Creo haber contado en este mismo espacio que hace algunas semanas me reencontré con un amigo de la secundaria. Poco después de egresar nuestras vidas se distanciaron, pero seguimos manteniendo contacto.

Su esposa, el gran amor de su vida, falleció hace un par de años. Esa tremenda situación hizo que nuestro trato se hiciera más periódico; algunos mensajes de cumpleaños o fechas especiales. Hace unos días vino a Tandil y nos juntamos a tomar un café.

En la charla surgió su confesión de haber superado en algún sentido la muerte de su mujer y la posibilidad de encontrar una compañera. Se abrió ante sí un universo hasta ese momento desconocido: aplicaciones de citas, salidas a determinados lugares, contactos… Y una duda que me trasmitió, creo que sin mayores esperanzas de que yo le diera la palabra justa.

-¿A vos qué te parece: alguien de mi edad o alguien más joven?

No lo dudé: “medianamente de tu edad”. E intenté fundamentarlo en un enredo de palabras, experiencias, anécdotas, suposiciones. No se me ocurrió en el momento un ejemplo esclarecedor.

Ayer lo encontré, justo y definitivo, cuando leí la noticia de la muerte de Roberta Flack. Inmediatamente me fui a Youtube y busqué su hit, “Killing me softly with his song”, un clásico de los setenta.

Para mi suerte di con una exquisita versión en vivo. Y para mi suerte también estaba solo en casa, con lo cual subí el volumen, corrí las cortinas para atenuar la claridad y me senté en el sillón. No sé si lo logré plenamente, pero alcancé a imaginar unas cuantas de las sensaciones que me provocaba esa canción por aquellos años. Obviamente, evoqué (sin muchas precisiones, producto de olvidos y otros estragos) los cataclismos amorosos de mi adolescencia y primera juventud. Un bajón, sí, pero ya atemperado con el tiempo.

Creo que esa canción por sí misma justificaba que a uno lo dejaran en pleno enamoramiento. Solo la melodía (de la música y de las palabras) bastaban para sentirse cabalmente reflejado en el dolor indescriptible de una pena de amor temprana. Por entonces, mis nociones de inglés eran un poco más nulas que las de ahora: solamente sabía el significado del título y la frase que más se repite: matándome suavemente con su canción.

Años más tarde supe que el tema hablaba de una chica que fue a ver a un artista y sintió que lo que él cantaba era lo que ella estaba sintiendo:

“Oí que cantaba una buena canción, oí que tenía un estilo.

Y así vine a verlo, y a escuchar un rato.

y allí estaba, este joven, un extraño a mis ojos

rasgueando mi dolor con sus dedos

cantando mi vida con sus palabras

matándome suavemente con su canción…”

Era exactamente eso que supe sentir en ese entonces y en parte lo que evoqué ayer a la tarde, con el volumen alto y las cortinas tapando la luz.

Supongo que cada generación tendrá su propia canción (más de una, seguramente) para acudir en esos momentos en los que el desamor oprime. Para los que tenemos los años de mi amigo, “Killing me…” de Roberta Flack nos ha llenado el alma.

Ahí estaba entonces el ejemplo para describir la conveniencia de encontrar una pareja de edad similar: escuchar este tema y no tener que explicar nada. Subir el volumen, atenuar las luces y llegado el caso, sólo llegado el caso, bailar lentamente o agarrarse la mano.

Gracias Roberta querida. Sin vos, aquellos dolores indescriptibles hubieran transcurrido en el más horroroso de los silencios.

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