Desde 1982, los futbolistas de primera división del club Independiente están en manos de Guillermo “Crespito” Larrocea. Literalmente.

El carismático masajista, uno de los personajes más entrañables del fútbol de la ciudad, tuvo además incursiones efímeras en otras disciplinas como el tenis, el básquetbol y el boxeo.

Tras semejante recorrido, “Crespito” admite que “ya no es como cuando tenía 30 años, pero todavía tengo para un tiempo más”, avizorando con cierto respeto ese final indeseado.

Larrocea, quien también tuvo su ciclo como futbolista, accedió a contarle a El Eco de Tandil una rica historia, pletórica de vivencias:

Crespito - 8 — Mauro Camoranesi y “Crespito”, durante una edición del Juego de las Estrellas.

-¿Quién te apodó “Crespito”?

-Roberto Calles. Por mi pelo, empezaron a decirme así y es un apodo que fue quedando a través del tiempo. Desde que llegué al club Independiente, siempre fui “Crespito”. Mi padre se enojaba porque nunca me llamaban por mi apellido sino por mi sobrenombre.

-¿Cómo se dio tu desembarco en Independiente?

-Yo trabajaba con el padre de Roberto (Calles) en Tandisal. Cuando me conocí con Roberto, él me trajo al club. Fue a principios de 1982. Desde ese día estoy en Independiente de manera ininterrumpida. A poco de haber llegado, conocí a Juan Carlos Menchón y a “Pedrito” Latorre, quienes estaban en el cuerpo técnico y me incorporaron. La verdad es que entré muy derecho porque hacía 36 ó 37 años que el club no era campeón en primera y ese año lo consiguió. Fui como una cábala, caí bien. En un momento, Menchón me sumó al tenis, después estuve más que nada en el fútbol.

-También registrás pasos efímeros por otras disciplinas

-Sí, he trabajado con boxeadores, tenistas…también lo hice en el básquet.

-¿Qué recordás de aquellos primeros planteles con los que trabajaste en el fútbol de Independiente?

-Tengo muy lindos recuerdos. En la época en la que el presidente del club era Duggan Martignoni, conocí gente como el “Vasco” Gómez, Horacio Morrone. “Tato” Medina y Raúl “Pisulino” Sommi entre los jugadores, era toda gente espectacular, estoy súper agradecido.

-¿Recordás de manera especial algún plantel en particular?

-Si es por los logros, puedo mencionar el equipo del primer título, el de 1982. También fue impresionante cuando llegamos al Argentino B con el “Colorado” Nosei como director técnico y con Horacio Morrone de presidente. Era un plantel bárbaro, con muy buenos jugadores y un grupo humano espectacular.

-¿Cómo era el club al momento de tu llegada respecto a la actualidad?

-La de hoy es una época distinta y es impresionante lo que ha mejorado Independiente como club.

Crespito - 5 — Con Juan Constantin y Gerardo Villar, manager y entrenador de Independiente, respectivamente.

-¿Cómo fue tu capacitación a través de los años?

-Todos los años hacía algún curso. Juan Carlos Menchón siempre me recomendaba que siga estudiando y preparándome, porque en todo momento aparecían cosas nuevas. La experiencia más linda la recogí cuando fui a Buenos Aires, allí aprendí muchísimo. Hoy, es muy diferente mi tarea a la que hacía en mis primeros años en el club. Actualmente se utiliza mucho la pileta con hielo y los trabajos son mucho más específicos. Ha habido una evolución muy grande.

-También tuviste experiencia en el fútbol profesional, trabajando repetidamente en Arsenal.

-Sí, lo primero que hice fue en 1995, cuando River llegó a Tandil para su pretemporada. En esa ocasión, fui recomendado por Horacio Rodríguez. La época de Arsenal vino después, y me dio la oportunidad de conocer a Jorge Burruchaga y a Gustavo Alfaro. Con Alfaro estuve también en Gimnasia y en Tigre. Pasar por esos lugares fue para mí una experiencia muy linda, en la cual aprendí muchísimo.

-Seguramente el fútbol te abrió muchas puertas desde lo social

-Sí, lo principal para mí es la gran cantidad de amigos que he cosechado. Tanto en Tandil como en Buenos Aires, y en otros puntos de la provincia, a los que he ido en torneos Regionales. En cada lugar al que voy, tengo un amigo. No quiero empezar a dar nombres porque sé que voy a quedar mal con alguien, pero son muchísimos los amigos que pude hacer en el fútbol.

