Salta y las picardías

Salta es linda. El viejo eslogan publicitario turístico no hizo más que estampar en un flyer o un folleto lo que todo aquel que pasó por Salta dijo a poco de recorrer cuatro o cinco calles: qué linda es esta ciudad.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailCoqueta, aristocrática, colonial, tradicional, glamorosa, cuidada, refinada, armónica, católica. Suelo mirar la vida –incluso la geografía y el urbanismo- con cierto tinte político. Veo en Salta al exgobernador Urtubey, siempre bien vestido y atildado, prolijo y peinado, con una manta colorada al hombro, que le hace juego con su traje azul inmaculado. Y lo veo casándose con la actriz linda y elegante, con delicado vestido blanco que le queda tan pero tan perfecto que uno imagina –yo imagino- que esa perfección tiene un costo en dólares, una marca con apellido italiano y una tela que no es de acá ni de allá (ni de Tandil ni de Salta).
Estuve en Salta la semana pasada. Esta vez no quise ir. Pero no me quedó otra. Mi idea era ir hasta la Quebrada –en la hermana pobre, pintoresca y fotogénica de Salta, que es Jujuy-, pero las lluvias, los peligros de derrumbe en la Ruta 9 y una advertencia sin atenuantes de una funcionaria de turismo jujeño me hicieron desistir de llegar a Tilcara o más arriba. Y por supuesto, o sobre todo, mi Clío que es “un auto bajito”, según esta mujer, con lo que dado el alerta meteorológico, las lluvias que no cesaban de caer y las piedras que hacían lo propio desde las laderas, me hicieron enfilar para el otro lado.