Para la gente de Corrientes y Laprida es una odisea transitar los días de lluvia y están cansados de reclamar
Se trata de una zona que se complica profundamente con las correntadas de agua que bajan desde La Movediza y terminan malerosionando el suelo. Al no pasar la máquina que lo arregla, las grietas se van profundizando y el problema se está volviendo crónico, llueva o no. Han presentado quejas a Vialidad y nunca han tenido respuestas. El tránsito se vuelve imposible a pie, en bici, moto o auto.
En la zona cercana a El Tropezón, para el lado de Quintana, las calles de tierra que no recibieron cordón cuneta sufren las consecuencias del fuerte escurrimiento del agua, que termina erosionando el ripio. Tal es así que los vecinos han manifestado que “raja las calles al medio” y “hace canales”, incluso a algunos les ha llegado hasta el ingreso de sus casas y han decido hacer una especie de dique de contención para que no les “barra la entrada”.
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Se trata del tramo de comprendido entre Figueroa, Entre Rios, Quintana, Corrientes y Neuquén, a grandes rasgos. Allí las precipitaciones bajan desde La Movediza con un torrente muy significativo, que termina afectando la vida cotidiana de los trabajadores, de los chicos que van a la facultad o de los niños que tienen que asistir a la escuela, ya sea en auto, en bici, moto o a pie, nadie queda exento.
Como si fuera poco, todos los frentistas consultados coincidieron en que la máquina pasa muy escasas veces por allí y la situación se va tornando muy cansadora, porque inclusive a veces deben modificar sus rutinas para poder salir. En este sentido, la única solución que ven, que no sea pasajera y perdure en el tiempo, es la implementación de los cordones cuneta, para que ayuden a encauzar el agua. Así es que esperan que su reclamo sea tenido en cuenta y puedan empezar a trabajar en una obra de infraestructura acorde a las necesidades y que contemple el largo plazo.
Quedar varados
Andrés vive por Corrientes, entre Figueroa y Laprida, en el programa “Revillo de Vuelta” por Tandil FM (104.1) contó que se mueve en auto y la calle donde vive se vuelve intransitable cuando llueve. “Con cada caída de agua tenemos que inventar con qué rellenar la entrada de casa para que no se desarme el auto cada vez que lo pasamos”, describió.
Asimismo, aseguró que suelen pasar días y días, incluso reiteradas lluvias y la máquina que nivela el camino no se hace presente por la zona, lo que genera que las grietas se acentúen y reproduzcan. “No registro cuándo fue la última vez que pasaron y los pozos son cada vez mayores”, dijo. De hecho, mencionó que están haciendo arreglos en otras partes, sin ir más lejos ha visto a la pala trabajar por Figueroa, pero por Corrientes no transitan.
“Desde que yo vivo acá, las obras de mejoramiento no nos han tocado y esto se vuelve un río”, figuró. Como para que se tome dimensión de la gravedad del caso, relató que hay autos que se suelen quedar estancados por días ahí, como fue el caso de un Ford Falcon que debió permanecer por dos días hasta poder salir nuevamente gracias a la ayuda de la grúa.
Asimismo, reveló que cada vez que está fuera de su hogar y empieza a llover, automáticamente empieza a pensar en cómo se las va a ingeniar para lidiar con los zanjones que se arman, dando muestra de lo agobiante que se torna en la vida diaria la cuestión.
Cataratas
Patricia Mansilla y Virginia Martín Prieto viven una enfrente de la otra sobre la calle Laprida, entre Corrientes y Catamarca. Ellas sumaron su queja a las consecuencias que genera en el día a día la falta de cordón cuneta y de acondicionamiento de las calles.
Describieron cómo muchas veces, cuando llueve, las madres que deben llevar a los niños al jardín o la escuela, terminan sacándoles los zapatos para transitar y evitar que se mojen y pasen el día húmedos.
“Uno en auto puede hacer un par de cuadras más para esquivar la zona, el vehículo se estropeará, pero para la gente que anda caminando es tremendo”, exclamaron.
También mostraron un hundimiento que se fue generando justo entre las dos casas, donde advirtieron que se forma una especie de laguna. Esto se debe a que, además de la falta de cunetas, tampoco está bien marcada la caída de la calle.
Las mujeres también se refirieron a la continuación de su calle en el tramo que va desde Corrientes hasta Entre Ríos, que no está abierta pero sin embargo figuraría como transitable, ya que algunos están construyendo sobre esa vera. Es una cuadra que tiene el sendero marcado por el paso de la gente y por el agua, que aseguraron que cuando llueve baja con un caudal impresionante, “como la correntada de un río”.
“En esa esquina de Entre Ríos y Laprida yo tomo el colectivo blanco y si no voy con botas de goma es imposible porque viene en cataratas”, sostuvo Patricia. Ella tuvo que dejar de tomar el azul, que era el más conveniente para ir a su trabajo, porque dejó de pasar justamente por el mal estado de Figueroa, donde ahora están asfaltando. “Pero ya hace ocho meses que cambió el recorrido”, dijo la mujer que también suele movilizarse en bicicleta y a veces no tiene más opción que bajarse y pasar caminando, con bici en mano.
Al respecto, agregaron que el inconveniente no solo se genera por los baches, sino también por las piedras, “que parecen pelotas”. De hecho Virginia destacó que han roto el auto en los pases por esas cuadras y que es necesario arreglar el tren delantero más seguido de lo habitual.
Sin respuestas
Los afectados no se han quedado de brazos cruzados ante esta problemática, sin embargo sus reclamos no han tenido respuesta.
Por su parte, Patricia contó que cuando compró el terreno allá por 2013, lo hizo con la garantía de contar con todos los servicios, pero esto no fue así. Así es que viene haciendo la gestión a través de la inmobiliaria, porque le vendió un servicio, empero después siguió junto a otros vecinos con todos los recursos posibles.
Las mujeres detallaron que fueron ellas, junto a otros colindantes, quienes se unieron para hacerse cargo de la estabilización de la cuadra. El problema es que cuando fueron a colocar otros servicios, como cloacas y gas, se lo destruyeron y nadie se los volvió a acondicionar. “Levantaron el estabilizado y lo dejaron así no más”, se quejó Virginia, asegurando que eso fue un retroceso. “En cuatro años que estoy viviendo acá la máquina habrá pasado tres veces”, enumeró.
Los damnificados han realizado gestiones a través de Obras Públicas y desde allí los derivaron a Vialidad. Sostuvieron que a partir de allí los llamados a Vialidad se convirtieron en una constante, pero no han ido nunca ni le dieron respuestas. Se sienten indignados porque son parte de la comunidad, pagan sus impuestos y no ven que haya una atención para con ellos. “En las últimas tres semanas llamé tres veces y siempre me atendió la misma persona que garantizó tomar nota del problema y daría aviso, pero la realidad es que la máquina no pasó”, lamentó Andrés.
“No se si está bueno vivir haciendo reclamos, pero es lo único que nos queda por hacer”, enfatizaron.