El detenido por el crimen del jubilado pidió declarar y confesó ser el asesino
En medio de la feria judicial se conoció que el apresado por el homicidio de Daniel Ávila, ocurrido en su casa de Almafuerte 2666 el 30 de octubre del año pasado, pidió una entrevista con el fiscal de la causa para prestar declaración. Este Diario accedió a la confesión del joven que asumió su responsabilidad, aduciendo que necesitaba plata y actuó bajo los efectos de la droga.
Se trata de Matías Fabre, quien se encuentra detenido desde el 14 de noviembre, sospechado por el asesinato de Daniel Ávila, ocurrido el 30 de octubre en el domicilio de Almafuerte 2666. Las pruebas que pesaban en su contra hicieron que oportunamente la Justicia resolviera que siga detenido hasta el juicio. En medio de su detención, y mientras los investigadores aguardaban por el resultado pericial de rastros de ADN en prendas oportunamente secuestradas, el señalado pidió ser trasladado de la unidad penitenciaria a la sede fiscal, donde declaró y confesó la autoría del crimen.
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La acusación
Como oportunamente se detalló en éstas páginas, para el ministerio público, se dio por acreditado que el 30 de octubre del 2018 momentos antes de las 21, Julio Matías Fabre, previo ingresar al domicilio de calle Almafuerte 2666, mediante el uso de un elemento contundente (filoso, pesado, duro y romo) asestó varios golpes en la cabeza de Daniel Ávila, morador del domicilio, provocando heridas cortantes y contuso-cortantes, a saber: fracturas de huesos de la cara y base de cráneo con sangrado en masa encefálica, hemorragia intracerebral con el consecuente paro circulatorio cerebral, lo que finalmente produjo la muerte de la víctima.
Luego, Fabre se apoderó ilegítimamente del dinero en efectivo (aproximadamente siete mil pesos), que la víctima tenía producto de la jubilación que cobrara ese mismo día, retirándose del lugar y consumando así el ilícito.
Sobre la calificación legal adoptada, se caratuló como “Homicidio en ocasión de robo”.
Las pruebas
Sobre los indicios de prueba en contra del sindicado que merecieron su detención, se aludió a la amistad y trato frecuente con la víctima, que compartieron el almuerzo y estuvieron tomando hasta las 17 en que se fueron, no sin saber que ese día mismo Ávila había cobrado dinero.
A más elementos de convicción para considerar a Fabre como autor del hecho, se agregó sobre la relación de amistad que compartían y la confianza, lo que le permitió al sospechoso ingresar al domicilio sin que los perros ladraran y lograr que su víctima le franqueara el ingreso retirando la traba de hierro de la puerta.
Ese día Ávila cobró su jubilación, Fabre compartió junto a Claudio Nieves y la víctima vino y cigarrillos durante la hora de la siesta y también la búsqueda de una mujer para que la víctima y Nieves mantuvieran relaciones sexuales.
También se complementa con otra declaración testimonial que indicó que Fabre en los días próximo al homicidio le reconoció haber tenido tanto él como su hermana contacto con la víctima a través del teléfono de Claudio Nieves, ya que la víctima poseía intenciones de mantener relaciones sexuales con alguna chica, y que el hecho lo habrían cometido Fabre junto a su hermana: “(…) le mando un mensaje de texto a la madre cuando salió de fiscalía solicitándole a la madre de Fabre que entregue el buzo si no tenía nada que ver, ya que lo estaba complicando al testigo, de lo cual no tuvo comunicación ni lo volvió a ver, que incluso por dichos tomó conocimiento que supuestamente el hecho lo cometieron entre Fabre y su hermana.
Otra circunstancia probada es que el imputado se encontraba en cercanías del lugar del hecho -15 cuadras- en el horario en que el ilícito se cometió, más precisamente en calle Figueroa y Pujol. Dicha certeza surge de las imágenes captadas por las cámaras del Municipio.
A dicha escena se complementa con el informe del médico de policía, que estableció como fecha y hora probable de la muerte el 30 de octubre entre las 17.30 y las 20.30.
Más elementos
Otro indicio de sospecha surge del hecho probado de que la tarde de la muerte de Ávila, Fabre vestía una remera color celeste y un pantalón babucha color gris, los que se encontraban limpios y sin roturas; y que 15 horas después al suceso criminal, la babucha fue hallada cortada y conteniendo dos manchas de sangre humana.
Todo ello se complementa y concuerda a su vez con lo que surge de la pericia química en la que pudo determinarse que: “…en las manchas encontradas en la remera azul pantalón jogging gris y sábana gris se investigó la presencia de sangre mediante reactivo de bencidina y la formación de cristales de Teichmann, como reacciones de orientación y de certeza respectivamente, obteniéndose resultado positivo para la especie humana….”.
También se corrobora con lo que surge de las filmaciones y capturas de pantallas de las cámaras de seguridad existentes en calle Paz y San Martín, y calle Paz y Sarmiento, donde se observa que el imputado estaba vestido con un jogging del mismo color.
A ello se suma lo manifestado por Nieves, quien afirmó que la remera que utilizaba Fabre era la secuestrada como así también la filmación de la cámara de seguridad de calle Figueroa y Pujol, donde se lo observa a Fabre vestido con una remera de igual color a la secuestrada conforme.
Se la añadió como indicio, la circunstancia probada de que Fabre pocas horas después del hecho fue examinado en la comisaría Segunda de Policía local y no poseía lesiones en su cuerpo que pudieran haber sido las generadoras de la sangre que tenía en las ropas que utilizaba al momento del hecho.
