Palabra, persuasión y límites

Creo que esta campaña electoral no es la primera en la que me escucho pensar “qué bajo el nivel del debate político”. Quizás me esté pasando como en otros ámbitos de la vida: cierto metejón pretérito que me lleva a pensar que todo tiempo pasado fue mejor. No me gusta ese facilismo. Es una comodidad de pensamiento de la que por el momento no pienso usufructuar.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEntiendo sí que el debate político –en campaña o fuera de ella- ha cambiado; más o menos acorde con el cambio en la sociedad. Volver a ver aquel debate protagonizado por el entonces canciller Dante Caputo y el senador justicialista Ramón Saadi nos llevaría a la carcajada. En aquel momento -1984, a propósito del acuerdo con Chile por el Canal de Beagle- hubo algo de eso también.
Sigo creyendo, no obstante, que en materia política la palabra es una herramienta esencial. Porque la comunicación lo es. Un candidato, un dirigente, que no pueda transmitir con claridad lo que piensa, lo que cree, lo que proyecta, es un mal candidato. Muy posiblemente, un mal dirigente también. Nadie le encomendaría hacer su propia casa a un albañil que no sabe hacer una mezcla: vaya, aprenda, vuelva y vemos.