Raúl Echegaray, entre la universidad de la calle y la Facultad de Arte
En el marco del 35to. aniversario de la creación de la Facultad de Arte, se le impuso su nombre al centro de documentación audiovisual y biblioteca de la Facultad. Raúl Echegaray fue subsecretario de Cultura y Educación durante la gestión de “Gino” Pizzorno y habla en esta extensa entrevista de su amor por los libros, el teatro y de su tremenda emoción cuando se enteró que homenajearían su trayectoria.
La idea de abrir la librería El Escarabajo –canje y venta de libros usados que fue un boom de los ochenta- surgió de la pasión por los libros que tenían los hermanos Raúl y Alberto “Memo” Echegaray. Tras el éxito del negocio durante más de una década, Raúl ingresó a la Escuela Superior de Teatro a trabajar en el área de promoción cultural. Antes de eso, había tenido una experiencia política como subsecretario de Cultura y Educación en la intendencia de “Gino” Pizzorno. Durante su tiempo en la política, realizó una gestión cultural enfocada en la comunidad y logró hitos como cambiar el nombre del Anfiteatro Kennedy por el de Martín Fierro y municipalizar el Teatro Estrada que continuó conservando su nombre hasta la gestión de Rubén Betbeder que lo puso en valor, pasando a llamarse Teatro del Fuerte.
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Accedé a las últimas noticias desde tu email-¿Cómo nació la idea de El Escarabajo?
-Fue de mi hermano Alberto, de Temperley. Había renunciado a su trabajo y me propuso la idea de poner una librería. Comencé a entusiasmarme tanto que también hice un arreglo con Metalúrgica Tandil, donde trabajaba, e hicimos una sociedad. Ambos tenemos una gran pasión por los libros. Y nos gustaban esas librerías de viejos, de usados, que uno veía cuando viajaba a Buenos Aires, en la Avenida Corrientes. Fue una sociedad que tuvimos o mantuvimos con “Memo” durante 11 años hasta diciembre del ’93. El volvió a su ciudad y yo ingresé a trabajar en la Escuela Superior de Teatro que dirigía Carlos Catalano. Ya tenía tres chicos de distintas edades estudiando, Ignacio, Ana Laura y “Nico”. Mi señora (Adriana) trabajaba medio día en el negocio del hermano, de modo que tuve la suerte que, estando en ese entonces Carlos Nicolini de rector y Roberto Tassara de vice , Carlos Catalano me pidió que fuera concretamente a trabajar con él, a la escuela. Sabía de mi experiencia en tareas de promoción cultural, entre otras cuestiones.