PEQUEÑAS Y MEDIANAS EMPRESAS
Omar Farah aseguró que la caída de la industria es real: “Estamos peor de lo que se dice”
El referente de Apymet expuso la compleja realidad del sector productivo y aseveró que Tandil es una muestra de lo que sucede a nivel nacional. Criticó que los gravámenes impositivos sean de aplicación inmediata y las medidas de alivio siempre se demoren. Descreído de los anuncios, no auguró perspectivas de reactivación para el presente año.
La actividad de las pequeñas y medianas empresas industriales cayó en torno del 5 por ciento en 2018, según los datos preliminares del departamento pymes de la Unión Industrial Argentina y las proyecciones para 2019 no son demasiado alentadoras.
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El contador Omar Farah, secretario general de Apymet (Asociación de la Pequeña y Mediana Empresa de Tandil), fue entrevistado en el piso del ciclo La ciudad (ECO TV y 104.1 Tandil FM) para desglosar el entramado del sector productivo y sus repercusiones a nivel local.
El profesional indicó que “Tandil sigue siendo una muestra de lo que pasa a nivel nacional, la caída industrial es real”, y puntualizó en el achicamiento estructural que han sufrido numerosas empresas.
“Se nota más en los que hacen piezas seriadas, por ejemplo. Se exporta muy poco, el dinero de exportaciones es dinero fresco, siempre hay un derecho de exportación del 12 por ciento, o tres pesos por cada dólar que permite oxigenarse, pero frente al mercado mundial la porción de Argentina es pequeña”, explicó.
Farah se mostró descreído de los anuncios gubernamentales y aseguró que los paquetes de medidas se han discutido en el seno de la entidad, pero son difíciles de ver en la realidad.
Para graficarlo con mayor profundidad y exactitud, usó el ejemplo del mínimo no imponible. Respecto del anuncio que realizó el presidente Mauricio Macri, en el que elevó a 17.500 pesos el mínimo no imponible de las cargas patronales que pagan las Pequeñas y Medianas Empresas (Pyme) de las economías regionales, indicó que “es importante para determinado sector de las economías regionales, en especial ligadas al agro y de muy pocos sectores de la industria manufacturera”.
“Para ciertos sectores ese mínimo se lleva al extremo de la tabla y los salarios superiores a 17.456 pesos empezarían a pagar contribuciones los empresarios sobre ese salario al sistema integrado previsional argentino, que excluye obras sociales y ART. Pensamos que en marzo empezaba el alivio de las contribuciones, pero no es inmediato, comienza en abril”, prosiguió.
Previo a eso, señaló que se había reducido el reintegro de exportación del 6 al 2,9 por ciento al sector industrial y posteriormente se agregó la mencionada retención del 12 por ciento. Entonces, los anuncios que influyen en el impacto impositivo se aplican de forma inmediata y los que están pensados para brindar alivio económico se demoran.
Bajas expectativas
Acerca de las expectativas para 2019, año electoral, valoró que “estamos mucho peor de lo que se dice. Los empresarios tratamos de decir que las cosas no están tan mal para tener un poco de esperanza”.
Con honestidad, evaluó que el achicamiento ha sido importante y los perfiles productivos no tan impactados, finalmente fueron alcanzados por la crisis, de uno u otro modo; “cuando todo está en caída es difícil tener éxito en cualquier sector porque cuesta encontrar materias primas. Es todo difícil, las formas de pago bloquean las cuentas corrientes”.
Los sectores más impactados fueron los de madera y mueble, textil, calzados, juguetes, que requieren medidas muy activas y concretas para reactivarlos. La industria automotriz, la producción de electrodomésticos y el área dedicada a las maquinarias agrícolas también padecen con crudeza los embates de la coyuntura macroeconómica.
El hombre de Apymet ponderó que el sector está complicado desde todo punto de vista porque el dinero no alcanza y próximamente deberán enfrentar los acuerdos paritarios anuales que, se estima, tendrán un piso del 45 por ciento.
“Si miro el vaso medio lleno, pienso que si toman alguna decisión con respecto a las tasas, deberían bajarlas; que no aumente mucho el dólar; que habrá que negociar paritarias razonables en el tiempo, que no sea todo junto, los sindicatos tienen una visión de la realidad. El empleado no da más, crisis es cuando no se pueden pagar los salarios y al empleado no le alcanza el dinero. Si la plata se va a los servicios, es difícil sostenerse”, precisó. El ahogo tarifario es otra de las grandes preocupaciones de comerciantes y pequeños empresarios, que pagan más del 10 por ciento de la facturación total en conceptos de servicios básicos.
Farah, quien se define como keynesiano, esto es, que su encuadre teórico responde a la doctrina propuesta por el economista inglés John Maynard Keynes que impulsa el argumento clave de que, ante una economía debilitada por la baja demanda, donde hay un problema desencadenante, el sector público puede incrementar la demanda agregada aumentando sus gastos (aunque incurra en déficit público), sin que el sector público incremente la tasa de interés lo suficiente como para minar la eficacia de esta política.
“En este caso el Estado complica la vida de los ciudadanos en vez de ayudarlos. Tiene que haber una redistribución del ingreso en la función del Estado, creo en la participación del Estado en la economía. Gastar más de lo que se recauda es difícil. Esta crisis es la mezcla de 2001 con el 89”, definió.