-Hola, Gordo, disculpame la hora, pero tenía que decirte esto.

-Hola, muchacho. No te hagás problema. De cualquier manera, con la bronca que tengo hoy no me duermo hasta las seis de la mañana.

-¿Qué te pasó?

-¿Cómo qué me pasó? Boca quedó afuera de la Libertadores, querido. Hacía rato que no veía a tantos tipos patear tan mal los penales. Pero rato… En fin. Contame lo que me querías decir.

-Justamente, Gordo. En alguna ocasión creo que hablamos del VAR y vos me dijiste que era una porquería, un invento demoníaco, que le quitaba el verdadero espíritu al fútbol, la magia, la picardía, que también hace al asunto.

-Puede ser. ¿Y vos qué me dijiste en aquella ocasión?

-Perdón, Gordo. Te dije algo así como que el avance de la tecnología es inevitable también en el deporte y que haría que las cosas fueran más justas, ya que no quedaban en manos de un solo tipo, como el referí.

-Típica respuesta tuya, la de un pacato, un pastenaca, un políticamente correcto, un pecho frío, un pusilánime, un…

-Listo, Gordo, quedamos así. Te estoy llamando para decir que tenías razón, para pedirte perdón por lo de aquella vez, y me tratás de manera despiadada.

-Ok, perdón, te dije que estaba enojado. Igual, hay un detalle a tener en cuenta que habla en algún sentido de mi error en aquellas apreciaciones, que las recuerdo como si fuera hoy.

-¿De qué me hablás?

-Te dije que le iba a quitar esa dosis de injusticia que tiene el fútbol. Y le erré de medio a medio: ahora la sigue habiendo injusticia, más grande e inapelable, porque la tecnología hoy adquiere el estatus de lo sagrado. La voz de dios. Y si no te gusta, andá a cantarle a Gardel.

-A ver si te sigo….

-Cuando yo hablaba de injusticias si se quiere necesarias, me refería a la picardía de un delantero que fingía un foul dentro del área para que el referí cobrara penal. Si era eficaz en su treta, se salía con la suya. Pero no cualquier salame puede fingir un penal con maestría. Hay que tener talento también para eso. Te digo más: hasta la injusticia de un referí estaba permitida. ¿Vos te acordás de los cuentos del Gordo Soriano, del personaje Gallardo Pérez, referí? El tipo era de una nobleza extraordinaria: cobraba siempre a favor de los locales. Pero era una condición que el rival sabía de antemano. Como en las antiguas Libertadores, que un equipo argentino viajaba a Uruguay y con suerte se traía un empate y cuatro o cinco lesionados, nada más. Y había revancha, acá. Ahora, con lo que acaba de pasar, decime cuál es el concepto de justicia que aplica esta máquina diabólica. Es decir, le cobran offside al Pulpo González porque un pedazo de su rodilla estaba adelantada, de manera tal de sacarle ventaja antideportiva a los defensores. ¡Y anulan el gol! ¡Que es la injusticia mayor e irreversible! Si me van a robar un partido, quiero ponerle nombre al ladrón: el referí, el juez de línea o al 6 de ellos que quebró a uno de los nuestros y ni amarilla le sacaron. Ya está. Pero no estos tipos: los Zuckerberg, los Bill Gates. No quiero una injusticia de algoritmos, coordenadas o hipotenusas. Prefiero una y mil veces el robo de un wing izquierdo, cara sucia y desfachatado que se la lleva con la mano, la pone al rastrón y nos grita el gol en la cara. Aunque sea de River, te lo juro.

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