Sospechas vehementes
Al cúmulo de indicios de sospecha incriminante, se acreditó que en la tarde del crimen Fabre llegó a Villa Gaucho con Claudio Nieves, quien no lo vio durante todas esas horas y retornó solo, no obstante, el acuerdo que existía entre ambos de regresar juntos al domicilio de El Tropezón. Esto se suma a que una testigo, esa tarde, vio entrar solo a Matías Fabre muy rápido a la casa de Ávila.
También se detalló la circunstancia probada de que tres días antes del homicidio, Fabre sustrajo dinero del cajón de la mesa de luz existente en la pieza del domicilio de la víctima. En este sentido, una testigo presenció cómo Fabre pocos días antes del hecho, le hurtó el dinero en un momento en que Ávila se hallaba en el baño.
Contó la testigo que le llamó la atención pero Fabre se hizo el desentendido. En tal sentido la testigo refirió: “(…) el sábado pasado vio que Matías –Fabre- le robaba dinero desde la cartera de Ávila, la que se encontraba en la mesa de luz de la pieza que es utilizada por el mismo, siendo una mesa de luz de madera marrón, haciendo saber que esta habitación es la más próxima al baño de la vivienda y que ella ingresó a la morada ya que la misma estaba abierta y el dueño de la casa en el baño, sorprendiendo a Matías en la situación mencionada, refiriéndole -“Que haces ahí” (sic), a lo que Fabre respondió : “nada”, reconociendo la testigo que a la única persona que ha visto robándole dinero a Ávila fue a Matías.
La acusación de toma de esos dichos de la testigo para relacionarlo con que el homicidio, siendo que el autor del crimen y sustracción de la jubilación, revisó el cajón de la mesa de luz del dormitorio, el cual se encontraba en el piso de la vivienda.
A todo el cúmulo de prueba que ya pesaba contra el sindicado, ahora se sumó la propia confesión, a la que este Diario tuvo acceso.
La confesión, en primera persona
En efecto, Fabre pidió declarar ante el fiscal Marcos Eguzquiza, a quien le anticipó que se haría cargo del asesinato, para lo cual igualmente debió someterse a un interrogatorio que permitiera corroborar sus dichos con la hipótesis criminal y en pos de esclarecer eventuales cómplices del hecho.
Según confió, el día del hecho, aproximadamente las 19.30, fue hasta cerca del Tropezón en colectivo junto a su hermana Johana, se bajaron del micro blanco y se dirigieron hacia la casa de Ávila, en calle Almafuerte.
Su hermana lo espero a una cuadra y media de la casa, no sabe en qué calle puntualmente, mientras que él fue a pedirle plata a Ávila, quien siempre le prestaba.
Siguiendo con su relato, señaló que le golpeó la puerta, Ávila le abrió e ingresó a la casa y una vez adentro le pidió a Ávila si le prestaba plata, a lo que el jubilado le dijo que no. Allí comenzaron a discutir y Ávila lo quiso echar empujándolo para que se fuera, por lo cual él agarró un hierro que había en el lugar, apoyado en una pared, y le pegó con el hierro en la cabeza.
Fabre dijo que le pegó más de una vez, no pudo precisar cuántas, porque estaba drogado, estaba “escabio”.
Una vez Ávila en el suelo, le sacó la plata del bolsillo y se fue, no recordando cuánto dinero le sustrajo.
Fabre aseguró que no quiso matarlo, que le pegó para robarle la plata pero no con intenciones de asesinarlo.
Tras la agresión y el robo, salió de la casa y se encontró con su hermana, quien le preguntó si le había prestado dinero, a lo que Fabre le contestó que sí, para así caminar hasta la zona de los cuarteles hasta Pujol. Por dicha zona pasaba un remis al cual pararon y los llevo hasta el barrio.
El acusado siguió relatando que luego estuvo con su madre y se fue con su hermana hasta el kiosco donde compraron una cerveza, regresando a su casa donde tomaron la birra.
Fabre subrayó que se encuentra arrepentido de lo ocurrido y que en ningún momento quiso matarlo.
Empastillado y bebido
A preguntas del fiscal, el imputado respondió que desde los 20 años que consume cocaína; como así también pastillas mezcladas con alcohol. A más detalles, dijo que justo el día del hecho se hallaba empastillado. Había tomado Rivotril con cerveza.
Preguntado para qué necesitaba el dinero sustraído, Fabre fue concreto: para drogarse.
El fiscal indagó sobre la compañía de la hermana (en clara intención de evaluar si resultó cómplice o encubridora), a lo que Fabre respondió que ella siempre anda junto a él y que ese día pensaban comprar droga en el camino.
Por otro lado se le preguntó si Ávila además de empujarlo para echarlo de la casa lo había golpeado, a lo que Fabre negó rotundamente. Sobre el hierro que utilizó para agredir a la víctima, indicó que el jubilado lo usaba para cerrar la puerta y tenía una dimensión aproximada de un metro
Dijo no recordar la empresa de remis que luego lo llevó a su casa, y sí admitió que el día del suceso vestía el pantalón babucha gris que fuera secuestrado del canasto de la casa de su madre, y una remera celeste que también fue secuestrada.
Sin tener más nada por declarar, Fabre fue notificado que se le imputa “prima facie” la comisión del delito de “Homicidio en ocasión de robo”, que al decir del artículo 165 del Código Penal le cabe una pena en expectativa de 10 a 25 años. Factiblemente con esta confesión, acusación y defensa arbitrarán los canales para arribar a un juicio abreviado y acordar una condena bajo esos parámetros penales.