Se fueron de Siria sin mirar atrás y empezaron de cero en Tandil: "Con la guerra no tenés fe por nadie"
La familia Alothman se refugió en Argentina en 2018 luego de vivir cuatro años en el Líbano, gracias a un programa de las iglesias evangélicas, la ONU y el gobierno nacional. Huyeron de la conflictividad civil y el régimen islámico para darle una vida mejor a sus hijas. Tras la caída del gobierno sirio, se ilusionan con visitar su país, pero siguen eligiendo Tandil.

Zeban y Eman Alothman dejaron Alepo, su ciudad natal en la República Árabe de Siria, por el conflicto civil y después de estar cuatro años en el Líbano, llegaron a la Argentina con el apoyo del Estado y de una iglesia evangélica. Lloraron durante todo el viaje y no sabían con qué se iban a encontrar. El choque cultural e idiomático era muy fuerte, y además venían con sus dos pequeñas hijas, Mido y Lulú, que hoy tienen 14 y 12 años.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailLlegaron a Ezeiza el 12 de abril de 2018 y más de seis años después ya no se imaginan su vida fuera de Tandil. En un español perfecto, se desenvuelven en la cotidianeidad con gran soltura. Mido y Lulú se escolarizaron, juegan al fútbol y al vóley, y se viven como dos argentinas más. Zeban tiene su taller de diseño y costura y Eman, quien está felizmente embarazada, trabaja desde hace dos años y medio en la cocina del Hospital Santamarina.
En aquel entonces, el pastor Daniel Delavanso, referente de la Iglesia Peniel, apoyó la llegada de dos familias de refugiados sirios, en alianza con la organización mundial Juventud Con Una Misión (Jucum). En Argentina, Jucum trabaja con el Programa Siria, un plan del gobierno nacional surgido en 2014 para traer a quienes escapaban de la guerra del país de Oriente Medio, y que cuenta con el apoyo de la ONU.
Delavanso, en nombre de Peniel, se ofreció como “llamante” o “patrocinador”, una figura que en el modelo de patrocinio comunitario implica el compromiso de apoyar (logística y económicamente) la llegada e integración de las familias sirias a la sociedad argentina durante un año. El Estado, por su parte, se encargaba de los visados humanitarios y de los vuelos para traer a los sirios, quienes previamente deben estar anotados en el registro de ACNUR (la agencia de la ONU para los refugiados). Los sirios son hoy el segundo grupo más grande de refugiados en el país, solo superados (el año pasado) por los venezolanos.