El desafío de recuperar la cultura del trabajo

Nuestra querida Argentina viene sufriendo, en los últimos sesenta años, recurrentes crisis, producto de gobiernos de facto y democráticos de distinto color político, que como denominador común gastaron siempre más de lo que éramos capaces de generar. Durante el kirchnerismo, por ejemplo, se ejecutó un populismo irresponsable que hizo del Estado un elefante inmenso, llevando el déficit a niveles insostenibles, haciéndoles creer a muchos que esto no traería consecuencias.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailSin embargo, la basura no se puede esconder durante mucho tiempo debajo de la alfombra sin que se empiece a notar. Entre muchos males heredados, lo que hoy me toca experimentar desde mi función es una preocupante pérdida de la cultura del trabajo que se ha venido trasladando de generación en generación.
Siempre viene a mi mente la figura de mi tatarabuelo Ramón Santamarina que llegó a esta tierra sin títulos ni posesiones y a fuerza de sentido de trabajo -carreta de por medio-, junto a Juan Fugl y otros visionarios, pudieron forjar para esta parte de la provincia: civilización, prosperidad y oportunidades para muchos.
Conversando en la tarea diaria con comerciantes, empresarios y ciudadanos de a pie, que conocieron esa Argentina pujante donde nadie dudaba de que la única forma de salir adelante era trabajando y/o estudiando, todos refieren que lamentablemente esa convicción se ha perdido en amplios sectores de nuestra sociedad.
Si a la pérdida de la cultura del trabajo le sumamos la inescrupulosidad de aquellos que ven en la pobreza, en la necesidad de los más vulnerables, una oportunidad de negocio, comienza a surgir el fenómeno de pseudos dirigentes sociales que en vez de procurar para sus representados verdaderas oportunidades de movilidad social, utilizan a los desocupados como fuerzas de choque para extorsionar al Estado, por medio de piquetes en rutas, calles y avenidas y la toma de edificios públicos en pos de más planes sociales que les permitirán no sólo aumentar su propio bolsillo sino también mantener sometidos a sus seguidores. Viven de los subsidios y los planes, que con mucho esfuerzo aportan todos los argentinos que pagamos impuestos -ricos y pobres- pero no permiten a su gente promoverse hacia un trabajo digno, porque de esa manera, estarían desangrando económicamente a su organización.
Frente a quienes la pobreza y la desocupación representan una oportunidad de negocio, frente a quienes lucran con las necesidades de nuestro pueblo, no podemos ni debemos perder el rumbo de recuperar la cultura del trabajo.
Por ello, desde el Gobierno se ha decidido que todos los planes sociales puedan tomarse como parte del salario, si una persona que lo cobra consigue trabajo registrado. La idea es justamente que puedan salir del círculo del asistencialismo. Esta propuesta requiere de un cambio cultural, que lleva tiempo porque demanda de parte de las personas volver a confiar en sí mismas, en el valor del trabajo, transitar por una experiencia de reconversión laboral a través de capacitaciones en oficios, y por parte, de los empresarios, abrir sus empresas sin prejuicios a aquellos que vienen de la realidad de los planes.
Desde la secretaría seguimos trabajando para recrear la cultura del trabajo en nuestros jóvenes de 18 a 24 años que no han terminado sus estudios formales y no trabajan de forma registrada -hijos e hijas del 2001-, a través del Programa Empleo Joven. Ya son más de 300 los jóvenes que en Tandil, en el último año, están realizando entrenamientos en empresas o que han conseguido trabajo registrado gracias a este programa.
En noviembre estamos lanzando cinco Cursos de Introducción para el Trabajo para 150 chicos y chicas que representan el puntapié inicial en el camino al empleo. También ponemos a disposición cursos de formación laboral y talleres de empleabilidad en acuerdo con sindicatos, cámaras empresarias e instituciones de formación.
Asimismo, gracias al Programa de Empleo Independiente, que capacita y financia a microemprendedores, son más de cien los que han podido llevar adelante sus proyectos y hoy viven de ello.
El Programa 111 mil certificará a fin de año a 240 tandilenses en sus capacidades de programación informática y de los primeros 87 que lograron certificar, más de la mitad ha conseguido empleo en el sector del software.
Hoy más que nunca quienes estamos convencidos de que este es el camino correcto para recrear la cultura del trabajo, debemos poner todo nuestro esfuerzo para generar las condiciones para que todos los argentinos y bonaerenses puedan tener oportunidades de formarse y salir adelante por su propio esfuerzo, ganándose el pan dignamente con la enorme satisfacción que ello genera.
(*) Director de Trabajo y Empleo de la Región Pampeana de la Secretaría de Trabajo y Empleo de la Nación.