giménez. Y quien me compraba los diarios cuando venía a la estancia La Morocha era Daniel Scioli. Una vez, durante un verano, paró un auto y vi que era Scioli, con Karina Rabollini, su exmujer. Me preguntó si podía hacerle facturación y de inmediato lo incorporé como cliente. Su mayordomo pasaba por el kiosco y yo le mandaba todas las revistas de ese momento: Noticias, Caras, Gente, Para Ti... Fue así que hicimos una amistad. Él incluso me invitó a jugar al fútbol a La Ñata, yo tenía un equipo y él se ofreció a pagarnos los gastos, pero finalmente no lo concretamos porque lo nombraron embajador en Brasil. Lo suspendimos cuando estábamos listos para irnos a Buenos Aires.

-También la merma viene por el lado de productos que pueden conseguirse vía internet.

-Totalmente. Antes se vendían muchísimo revistas que ya no son publicadas, como Anteojito y Billiken. La aparición de la tecnología nos ha perjudicado mucho. Todavía algo vendemos, no es mucho pero sirve para defenderse. Con el tiempo, hemos ido agregando otros productos, como libros, autitos de colección, videos, ya no sé qué más poner. La aparición de los teléfonos celulares y demás nos redujo la venta considerablemente.

-Debe tener una infinidad de historias y anécdotas.

-Sí. Cuando en el ’75 River, con Labruna, fue campeón después de dieciocho años, embanderé todo el kiosco e hicimos una caravana. Me acompañaron Pedro Suárez y Horacio Angelillo, de Radio Tandil. También aproveché los buenos momentos de Boca, sobre todo en la época de Bianchi.

Soy reconocido por mi fanatismo por River, lo que me ha generado algunas “gastadas”. Una vez, cuando Boca nos eliminó de una Copa Libertadores, vinieron al kiosco y me vaciaron una bolsa de maíz completa adentro.

Actualmente, ya no tiene tanto efecto un hecho deportivo. El reciente título mundial de Argentina no incrementó demasiado la venta de diarios.

-¿Por dónde pasan las preferencias de la gente?

-En revistas, a Caras, Hola y Noticias las vendo rápido. En cuanto a los diarios, el público se inclina más por El Eco. Ya es poco lo que vendo de Clarín, cuando en épocas anteriores era un diario que se pedía muchísimo cada día, no solamente los domingos.

Laffargue - 2 — Laffargue repasó sus distintas épocas comerciales.