La terapia psicológica brindó una importante ayuda a niños y padres en tiempos de pandemia
Ornela Iparraguirre es psicóloga y se especializa en niños de entre 4 y 10 años. Trabaja en su consultorio, en escuelas como acompañante terapéutica y también en un centro educativo terapéutico para personas con discapacidad.

Por Nicole Pené (*)
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEn un interesante diálogo, la psicóloga Ornala Iparraguirre contó cómo afectó la pandemia a su trabajo. Explicó que los prejuicios sobre salud mental están desapareciendo y que las familias se animan a consultar sobre las distintas problemáticas que atraviesan sus hijos. Con la terapia que propone, busca aliviar el sufrimiento de sus pacientes.
-¿Cómo te afectó trabajar en pandemia?
-Durante la pandemia, intenté sostener mucho a las familias y evitaba dar muchas indicaciones respecto a una propuesta hacia los chicos y demás; procuré más que nada, escuchar a las familias, ver cómo los podía ayudar, contener emocionalmente y brindar alguna orientación socioemocional. Como fue todo de forma virtual, intenté que estos contactos, tanto con los niños como con los papás, fueran algo agradable y de disfrute y no un peso de tener que responderle a la psicóloga. Más que nada se buscó sostener el espacio y que la familia estuviera conforme, que fuera un espacio de satisfacción y gratificación para los chicos y no pensar tanto en los objetivos terapéuticos que no se olvidaron, pero que dependiendo de cada familia y de su disponibilidad, se iba viendo que se podía trabajar.
-En ese tiempo, ¿aumentó la cantidad de consultas?
-Durante la pandemia no tanto, sí mucho más el año pasado cuando empezaron a habilitarse los lugares sociales, y se pudo volver a la escuela. Varios niños tuvieron problemas para controlar esfínter. En los lugares sociales era un síntoma que se instaló bastante, y los papás decidieron hacer consultas. Principalmente había de base un trastorno de ansiedad.
-¿Qué ventajas y desventajas encontraste en la virtualidad?
-Una de las ventajas es que uno tuvo más contacto cotidiano con los papás. A veces uno suele tener entrevistas, dependiendo del caso, cada tres o cuatro semanas, veías al nene y luego tenías esta regularidad de encuentro con los papás. En la pandemia nos pasó que la mayoría de los niños era de 4 ó 5 años; aunque tuviera nenes un poquito más grandes siempre había un adulto supervisando estos contactos y los papás solían mantenerme al tanto de lo que pasaba durante la semana, que a veces es algo que desde la presencialidad se pierde un poco.
Esta situación nos permitió también acercarnos más a la familia, donde hay un contacto y una comunicación más fluida.
Pero también tuve casos donde los papás trabajaban y era imposible poder sostener estos espacios en el horario pautado. Lo que yo hice desde mi lugar fue buscar horarios para flexibilizar, ofrecí descansar o esperar un poco hasta que la familia pudiera organizarse.
La salud mental
-¿Qué tipo de terapia hacés?
-Tengo una orientación psicodinámica. El tratamiento más que nada se basa en intervenciones muy focales, desde el momento actual, aunque no se desentiende del contexto, ya sea familiar, escolar y demás; más allá de lo que ocurre en el momento actual, una trata a veces de pesquisar cuestiones que vienen atravesando en la familia o el mismo sujeto hace tiempo, que pueden llegar a ser síntoma del niño.
-¿Por qué es importante hablar de la salud mental?
-Tenemos una legislación argentina con respecto a la salud mental. Se la define como un proceso biopsicosocial que se encuentra atravesado por coordenadas históricas, sociales, laborales y, más que nada, yo que me dedico a trabajar con los niños y sus familias, me parece súper importante abordar la salud mental tanto de los niños como de los adultos que son los coreguladores de las conductas, de las emociones de sus hijos.
También trabajamos mucho en la salud mental referida a que los chicos puedan y tengan herramientas y habilidades para hacer frente a la vida, al estrés, a que puedan relacionarse de una mejor forma con sus compañeros de jardín, en la escuela, que tengan herramientas para autoregularse en situaciones de desorganización ambiental, como una pelea, discusión, cuestiones de tipo sensorial que, al trabajar con niños con discapacidad, la verdad que es algo muy común. Más que nada, apuntamos a mantener una cierta estabilidad, una cierta homeostasis entre el ambiente, los chicos, sus familias y los contextos donde ellos van transitando.
-¿Creés que las personas se ocupan de la salud mental tanto como de la física?
-Últimamente se ha desmitificado un poco el tema de la salud mental, de llevar a los chicos a terapia, muchos de los papás al principio temen que su hijo esté `loco` o lo que pueden llegar a decir los pares o la familia y hay muchos que sí tienen cierta reticencia. Me ha pasado que quienes llevan a estos niños a terapia son amigas o hermanas que están iniciando o que han iniciado ya un proceso terapéutico individual y, cuando han visto los resultados, suelen o llevar a su hijo o indicar a algún familiar que haga una consulta. Una de las cuestiones que suelo manifestarles a los papás es que la primera resistencia la vencieron desde el momento cuando deciden hacer la consulta. No se debe considerar este espacio como algo de gravedad, sino todo lo contrario, donde se busca aliviar el sufrimiento tanto de la familia como de los niños.
(*) Esta nota forma parte de la serie de reportajes realizados por alumnos de Práctica Profesional 1 de la Tecnicatura en Comunicación Social para el Desarrollo del ISFDYT10 de Tandil, bajo la tutela de la profesora Carolina Cordi.