Emmanuel Alcalá y María Cieri, artistas tandilenses que brillan en un pueblo de Italia
Emmanuel es diseñador gráfico e ilustrador recibido en el IPAT y desde hace años se dedica a la animación y la gestión de proyectos culturales como Meriendas Grabadas, junto a su compañera, la artista visual María Cieri. Migraron a Italia el año pasado , donde se dedican a hacer murales y pinturas en un pueblo de mil habitantes. "Cuando hago, me siento vivo", definió.

Emmanuel Alcalá es diseñador gráfico e ilustrador profesional y desde hace un año está radicado en Italia. Nació en Mar del Plata hace 31 años, pero el magnetismo de las sierras lo vinculó desde pequeño a Tandil, ciudad donde formó gran parte de su identidad artística y profesional. Como sus abuelos maternos son tandilenses, las visitas frecuentes durante su infancia sembraron una conexión profunda con el paisaje serrano.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailA los seis años, su vida dio un vuelco: se mudó a España, donde se encontró con un entorno sociocultural radicalmente distinto al de la Argentina de los '90. Allí comenzó su formación con maestros europeos que lo acercaron al arte clásico desde temprana edad. “A los ocho años sabía quién era Poseidón, no por los juegos, sino por estudiar y ver esculturas”, recordó en diálogo con El Eco de Tandil. Esa experiencia marcó una sensibilidad visual que luego profundizó en su carrera.
De regreso a Argentina a los doce años, se radicó definitivamente en Tandil, ciudad donde culminó la secundaria (egresó de la Escuela Polivalente de Arte) y optó por estudiar Diseño Gráfico en el IPAT.
“Me parecía interesante seguir estudiando en Tandil a pesar de que todos, o casi todos mis compañeros, estaban yendo a la famosa capital. Y ahí me encontré con la posibilidad también de estudiar paralelamente Ilustración. Estas dos carreras fueron un complemento exquisito entre frustración y alegorías, y oportunidades también. Fui conociendo a mis héroes gráficos, que hoy en día son mis compañeros de estudio: Andrés Llanezas, Nicolás Sanabria, Facundo Bidegain y Fernando Funaro. Formo parte de un estudio de animación -Más acá- hace más de doce años. Y esos chicos me dieron la posibilidad de crecer en paralelo a mi formación”, señaló.
Ya con los títulos en mano, Emanuel comenzó a trabajar como freelancer. Lo que empezó con encargos de diseño gráfico locales fue tomando escala, hasta convertirse en una carrera internacional. Desde hace más de doce años se sostiene con trabajos para distintas partes del mundo.
Además del diseño, Emmanuel siempre mantuvo una veta pictórica: realizó una muestra de paisajes serranos en la Casa de la Palmera junto a su compañera de vida, la artista visual María Cieri. “Fueron unos estudios que hice con mi compañera, María, alrededor de la provincia de Buenos Aires. Íbamos viajando en nuestros ratos libres y retratando un poco lo que nos interesaba. Es una tinta que no seguí pintando porque básicamente Europa tiene otras territorialidades, otras materialidades, pero Tandil tiene esa cuestión magnética que me parece espectacular y coherente con ese tipo de trabajos”, explicó.
Una vida más allá del océano
Hoy, Emanuel reside en Guardialfiera, sur de Italia junto a María, con quien además de compartir la vida, comparte el arte. La decisión de irse fue parte de un proyecto largamente planificado: “Siempre decía que a los 30 me iba del país para expandirme, para entender hasta dónde podía llegar”. Y lo hizo. Desde el año pasado están instalados en un pequeño pueblo entre el mar y las montañas, donde el boca a boca transformó su llegada en un florecimiento artístico inesperado. Hace unas semanas regresaron a Tandil de visita y en pocos días emprenderán la vuelta a Italia, para continuar con sus proyectos.
“Somos un equipo no solo de pareja, sino que somos un equipo de trabajo. Estamos realizando piezas gráficas de, como mínimo, 5 metros. Lo más grande que hicimos el año pasado fue un mural de 36 metros cubiertos. No me esperaba, por ejemplo, restaurar una farmacia, una casa noble de más de 120 años. El año pasado fue otro capítulo de mi vida, como varias vidas. Nunca imaginé que iba a ser muralista”, admitió. Pero el desafío lo impulsó: “Cuando hago, me siento vivo”.
Después de migrar, fueron encontrando la pata privada en el ámbito plástico y vendieron más de 70 obras en menos de ocho meses. “Es un número bastante interesante para un pueblo de mil personas y eso nos llevó del boca a boca a más pueblos y a más regiones. Hoy podemos decir que ahora nos espera una agenda en la que nos convoca a vivir en tres partes de Italia. Entonces, de alguna manera, hay una efectividad en el relato. Ya no es tan imaginario el hecho de que uno puede realmente vivir de lo que le gusta”, expuso.
Proyectos culturales