¿Y si probamos de una vez generar laburo genuino?

Por Gonzalo Santamarina (*)
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailAlguien dijo que gobernar es crear trabajo, y tenía razón. Por ello, la otra obsesión de todos los compatriotas, aparte de la Pandemia, debería ser: ¿Cómo creamos trabajo, trabajo y más trabajo? Sin embargo, pese al decreto de doble indemnización, según cifras del INDEC, el último mes se perdieron más de 300 mil empleos registrados y más de un millón, si lo comparamos con el año pasado, y lo que sorprende es que no se estén tomando las medidas necesarias orientadas a crear los empleos que los argentinos y sus empresas necesitan.
En el Congreso, las iniciativas y leyes parecen sintonizar otro canal. La reforma de la justicia, para poner sólo un ejemplo, está muy lejos de las demandas y necesidades concretas de una ciudadanía que mira perpleja la disociación entre quienes detentan el poder con la cruda realidad del día a día. Por otro lado, para los desempleados y los precarizados la demanda de institucionalidad se transforma en una ficción, ya que para quien no tiene trabajo, todo otro reclamo se desdibuja.
En el mientras tanto está naciendo una iniciativa alentada por sindicatos y organizaciones sociales para distribuir 750 mil millones de pesos y crear – dicen – 170 mil empleos registrados y cuatro millones de trabajos sociales o de la llamada “economía popular”. A las cosas hay que valorarlas por lo que aportan. Lamentablemente, la calidad de los empleos que promueve la economía popular son de bajo valor agregado. Están lejos de ofrecer superación y sustentabilidad. Hasta acá son contados con los dedos de las manos las personas de la economía popular que salieron de la pobreza gracias a la ayuda de los planes. Se “sostienen” en el círculo vicioso de la pobreza. De la economía popular sólo podemos esperar subsistencia. En definitiva una vez más esta propuesta tiene olor a asistencialismo encubierto. Es mucha plata en tiempos de vacas flacas así que como dicen los gauchos no podemos darnos el lujo de “errar el viscachazo”.
Si las cosas son así, ¿Por qué entonces no apostar por la verdadera Cultura del Trabajo? ¿Por qué no invertir ese dinero en el sector más dinámico de la economía que genera, prácticamente sin ayuda, más del 70% del empleo nacional? Me refiero al universo Pyme, aquel que toma riesgo todos los días y que no depende de la “teta” del Estado, es más, se encarga de alimentarla todos los días a través de un sinnúmero de impuestos.
Pensemos que 750 mil millones de pesos equivalen a 5300 millones de dólares, es decir a casi toda la deuda Pyme actual con el sistema financiero. Con esa deuda las Pymes generan todos los años 26 veces más: 170 mil millones de dólares.
Por ello propongo: volquemos esos recursos en la economía real, es decir, en las 600 mil empresas pymes que ya están ofreciendo empleo genuino, de mayor calidad. Promovamos una asociación con los sindicatos y generemos un gran plan integral de capacitación en los oficios que necesita este universo para poder seguir generando valor agregado. Apostemos a enseñarles a trabajar de verdad a los argentinos que están fuera del sistema en tareas útiles para el progreso nacional.
La agenda para apoyar a las pymes para que creen empleo es clara y a esto debiera enfocarse de manera urgente el Congreso Nacional: desendeudamiento, financiamiento real (hoy hay una gran restricción crediticia), baja de impuestos y costos laborales, y cambio en las leyes laborales (las normas antidespidos son a la vez antiempleo).
Llegó la hora de hacer del empleo y la capacitación para el empleo una obsesión nacional. Se necesita un gran consenso para la generación de laburo. Trabajo es sinónimo de dignidad y autonomía. Es lo mejor que un Estado puede ofrecerle a sus ciudadanos. Las pymes son las mejores aliadas para derrotar la pobreza y el desempleo haciendo el derecho al trabajo una realidad. Dicen que el tiempo es oro y lo estamos perdiendo cada día que pasa.
* Representante para Tandil del Movimiento Nacional Pyme (www.monapy.com.ar)