Si bien la vida útil del deportista de élite se ha ido dilatando considerablemente en los últimos tiempos, no dejar de merecer un párrafo aparte la vigencia de Matías Méndez, quien a los 42 años va rumbo al cuarto de siglo de permanencia en primera división.Hijo de Carlos, delantero letal y figura trascendental en la historia del fútbol de la ciudad, Matías dio sus primeros pasos en Independiente, donde simultáneamente practicaba tenis.…

Escribe Fernando IzquierdoSi bien la vida útil del deportista de élite se ha ido dilatando considerablemente en los últimos tiempos, no dejar de merecer un párrafo aparte la vigencia de Matías Méndez, quien a los 42 años va rumbo al cuarto de siglo de permanencia en primera división.Hijo de Carlos, delantero letal y figura trascendental en la historia del fútbol de la ciudad, Matías dio sus primeros pasos en Independiente, donde simultáneamente practicaba tenis.A contramano de su padre y de su hermano Luciano, sus características se ven más vinculadas a lo defensivo, siendo el de lateral derecho el puesto en el que logró mayor trascendencia, pese a su reconocida versatilidad para desempeñarse en otros sectores.Hoy, como parte del plantel de Velense, el entusiasmo de Matías por el regreso del fútbol oficial parece no distar demasiado de aquél de 1997, cuando disputó ante Gimnasia, con la camiseta del rojinegro, su primer partido en primera división.Invitado por La Vidriera, Méndez se lanzó en un viaje a través de su extensa trayectoria:“De chico, jugaba paralelamente al tenis y al fútbol. Cuando comencé a tener cierto nivel en tenis, necesitaba dinero para viajes y demás, y llegó un día en el que mis padres me dijeron que no podían seguir afrontando los gastos. Me incliné por el fútbol de lleno, porque era mucho más barato, simplemente tenía que llevar un par de botines. Eso fue a los 15 años, a los 18 debuté en la primera de Independiente”.-¿Con quién compartiste el tenis?-Con Mariano Zabaleta, “Pico” Mónaco, Diego Pagnacco, Ramón Rodríguez Toledo, Mariana Trueba… Yo andaba bien, pero era un deporte sacrificado, significaba hacer todo a pulmón, solo. En ese momento, el fútbol me resultaba más fácil. Además, en mi casa se respiraba fútbol, se hablaba todo el tiempo de él.-¿Cuándo llegaste futbolísticamente a Independiente?-A los 4 años. Daniel Blanco, quien aún hoy trabaja en el club, era vecino nuestro y me llevó al club. También estaban Pedro Latorre y Martín Colombo. Empecé en el baby, entrenábamos en la cancha auxiliar, la que da a calle Sandino. Después, teníamos torneos en lo que es hoy el gimnasio de la Uni o en el Lima.-¿Quiénes más eran parte de esa clase ’79?-“Lucho” Vitullo, Lucas González, “Chueco” Hernández, Guillermo Sáenz, “Willy” Vergara, Juan Metilli, Lucas Ballini…la mayoría no llegó a primera, muchos se fueron a estudiar afuera. Martín Colombo era el técnico, después llegó Duilio Botella.-Si bien nunca fuiste un “negado” con la pelota, tenés características distintas a las de tu papá.-Claro, él tenía ese instinto goleador que heredó mi hermano Luciano, de hacer que todas las pelotas vayan a su lugar. Yo, más vinculado al sacrificio y la marca, y a sacar la pelota.-¿En cuál de todas las posiciones que has ocupado notás tu mejor rendimiento?-En su época, rendí mucho de “4”. Con el tiempo, vas buscando un lugar en el que no tengas que correr tanto. En Independiente empecé de “4” y terminé jugando en Santamarina en la misma posición. Aunque en ambos clubes también ocupé otros puestos, donde más me destaqué fue de “4”. Hoy, con mi edad, puedo rendir más de “5” o de “2”. Como marcador de punta, el recorrido es más largo. Si bien hay algunos que no pasan demasiado al ataque, los buenos equipos necesitan que lo hagan.-¿Qué recuerdos conservás de tu debut en primera?