La Biblioteca Salceda, como formidable espacio cultural que debemos conservar
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Juro que cuando en alguna parte vi un cartel que decía “No al vaciamiento de la Biblioteca Salceda”, pensé en alguna noticia falsa. “¿Quién la va a vaciar”?, me pregunté. Luego supuse que a lo mejor, por falta de espacio, estaban regalando libros. Cosa que hoy es muy común y no está mal que se haga, sobre todo cuando se trata de textos repetidos o absolutamente desactualizados.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailCuando me enteré que el eje del problema era el propio Club y Biblioteca Ferrocarril Sud, no lo podía creer. Es que realmente, no se puede creer, porque la institución nació, casi 107 años atrás, precisamente con ambos destinos. Nada más, ni nada menos.
Si bien es cierto que durante mucho tiempo estos espacios funcionaron exclusivamente con la misión de prestar libros a los asociados para llevarlos por una semana a la casa o para consulta en sala, los tiempos fueron cambiando.
En las últimas décadas, aunque el libro en la versión papel felizmente sigue vivo, se consultan menos que antes los volúmenes con contenido educacional o científico. Aunque el libro siempre es más confiable, la mayoría tiende a consultar por Internet. Para la narrativa, poesía y afines, debe acudirse al soporte papel, ya que por el momento casi ningún autor publica su obra en formato tradicional y también digital.
Por eso, la Biblioteca Salceda, al igual que las demás, continúa cumpliendo aquella antigua misión, pero ha tenido que avanzar hacia estructuras culturales participativas y de intercambio, como el desarrollo de cursos y talleres, charlas abiertas e inclusive la intervención de una librería alternativa y cooperativa que enriquece aun más la noble misión social del espacio.
Como si fuera poco, la biblioteca no lleva un nombre “común”, o puesto al azar. Se llama “Juan Antonio Salceda”, en homenaje a uno de los más notables intelectuales de la ciudad, nacido en España en 1907 pero con toda su trayectoria realizada en Tandil, hasta su fallecimiento en 1983. Fue un gran escritor y poeta, pero que, como si fuera poco, fue directivo de Ferro e incluso presidente de la institución.
Pero esta paradoja tiene más aristas insólitas todavía. Una de ellas, el hecho de que las numerosas y excelentes actividades que se desarrollan, no hacen más que favorecer y prestigiar al propio club, porque todo el mundo sabe que dicho centro cultural funciona allí, en Ferro. Otra, se relaciona con la circunstancia de que desde hace varios años, existe la Asamblea del Barrio de la Estación, que cumple un muy buen trabajo en defensa de la historia, el patrimonio y la identidad de la barriada.
Y por último, debe mencionarse la circunstancia de que este maravilloso trabajo de la gente de la biblioteca, con la nieta de don Juan Antonio a la cabeza - María Salceda- se gestó a partir de una comisión directiva anterior y relativamente reciente. O sea, no fue ninguna “locura aislada”. Entre otros, recuerdo a Ezequiel “Boiti” Lester como presidente y Carlos Doménez como vice. Eran tiempos difíciles en lo institucional pero fueron años en que Ferro dio un enorme ejemplo en cuanto a poder recuperarse de la mejor manera, en distintos rubros.
Honestamente, no tengo idea quiénes son los actuales directivos. En este momento, ni siquiera estoy en Tandil, pero me enteré y me quiero sumar a esta noble causa. Me queda la esperanza de que, tal como señalé al comienzo de esta nota, se trata de una “falsa alarma”. Otra posibilidad es que los integrantes de la comisión actual tengan las mejores intenciones para seguir haciendo grande a Ferro, pero desconocen la historia. En una de esas, no saben quién fue en Tandil el escritor Juan Antonio Salceda. De pronto no tienen por qué saberlo. Y quizás no lograron analizar la enorme importancia que hoy en día cumplen estos espacios culturales integrales, para cualquier ciudad, cualquier barrio y cualquier club. Por todo esto, supongo que habrá final feliz.