-Tuviste la oportunidad de trabajar con deportistas cuyas famas trascendieron los límites de la ciudad y del país

-Sí, el primer tenista profesional con el que trabajé fue Guillermo Pérez Roldán. Después, vinieron otros como Franco Davín y Mariano Zabaleta. También pude hacerle masajes a Ariel Ortega, Enzo Francescoli y Hernán Díaz, con quien mantengo una buena relación. Además de varios muy buenos jugadores de la ciudad. Y por supuesto a Mauro Camoranesi y a Juan Martín Del Potro.

Crespito - 3 — Con un joven Enzo Francescoli.

-Sos de los personajes más queridos del fútbol tandilense.

-Sí, la verdad es que para mí significa un orgullo. El otro día viajé a Gonzales Chaves con un amigo y me quedé impresionado por cómo me conocía la gente. Durante muchos años, uno se ha portado bien. Cuando voy a AFA, en Buenos Aires, también me conocen. No por mi nombre, sino como “Crespito de Tandil”. En cuarenta años coseché muchos amigos.

-¿Cómo acomodás los horarios con tu otro trabajo?

-Se me complica durante los días de semana. Entre sábado y domingo estoy más aliviado. Cuando termino en mi negocio, paso por el club un rato a la noche a masajear a alguien. El fin de semana, me lo paso en la cancha. Cuando estamos de receso, voy a alguna cancha de la zona, siempre encuentro amigos, ya sea un director técnico o el presidente de algún club. Siempre el domingo lo vivo con fútbol.

-¿Qué es lo que más disfrutás de tu trabajo en el club?

-Lo que se comparte con el grupo, los partidos… jugar el Regional es lo más lindo que hay. Con los muchachos del plantel nunca tengo un problema, esto para mí es una pasión. Los sábados y domingos me desenchufo.

-¿Quiénes son tus referentes?

-En Tandil, Jorge Sagrera me enseñó mucho. En Buenos Aires, el “Loco” Galíndez es un monstruo, pude conocerlo y hablar con él, es alguien muy querido por los jugadores, Maradona lo quería mucho.

-Más allá de la calidad como masajista, es importante caer bien en el grupo

-Seguro, tenés que ser querido. Además, el jugador es muy cabulero. Llegar y que ganen o salgan campeones es algo que te ayuda mucho.

-¿Qué tenés pensado para tu futuro en la profesión? ¿Seguir mientras el cuerpo acompañe?

-Sí, unos años más tengo por delante. Pero ya no es lo mismo que cuando tenía 30 años. De todos modos, gracias a Dios todavía voy bien.

-¿Qué anécdota podés rescatar entre tantas que seguramente tendrás?

-Tengo millones. Una vez que viajamos en avión, a Río Gallegos, en el aeropuerto el “Vasco” Vergara quería pasar el detector de metales y le sonaba. Se sacaba el reloj, pasaba y le volvía a sonar. Se quitaba el anillo, después el llavero y siempre lo mismo. Hasta que le dijeron que podía ser el cinto, le sonaba la hebilla. Se lo quitó y pasó, pero en el final se le cayeron los pantalones. No paramos de reírnos. El “Vasco” es un gran compañero, hemos compartido muchos viajes y concentraciones, la pasamos muy bien.

Crespito - 6 — Larrocea, con Gustavo Alfaro en el estadio San Martín.

El “Crespito” jugador

-¿Cómo fue tu ciclo como futbolista?

-Empecé en el baby del club Gimnasia, adonde me llevó un amigo, “Luisito” Rossi. Mis profesores eran Miguel Cuesta y Daniel Dorta. Después tuve un paso por Figueroa y, ya en primera división, en Excursionistas. Fuimos campeones en 1981, bajo la dirección técnica de Abel Alonso.

-Después, el Senior.

-Sí, jugué para Independiente durante los primeros años. Ya no lo hago, pero me mantengo como allegado, junto a gente como “Edu” Deshusse, el “Vasco” Vergara, el “Pollo” Llorente, Mariano Bértoli, los hermanos Cisilino y Juan Aguirre. Muchos jugadores que han pasado por el club y hoy están en el Senior. Siempre los voy a ver y me invitan a los asados.

-¿Qué tipo de jugador eras?

-Jugaba de wing derecho, era rápido y tenía buena pegada. En Excursionistas era el encargado de patear los penales. Abel Alonso fue quien me hizo debutar en primera.

Crespito - 1 — “Crespito” y Ariel Ortega.