Fuera de foco

Para quienes tenemos problemas en la vista el mundo es algo parecido al mundo real. Es decir, tenemos un mundo acorde a nuestro punto de vista (más allá de la opinión personal en torno a él). Que es, ciertamente, no muy preciso.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailRecuerdo vagamente la primera vez que en mi infancia fui al oculista y usé anteojos: la realidad que se me presentó era distinta a la que se me venía presentando. Más nítida, podría decirse. Así todo, por cuestiones puntuales de mi astigmatismo, los lentes no alcanzan a revertir lo que natura no me dio. Nunca pude ni podré “ver bien”. De manera que no llega a ser como la canción de Los Piojos (“Desde lejos no se ve”), pero a cierta distancia se complica. De cerca la cosa se hace más llevadera, salvo la presbicia, que me agarró por una cuestión de edad.
Nada grave esto que estamos contando, sobre todo porque con tantos años de ejercicio uno se va acostumbrando y toma ciertos atajos ahí donde la vista no ayuda. Por caso, memorizar logos (“ahí hay una YPF…”), autocompletar carteles (´si hay una P, una N, una D y una A final, es una panadería”) y reconocer gente no solo por sus rasgos fisonómicos sino por la manera de vestir, de caminar e incluso por los lugares que frecuenta. Me ha pasado de no saludar a mis vecinos si los encuentro fuera del barrio, lo que seguramente les debe llevar a razonar algo así como ´este tipo es tarado, cuando me ve en la puerta de casa me saluda y me cruza en el centro y se hace el gil…´). Y tener preparado un gesto muy particular y ambiguo (algo entre una sonrisa y un tic) para el caso de que alguien nos estuviera saludando por la calle, pero tal vez no.