-Hola, buenos días. ¿Estoy hablando con el señor Gonzalez, Marcos Gui?

-Hola, sí, buen día. En realidad no soy Gui.

-Así es como figura en los listados oficiales. Supongo que debe ser Guillermo y no les entró en el renglón.

-Efectivamente. No es una suposición muy difícil. Escúcheme, si es por un préstamo, una tarjeta o una línea de celular, le agradezco, estoy bien así.

-Nada de eso, caballero. Queríamos desearle un feliz cumpleaños. Sabemos que ha llegado a los 60.

-Le agradezco. Cuando dice ´queríamos´, ¿a quiénes se refiere?

-Permítame presentarme: soy el coordinador de la Sociedad de Acompañamiento, Orientación y Consuelo a los Ingresantes a la Tercera Edad. Como deducirá por el nombre, somos una asociación…

-Espere, espere. ¿De qué tercera edad me habla? Estoy cumpliendo sesenta. Se equivocó de número.

-Típico: negación. No se haga problema, son disquisiciones semánticas. Olvidémonos de los rótulos por unos minutos. Nuestro servicio…

-Mire, no quiero hacerle perder el tiempo ni mucho menos perderlo yo. No soy un negador, no me siento de la tercera edad, no necesito acompañamiento ni asesoramiento ni nada. Soy una persona activa y ocupada. Muy. Le voy a cortar.

-Segunda reacción, de manual: ira. Cálmese, Don Gui. Respire profundo, no se hiperventile…

-Estoy respirando, estoy tranquilo. No me diga “don”, no me llamo Gui y no estoy iracundo…

-Los Iracundos, gran grupo. “Puerto Montt”, ¡qué hit! Como verá, sus referencias delatan una antigüedad preocupante, amigo. El paso de la madurez a la ancianidad es traumático, como lo fue el de la niñez a la adol…

-¡Ancianidad! ¡Me estás jodiendo! Disculpame que te tutee, pero me estás jodiendo. De qué anciano estás hablando.

-Respire, Gui, respire… Hay toda una vida por delante. Bueno, no quiero engañarlo, toda no; una porción. La que queda, medio sancochada y reseca como suelen ser las últimas porciones, de torta por caso.

-Basta.

-Pero, le repito, nuestra idea es levantarle el ánimo.

-Encaró fenómeno.

-Espere. ¿Usted sabe que tiene la misma edad del Dique? Nació en el 62 también.

-Sí. Pero qué tiene que ver…

-Que con sesenta y todo, ahí está el murallón: firme, funcional, contenedor, útil…

-Ahá.

-Viejo y arruinado, vetusto, venido a menos también. Son tantas las similitudes…

-Basta, no se lo digo más.

-Hace poco lo quisieron pintarrajear y la gente salió en su defensa.

-¿Usted dice que mucha gente me tiene cariño o que ya soy casi patrimonio histórico?

-Algo así… La gente lo quiere como es, Gui. Nada de retoques ni mejoramientos estéticos. ¿Usted se ha hecho un lifting?

-No.

-¿Carmelazo?

-No.

-¿Botox?

-Le corto.

-Así me gusta. Una persona que asume el paso del tiempo con serenidad, aplomo, templanza, con orgullo, por qué no. Que acepta que la decrepitud le tiene deparadas nuevas sorpresas cada día… Lo felicito

-¡No! Qué aplomo ni templanza. No estoy para que me felicite: ¡soy un sexagenario!

-Ahá. Así lo quería agarrar. Veo que nos estamos entendiendo. Se va a tener que ir acostumbrando a que cuando lo insulten por un problema de tránsito, el insulto venga precedido de un “viejo de…”; a que no le permitan sentarse en sillas de plástico, a que si se cae por la calle, en lugar de provocar risas, genere preocupación y llamadas al SAME, a que en las reuniones familiares sus hijos le retiren el vaso ni bien terminó de comer, a que las mujeres le vuelvan a sonreír con esa sonrisa de cuando usted era un nene, a que le den el asiento en el colectivo, a que en una fila de supermercado el de seguridad le diga ´usted adelántese por acá…´, a que le empiecen a llegar promociones de viajes a las termas de Río Hondo…

-¿Qué tengo que hacer?

-Yo ahora le voy a pasar con nuestra secretaria que lo va a ayudar con el formulario de afiliación. Se llama Mica y es una muchacha joven. Le ruego que no se pase de simpático. Y acá va la primera lección: una cosa es ser un viejo y otra, ser un viejo…

-Verde.

-¡Bienvenido, Gui! Que los cumpla muy feliz y esta noche no se entusiasme con los brindis…