Turismo rural, para que el viento nos cuente la historia de un lugar…

ESCRIBE NÉSTOR DIPAOLA
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEn este aspecto, debemos recordar algunas realidades, sobre todo pensando en las generaciones muy jóvenes. Porque hoy, seguramente muchos chicos y chicas entre 20 y 30 años, se encuentran trabajando en el sector. Son partícipes de una realidad que cuando ellos eran muy pequeños o no habían nacido, ya se encontraba funcionando. Por lo tanto, no tienen por qué saber que apenas un poco antes, el turismo en Tandil existía, pero con notorios altibajos.
Sobre este último punto, vale retomar el artículo que publicamos el domingo anterior. En el mismo, recordamos un comentario que hicimos en estas mismas páginas de “La Vidriera” en el mes de diciembre de 1999, o sea casi 23 años atrás, que resulta más que elocuente para ratificar lo que expresamos. En algunos párrafos, decíamos:
“… aquí, en Tandil, la vida continúa sin que el turismo pareciera importar demasiado a las autoridades, y ni siquiera a los propios sectores directamente relacionados con la actividad. Pareciera que si la gente no viene la culpa la tiene Clarín, que no nos incluye en su mapita”. (Esto, en relación a un enojo de los lugareños con el diario mencionado, que en una nota “olvidó” a Tandil). Y agregábamos: “Pero mientras, el Intendente, el Director de Turismo, los empresarios del sector, se olvidaron que el verano está encima y aquí no sólo no se previó ninguna inauguración ‘oficial’, que a lo mejor no serviría para casi nada, sino que tampoco se sabe lo que se va a hacer durante los tres meses de estío”.
“Es más: desde un tiempo a esta parte, hemos notado una peligrosa resignación entre los propios interesados, en el sentido de que se tiende a menospreciar las potencialidades de Tandil en materia turística, durante el verano. ‘La gente prefiere la costa y no podemos competir’, nos han dicho. Y esto es grave, porque las vacaciones de la mayoría de la gente no se da en abril ni en septiembre. Se da en los meses de verano”.
“Y si la gente en verano busca agua, pues de ella habrá que proveerle. Se podrá responder que tenemos el complejo de piletas bordeando el Lago, en un lugar privilegiado por la belleza serrana que lo circunda. Pero no alcanza, porque no es lo mismo un balneario de ladrillos que uno natural. Y Tandil podría tener hermosos balnearios naturales si todos, autoridades y entes privados, se pusieran las pilas para trabajar juntos y realizar las obras necesarias por ejemplo en el Balneario de Vela, y aprovechar también otros cursos de agua sobre el mismo Chapaleofú u otros arroyos importantes para convertirlos en lugares atractivos. Rauch lo hizo. Tiene un balneario maravilloso sobre el Chapaleofú, que no tiene nada que envidiar a los existentes en la provincia de Córdoba. Y Rauch no tiene sierras ni paisajes como los nuestros”.
AHORA, HACIA EL FUTURO
Hemos insistido en esos párrafos de 1999, porque de lo contrario, esos jovencitos de entre 20 y 30, con toda razón podrían preguntarse qué significa esto de “reconfortante pero casi inesperado tiempo presente”. Realizada la aclaración, especialmente para esta franja etaria, vamos al tema de hoy, que tiene que ver con trasladarnos desde el presente hacia el futuro.
El actual Director de Turismo, Mariano Berenstein, en sus escasos cinco meses de gestión, ha insistido en los ejes centrales que deben abordarse rumbo hacia ese mañana que vislumbramos como muy venturoso, si es que aportamos algo entre todos. Y todos es TODOS. Estado, privados relacionados con el sector, pero también los privados que no están directamente relacionados. Porque cuando se potencia una actividad, en cualquier lugar del mundo, trasciende las fronteras de la misma y se proyecta hacia todos los rincones. Porque incluso aquel que no tiene absolutamente nada para venderle al turista, va a mejorar su calidad de vida gracias a las inversiones que podrán hacerse, por ejemplo, en obras de saneamiento o en la plaza pública de su barrio. Que de paso, entre otras cosas, carecen de aparatología para realizar ejercicios físicos. Por ejemplo. Y a tomar nota…
Bien. Los dos ejes a los que se refiere Berenstein son, por un lado, lograr un progresivo aumento de las ocupaciones de plazas turísticas entre los días lunes y jueves, que en la actualidad es relativamente escasa. Y el otro es el de difundir las bondades muy particulares que posee Tandil para el deleite de los visitantes con un turismo rural todavía virgen.
ENTRE EL AGUA, EL AIRE PURO Y LAS DELICIAS…
En cuanto al primero de los ejes, seguramente se intensificarán las promociones tendientes a difundir Tandil como lugar ideal para la realización de convenciones, congresos, reuniones, de cualquier sector activo de la sociedad. Pareciera ser que actualmente han perdido gravitación los mega encuentros de mil personas o más. Hasta hace algunos años, se debía contar para ello, con gigantescas “salas de convenciones”. Hoy ya no tanto. Manos a la obra, entonces.
En cuanto al segundo, el turismo rural, tenemos absolutamente todo para ello. Es un tema al que nos venimos refiriendo desde hace muchos años, tal como se desprende del artículo reseñado más arriba, de 1999. Hace casi 30 años publicábamos en estas páginas notas relacionadas con el mal llamado “Balneario de Vela”, porque en verdad se encuentra ubicado a mitad de camino entre Vela y Gardey. Estaría bien denominarlo “Chapaleofú”, por ejemplo Conviene recordar que la inundación de 1980 destruyó la pequeña obra existente allí para que pueda funcionar como balneario. Y jamás se hizo algo, hasta que entre 2007 y 2008, a través de sendas etapas de puesta en valor, se lo pudo volver a utilizar como balneario. Dicho lugar, que también es camping, puede llegar a convertirse en uno de los atractivos más importantes fuera de la ciudad, si se realizan inversiones. Si no es por parte del Estado, estamos convencidos de que el sector privado, a través de una eventual concesión, mostraría interés en el paradisíaco lugar. Entre otras cosas, porque allí se encuentra “el agua” que busca
EL VIENTO NOS CUENTA…
Se trata de lugares del interior del partido de Tandil, que como en la canción de Arco Iris, “el viento nos cuenta la historia de un lugar”. Mañanas campestres. Turismo rural. Y las historias afloran, porque por ejemplo entre Vela y Gardey, sobre las márgenes del Chapaleofú, los mapuches montaron, más de dos siglos atrás, la Feria Indígena, actividad precursora del comercio en la región. Y tanto más, ya que las dos poblaciones nombradas tienen excelentes museos y edificios antiguos que vale la pena conocer.
Pero también Fulton, De la Canal, Azucena, Iraola, La Pastora. Casi todos estos sitios poseen antiguos almacenes de campo y hay lugares, como el caso de Fulton, en que ya hay emprendedores y emprendedoras trabajando con exquisiteces y propuestas.
Si el municipio, el Instituto Mixto de Turismo y las posibles inversiones privadas hacen lo suyo, el turismo rural en Tandil, más que un proyecto a futuro, es poco menos que un presente auspicioso. Obviamente, habrá que continuar trabajando. Y bastante, por cierto.