A la hora de sentarme a escribir esta columna, el resultado de las elecciones para legisladores porteños no se había dado a conocer.

Estoy expectante, porque si bien lo que suceda en CABA no está dentro de mis intereses prioritarios, los resultados generarán un gran impacto en la política nacional. Sobre todo si contradicen los pronósticos de los sondeos previos.

Insisto, me gusta la política y así como el domingo pasado palpité los comicios en San Luis, Chaco, Jujuy y Salta, ayer dejé la tele prendida y de tanto en tanto me sentaba a mirar.

Pero no voy a hablar de política. O no tanto.

A eso de las nueve y algo de la mañana, los canales de noticias salían en directo con el voto de Horacio Rodríguez Larreta, exjefe de gobierno de CABA, exintegrante del Pro y autor de una de las frases mejor logradas de la campaña porteña: “En la ciudad hay olor a pis”. Una genialidad que seguramente no fue espontánea, pero así y todo hay que felicitar al candidato y a su equipo. Digo yo, a trescientos kilómetros de Buenos Aires, desde donde no puedo comprobar si tal sensación olfativa es real o no.

El hombre habrá querido “primerear” con su sufragio dominguero y enfiló para el lugar de votación bien temprano. Error. Cuando llegó, la mesa no estaba constituida por falta de autoridades. Plantón y enojo. Por fin, una hora y pico más tarde, el inconveniente se solucionó y al fin pudo emitir su voto.

Pero no: algo falló en el sistema electrónico y no había manera. Tras un par de intentos, logró su cometido. No pintaba linda la mañana.

Como ya es habitual, afuera lo esperaban movileros de distintos canales y radios para hacer las preguntas de rigor, que de rigurosas no tienen nada porque la veda electoral impide decir algo medianamente interesante.

Pero ayer no era el día de Rodríguez Larreta. Cuando estaba frente a los micrófonos, ¡pum!: un camarógrafo de C5N se desmayó. Vaya a saberse si por el plantón, un mal desayuno u otra cosa. La cuestión es que el pobre trabajador fue a dar al piso y, saludablemente, el exalcalde porteño suspendió momentáneamente la improvisada conferencia de prensa.

Insisto, al momento de escribir esta columna, los resultados aún no habían sido dados a conocer.

Desconozco cuáles eran las expectativas de Rodríguez Larreta, pero a la luz de cómo comenzó su día, yo que él a esta hora no me estaría haciendo demasiadas ilusiones.

Porque como bien dijo el amigo José Larralde, “cuando uno anda en la mala, pisa caca y se resbala…” (a propósito de frases logradas, aunque algo escatológicas).

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