-Fue contra Gimnasia en el año ’97, contra Gimnasia. Con José Solimanto y “Gallego” Menchón como entrenadores. Recuerdo que ganamos 2-1 o 3-1, pero mi rendimiento, no. Obviamente, tuve los nervios de la previa. Era una época distinta a la actual, había muchos jugadores prestigiosos. En Independiente, estaban los Petrucci, los Kabalín, “Negro” Cantero, Patricio Alonso, Cisilino…en Ferro jugaban “Jeta” Urtiaga, “Checho” Elizari, “Mono” Ijurco, “Loco” Toth; Gimnasia tenía a Doyle, a “Bochi” Abad, había unos equipazos. Hoy, el debut en primera se toma de otra manera, no creo que a un chico le transpiren las manos o no pueda dormir la noche anterior como nos pasaba en ese momento.-Integraste una camada muy ganadora en Independiente.-Sí, llegamos a salir campeones tres años seguidos con “Negro” Conti. En 2000 se formó un equipo muy fuerte para ir al Argentino B, con “Chopi” Izquierdo, “Nacho” Álvarez Castillo, “Kato” Cortadi…algunos nos quedamos y terminamos saliendo campeones del torneo local en 2003.-¿Ése de comienzo de década fue el mejor Independiente que integraste?-Sí, era un equipo completo, con renombre y mucho recambio. Estaban Ramiro (Arteagaveytía), Fabio Argüeso, “Cacheta” Roldán, “Chino” Cisilino, Fer Villar, “Ñato” Varales, Hugo Quintas…era un equipo fuerte, por algo lo mantuvieron durante varios años.-¿Aquel episodio en Punta Alta, con incidentes y la eliminación ante Sporting, fue cuando peor la pasaste en una cancha?-No, con Santamarina la pasé peor un par de veces. Una, en Puerto Madryn, cuando le ganamos a Guillermo Brown. Se desató una interna en la hinchada de ellos y la gente se metió a nuestro vestuario para, desde allí, saltar al campo de juego. Entraron a la cancha cuando todavía no habíamos salido. No nos hicieron nada ni nos robaron pertenencias, porque el lío era entre ellos, pero el susto fue grande.-¿Y la otra?-En San Juan, cuando perdimos por penales la final contra Desamparados. Otra vez, se nos metieron al vestuario y después a la cancha, menos mal que perdimos…Ese mismo día, apedrearon a la gente de Tandil que fue a ver el partido, habían ido mis viejos y mi hermano.-El paso a Santamarina trajo aparejada una gran satisfacción deportiva como el ascenso al Argentino A de 2006.-Fue una de las grandes alegrías de mi carrera. Con un equipo que se fue armando de a poco. Primero estuvo Pernía, con “Gato” Corrente haciendo la parte física, recuerdo que éramos unos “aviones”. A “Tano” no le salen las cosas, sacamos muy pocos puntos y, de un día para el otro, llegó Gambini. Le cambió la mentalidad a todo el mundo, fue muy motivador e&nbsp; hizo un par de cambios. Yo no jugaba, “Chavo” Alustiza y Diego Bucci, tampoco. Fuimos agarrando confianza, ganábamos de locales y de visitantes no perdíamos. En los playoffs éramos un equipo muy consolidado, con la vuelta de “Gordo” Valverde, quien había dejado atrás una suspensión.-La llegada de Gambini te demandó jugar en una defensa de tres.-De locales. Me sentía bien con ese esquema, lo único que tenía que hacer era marcar, Ariel (Barth) sobraba, Forchetti jugaba de un lado y yo, del otro. De visitante, jugaba como lateral más definido, en una defensa de cuatro.-En esa campaña, anotaste uno de los goles más significativos de tu carrera, el descuento en Lincoln ante Rivadavia en la ida de la final.-Sí, perdíamos 2-0, la cancha estaba repleta. Hubo un córner faltando unos cinco minutos y no me marcaron, se ocuparon de los más altos y quedé solo. Cabeceé sin ángulo, con la pelota casi yéndose, la hice cruzar todo el arco e ingresar en el otro ángulo.-A pesar de no ser alto, el juego aéreo ha sido uno de tus fuertes.&nbsp;-Siempre fui a cabecear. En Independiente, cuando éramos chicos, se practicaba mucho el salto. Hoy, lo veo por ejemplo a “Memo” Depietri que lo hace en el baby, deja una pelota colgada y los nenes saltan a cabecear para ir incorporando el timming. Hay mil cosas para enseñar, desde cómo poner los brazos, el despegue, saltar sólo con un pie. Después, depende de tu interés por aprenderlo.-¿Por qué el éxito de Gambini en aquel Santamarina no se trasladó al Argentino A?