Mariana Jara, rescatista y veterinaria
Mariana Jara, desde adolescente, se sintió inclinada a ayudar a animales en situación de calle, abandono o maltrato. Su primer rescate fue de niña en su ciudad natal, Punta Alta. Allí, cuando concurrió a una protectora para dejar un perro que encontró herido, le hicieron ver que la solución no pasaba por depositarlo como un objeto sino implicarse, como en todo acto que comprende la solidaridad como apoyo incondicional a situaciones ajenas, comprometidas, difíciles. La forma de actuar tendría que ser otra: involucrarse. Tenía 15 años entonces; hoy, a los 43, la rescatista y veterinaria siente que la vida que eligió no la cambiaría por ninguna otra.
La profesional, que ha visto a cientos de seres vulnerables que a pesar de ser maltratados consideran a sus dueños como familia y vuelven una y otra vez si es que no encuentran contención y afecto en otro lugar, sabe de lo que habla. Tiene alrededor de 20 perros en su casa, algunos de pequeño tamaño, otros de gran porte y también varios cachorros. Un pizarrón blanco en una de las paredes del comedor está lleno de anotaciones que corresponden a vacunas y otro tipo de atenciones a tener en cuenta para con ellos. Es verdad, lo dice la misma Mariana: su casa es atípica. No está pensada principalmente en la decoración y la ambientación hogareña. Así y todo es un verdadero hogar.
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Accedé a las últimas noticias desde tu email-¿Rescatista?
-Desde que tengo 15 años y vine a Tandil a los 25. Estuve 10 en Punta Alta en una protectora y de hecho vine porque mi mamá estaba agotada de vivir conmigo y los perritos (risas). Era hora de venir a estudiar lo que me gustó desde siempre, para que nadie me conozca y así dejar de tener perros ¡Para eso me vine a Tandil! (risas). Cuando llegué era como que me faltaba algo y me acerqué a la Protectora de Animales -en ese momento estaba Ana Pedersen- a ofrecerles tránsito; después estuve con Gustavo Desiate, con Lucía Ferrer, de Animales Felices. En ese entonces fuimos a Bromatología en la época de Omar Olivera y nos encontramos con que los animales estaban desnutridos, mal, se peleaban entre ellos y formamos en 2009 Mascotandil con dos chicas: una estudiaba veterinaria conmigo y la otra, amiga de la vida, y la creamos por la problemática que había en Bromatología. Tuvimos muchas idas y venidas con quien entonces era el director (Olivera), pero soy proteccionista desde 2015. No me podía quedar quieta.