Como el tango

-¿A vos te parece?

Su voz, la de mi amigo El Gordo, surge detrás del diario que está leyendo frente a mí, en el lado opuesto de la mesa del bar. No lo apoya sobre la mesa, como haría cualquiera: lo abre de lado a lado y lo sostiene con ambas manos, de manera que no tengo manera de verlo. Así y todo, intenta mantener una conversación.

-No sé qué es lo que me tiene que parecer. Eso por un lado. Por otro, si querés hablar conmigo, tené la delicadeza de asomarte aunque sea y mirarme. Parece que estuviéramos hablando por encima de una medianera. ¿Estás leyendo Clarín? Pensé que tu ideología no te lo permitía.