-Mario trajo varios jugadores desde Mar del Plata que le habían rendido en años anteriores. Quizá, haber puesto tanta gente nueva, hizo que debamos empezar de cero nuevamente en algunas cuestiones de conocimiento. Una vez que se va, llega Hugo (Tenaglia) y, de alguna manera, hizo lo que había hecho Mario en el Argentino B. Tirar un par de cosas motivadoras y aportar mucho conocimiento de la categoría. Con el mismo plantel, terminamos llegando a la final con Desamparados.-¿Qué técnico te marcó más en tu carrera?-Ellos dos. Mario era muy motivador y sabía qué iba a pasar en cada partido. Hugo conocía en detalle a cada jugador de la categoría. Venía y te decía: “Te va a tocar marcar a tal, te va a enganchar para la derecha, nunca va para el medio”, y se daba todo tal cual.-¿Pensás en ser entrenador?-Sí. En Grupo, antes de la pandemia, había armado mi cuerpo técnico para conducir la primera, con “Checho” Elizari como preparador físico y Carlitos Olivares de ayudante de campo. Había armado ese proyecto después de decidir no jugar más. Pero el club terminó inclinándose por Víctor Hugo Arce.-¿A quién tomaste como referente en tu puesto?-Zanetti me gustó siempre. “Negro” Ibarra también. Son dos jugadores que han llegado a todo, naturalmente uno se fija en los exitosos. Ellos eran los mejorcitos, atacando y defendiendo, tenían un montón de cosas que les quería copiar.-¿Identificás algún momento de tu carrera como el del pico de rendimiento?-El primer Argentino A de Santamarina, con Tenaglia. Además de que se formó un gran equipo, fue un muy buen año mío. Y un momento de muchas satisfacciones, la gente se había ilusionado mucho con ese plantel. Cuando ganamos en Salta, 3-1 contra Juventud Antoniana, nos encontramos con un gran recibimiento en la ciudad, como también cuando perdimos la final con Desamparados.&nbsp;-¿En qué sos distinto a casi 25 años de tu debut en primera?-Lo que más traté de incorporar es el trato con los más chicos, respecto a quienes tenés pensamientos y motivaciones distintos. Hoy, ellos no le dan al fútbol la importancia que le dábamos en otra época. Están pendientes de las redes sociales, de ir a jugar la Copa de Serranos, o de apurarse para entrar 20 minutos en el Agrario. Antes, había otra valoración respecto a llegar a primera en la Liga Tandilense, que ha perdido mucho el prestigio. El chico que debuta hoy, en diez años ni recordará contra quién jugó o cuáles eran los jugadores de esa época.-Solía haber ocho o nueve clubes en primera y hoy, regionalización de por medio, la cifra representa el doble, propiciando, entre otras cosas, que las figuras se dispersen en más equipos. ¿Cuál es tu lectura respecto a ese incremento de clubes en la competencia doméstica?&nbsp;-Para mí está bueno que haya más competencia. Lo que me parece que falta es una motivación para el jugador, para impedir que se vaya a jugar a Chaves, a Tres Arroyos, a Dorrego o adónde sea. Fijate que los que clasifican al Argentino terminan sin jugarlo. Entonces, el jugador no tiene ninguna motivación para quedarse y se va a una liga en la que le pagan 3 ó 4 mil pesos por partido. No digo que acá se les pague, pero hay que buscarle la vuelta para captar su atención. Es importante que jugadores de la ciudad se queden porque es algo que jerarquiza la competencia. O “repatriar” a jugadores formados que se van yendo. Fijate el último Excursionistas campeón, lo logró con jugadores grandes, como Lecuona, Harguindeguy, “Rodo” Valerio, Nico Arhia, Gorosito, “Pitu” Pereyra… después lo mismo pasó en Ferro con Porta, Parolari, Diego Bucci, Franco Trama…-¿Cómo se da tu llegada a Velense?-Hablé con el padre de Claudio Fuentes y me ofreció jugar un año más. Me gustó la idea porque no iba a dirigir en ningún lado. Hablé con Juan Luis Moreno, que era el técnico en ese momento, y arranqué. Jugué dos torneos Preparación y la pandemia no me permitió hacerlo oficialmente todavía.<figure class="image"><img src="https://cdn.eleco.com.ar/media/2021/07/tapa.jpg" alt="matias1"></figure>&nbsp;El paso por Huracán&nbsp;-¿Qué te quedó del paso por Huracán de Tres Arroyos?