Franco Rotonda, el "churrero" que hizo de su producto un clásico imbatible de Tandil y Claromecó

Franco no sabía hacer churros. Pero la curiosidad, la necesidad y un empujón del destino lo llevaron a transformar una receta en una empresa exitosa que hoy abarca desde Tandil hasta Claromecó, con alrededor de 50 puntos de venta y un equipo de 15 personas.

Churrería Don Vicente va a cumplir 17 años y ya es un clásico de la ciudad y la costa, donde sus churros tienen clientes fieles que hasta lo esperan para comer sus delicias. En Tandil, Franco cuenta con un equipo de diez personas que producen entre 70 y 180 docentes diarias, de martes a domingo. Con ese stock, abastece a alrededor de 50 negocios y panaderías que venden sus productos al público. También hay dos vendedores ambulantes que los fines de semana recorren los paseos públicos ofreciendo las distintas variedades de churros. Además, cada 3 de diciembre parte hacia el balneario Claromecó para hacer temporada. Un lugar que visita desde hace 15 años y donde se siente como en su casa. 

“Antes de iniciarme con los churros trabajaba en una fábrica de pastas. Mucho tiempo trabajé en los mandados, andábamos en la calle con uno de los que ahora es mi vendedor y otro muchacho que era uno de los chicos que está trabajando conmigo. Siempre quise tener un trabajo en blanco, hasta que entré en una fábrica de pastas. Un día trabajando en la fábrica de pastas, un proveedor, Emilio, nombra a un muchacho que dejaba un reparto de churros, que no lo hacía más. Entonces ahí dije ‘esta es mi oportunidad’ y van a cumplirse 17 años desde que lo hago”, contó en diálogo con Perspectivas.