POR CINCO AÑOS
El Parlamento cubano reeligió como presidente a Díaz-Canel
El presidente de Cuba fue reelegido para un segundo y último mandato de cinco años, con el voto del 97,66 por ciento de los diputados del Parlamento, informó el jefe la Asamblea nacional (Parlamento).
“Tomando en cuenta los resultados anunciados, declaro electo al diputado Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez presidente de la República”, dijo el Esteban Lazo, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, ante el pleno y en presencia del líder de la Revolución, Raúl Castro.
Recibí las noticias en tu email
Díaz-Canel, un ingeniero electrónico de 62 años, gobierna Cuba desde 2018. Sucedió en el poder a los hermanos Fidel y Raúl Castro, que ostentaron el poder desde el triunfo de la revolución en 1959 que derrocó al gobierno ultraliberal del dictador Fulgencio Batista, apoyado por Estados Unidos.
Raúl Castro, de 91 años y ahora jubilado, dijo en abril de 2018 que su sucesor era “el único sobreviviente” de una docena de jóvenes políticos preparados para relevar a la generación histórica liderada por Fidel Castro (1926-2016).
Para el opositor Manuel Cuesta, la “reelección” está “cantada” y se produce “en medio de una doble crisis a nivel económico: del modelo y de las competencias políticas del Estado para encaminar soluciones apropiadas”, informó la agencia de noticias AFP.
Los 470 diputados de la Asamblea Nacional del Poder Popular eligieron a Díaz-Canel por mayoría absoluta y mediante voto directo y secreto.
La ley establece que el presidente, que tiene un mandato de cinco años, puede ser reelegido una sola vez.
Díaz-Canel emprendió en 2018 la tarea de acelerar la reforma económica iniciada por su antecesor y mentor político Raúl Castro cuando la crisis en la isla iba agravándose.
A principios de 2021, implementó una reforma monetaria que terminó con la tasa de un dólar por un peso cubano que había prevalecido por décadas y provocaba fuertes distorsiones en la economía, aunque el mayor trastorno seguía siendo el duro bloqueo que le impedía crecer, o al menos atisbar cierta estabilidad.
También impulsó el trabajo independiente y habilitó a las pymes, pero estas medidas no resultaron suficientes para lograr prosperidad.
La reforma monetaria provocó una espiral inflacionaria y una fuerte devaluación que paulatinamente fueron erosionando el poder adquisitivo de la población, lo que generó descontento y desconfianza. (Télam)