-Me fui de Santamarina porque el fútbol del club pasó a estar gerenciado, Cifuentes y Barraza no daban abasto con todo. Salió lo de Huracán con Hugo Tenaglia, que armó un plantel llevándose mucho de Santamarina. Fuimos con Ariel Barth, Palomeque, Rivadeneira, “Negro” Luján y “Gaby” Christovao. Para mí, fue también una buena oportunidad en lo económico. Santamarina se volvió un puñado de esfuerzos individuales, con gente que hacía mucho por el club. Mientras que en Huracán se armó un proyecto muy ambicioso, con la firme idea de regresar al Nacional B. Llevaron a Paratore, que había ascendido a primera con San Martín de Tucumán y, en lugar de jugar en la máxima categoría, decidió bajar al Argentino A para hacerlo en Huracán. Nos fue mal pese a que teníamos un gran plantel, con un técnico de prestigio como Tenaglia y dirigentes que nos daban todo.&nbsp;-Quedó demostrado que en el fútbol el éxito nunca está garantizado.-Tal cual. A mitad de año se fue Tenaglia porque tuvo una diferencia con la dirigencia y, con él, se alejaron varios jugadores. Además, faltando unos meses para terminar el torneo, el club tuvo algunos problemas económicos. También en el fútbol hay una cuota de suerte, a la que obviamente tenés que ayudar para que te vaya bien. Es algo que pasa en todos los niveles, el Barcelona tiene lo mejor y hay épocas en las que no le gana a nadie. Nadie te asegura que teniendo a los mejores vas a ganar.-¿Qué vino después de ese año?-Mi regreso fue a Independiente para jugar el Argentino B. Tuve algún contacto con Santamarina pero no arreglé para volver.-En la cancha siempre sobresalió tu temperamento. ¿En el vestuario sos un líder?-No, para nada. Simplemente aporto lo mío y, obviamente, cuando siento que las cosas no son como tienen que ser, lo digo. Después, siempre tirando para adelante, poniéndole alegría, los momentos de vestuario son únicos, te llenan de anécdotas, te diría que son más especiales que los partidos.&nbsp;-¿A los 42, dónde encontrás la motivación para entrenarte para un torneo local que ni siquiera tiene fecha de comienzo?-En sentir que todavía puedo. Si no hubiese tenido el físico que tengo o me hubiera lesionado varias veces, quizá no podría. Tengo un físico privilegiado que me permite seguir, como lo tiene Cristian Pérez, que con más de 40 años se juega diez partidos de fútbol 5 entre sábado y domingo.&nbsp;-También hay cuidados que se vuelven indispensables.-Seguro. Siempre me he cuidado mucho, sobre todo en épocas anteriores. En no tomar alcohol o ser desprolijo con las comidas los días previos a los partidos. También está el tema de los descansos, hay muchas cosas que tenés que hacer bien y no solamente el día anterior al partido.&nbsp;Fútbol en familia&nbsp;-¿Tu viejo era de aconsejarte?-Se metía poco. Cuando llegábamos a casa, me marcaba algunos errores que veía, tanto a mí como a mi hermano, y a mi hijo en lo poco que lo vio jugar. Y cuando veía que yo al siguiente partido lo corregía, también lo remarcaba, también te contaba las buenas. Venía y me decía: “¿Te acordás lo que te marqué la otra vez?, ahora no te pasó”. En la cancha, miraba el partido muy tranquilo.-Llegaste a ser compañero y rival de tu hijo Rodrigo.-Jugamos juntos en Unicen. Y nos enfrentamos cuando yo pasé a Grupo. Él juega de central o de “4”, así que no nos cruzamos demasiado en la cancha.-¿Lo aconsejás?-Nada. Lo fui a ver el día que debutó, contra Ferro, y me puse muy nervioso. Me dieron ganas de entrar y pelearme.-¿Con el árbitro o los rivales?-¡Con todos! Me dieron ganas de entrar y pelearme con todo el mundo. Prefiero no ir, y llegar a casa y que me cuente cómo le fue. Igual, no he tenido posibilidades de verlo muy seguido, porque jugábamos en simultáneo, él en la Uni y yo en Grupo. &nbsp;&nbsp;

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Matías Méndez, el emblema del fútbol local que desafía el paso del tiempo

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