Para quienes ejercemos el oficio de periodista gráfico, la figura de Truman Capote es insoslayable, sobre todo por su obra máxima, "A sangre fría".

La novela, enmarcada en el género de la no ficción, es considerada la piedra fundamental del nuevo periodismo norteamericano y relata un asesinato múltiple ocurrido hacia fines de los años 50 del siglo pasado en un pequeño pueblo norteamericano. No es, por cierto, la primera en su estilo. Nuestro Rodolfo Walsh con su “Operación Masacre” marcó, entre otros rumbos, el inicio del género.

A Capote le llevó seis años de paciente investigación, reportajes, entrevistas, diálogos con protagonistas, testigos, policías y hasta los propios asesinos. La empezó a escribir en 1959 y fue publicada en 1966.

La inmediatez que hoy exigen las nuevas tecnologías en materia informativa condenan al periodista a trabajar no ya con los minutos contados sino con los segundos. Y ni hablar de la irrupción de la Inteligencia Artificial, como competencia impersonal y despiadada.

Nadie en su sano juicio puede pretender tomarse seis años o seis meses, seis días o ni siquiera seis horas para escribir la crónica de un partido de fútbol. Pero sí el tiempo imprescindible no sólo para releer la crónica y tratar de salvar algún error involuntario cometido por el apurón, sino -y sobre todo- para saber de qué está escribiendo. Dejar “reposar” el texto algunos minutos y volver a leerlo, “a sangre fría”.

Porque, en definitiva, se trate de un partido de fútbol, un robo o un acto de gobierno, de lo que trata el periodismo es de contar historias.

Y si a la tiranía del apuro se le suma ese velo de fatalidad que a veces suele nublar la vista del que escribe, el resultado puede ser, justamente, fatal.

Últimamente, quienes todavía disfrutamos de la lectura de un diario –sea de papel o en su versión digital- solemos tropezarnos con errores groseros, producto de esos apuros innecesarios. En época de fake news, la primicia no debería ser una meca.

Pero si bien escribir para un medio online lleva consigo la presión del apuro, también tiene el beneficio de poder revertir el yerro. Algo que el papel no concede.

A 40 años de la muerte de Truman Capote, nuestra admiración eterna. No solo por su obra, sino por tomarse el tiempo de hacer las cosas bien.

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