La historia de Celeste de Araujo, quien sembró en Tandil la semilla de la cultura portuguesa
En otra entrega de Rumbo al Mundial con las colectividades, El Eco de Tandil visitó a Celeste. Hija de portugueses, su madre viajó 17 días en barco desde el pueblo de Barcelos hasta Argentina, embarazada de 5 meses. En el país tuvo “una infancia muy portuguesa”, y al llegar a la ciudad hace 18 años, quiso continuar transmitiendo sus raíces, lo que la llevó a fundar la colectividad. “Espero que en el Mundial no nos crucemos porque mi corazón estaría partido”, contó.

Sobre el mantel que su abuela materna envió desde Portugal como regalo de bodas, Celeste ubicó fotos, recuerdos y postales del país de sus raíces. Aquel país desde el que su padre llegó buscando un futuro mejor, y al que luego de establecerse volvió con el fin de encontrar una pretendiente, para luego sí, retornar definitivamente a Argentina, junto a su esposa embarazada de 5 meses.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailTras un viaje en barco de 10 mil kilómetros que llevó nada menos que 17 días, el matrimonio de Araujo arribó a Capital Federal para establecerse en San Justo. Allí, en Argentina, nació Celeste, primera hija y primera nieta de una enorme familia del pueblo de Barcelos, el lugar del que surgió la leyenda del Gallo emblema de Portugal.
La pequeña Celeste tuvo, como ella misma relató, “una infancia muy portuguesa”. Creció en un barrio de inmigrantes, del que dijo que “todos nuestros vecinos eran portugueses, italianos y españoles”. Incluso en la esquina de su casa natal vivía una familia de ucranianos que tenía una heladería. De la niñez continúa en el presente evocando las romerías, las fiestas, los cartones de saludos que enviaban para Navidad, las semillas que llevaban consigo quienes viajaban a Argentina para contar en las huertas caseras con verduras originarias portuguesas, y los encuentros del Club Portugués en el que los lusitanos compraban entre todos un cajón de su tradicional bacalao para repartir.