Infancia, adolescencia y mundo laboral de los precandidatos a intendente que competirán el próximo domingo en las PASO
Los precandidatos de seis de las nueve listas que se presentarán en las próximas Primarias Abiertas Obligatorias Simultáneas (PASO) dialogaron mano a mano con El Eco de Tandil en una entrevista donde hablaron sobre quiénes son, más allá del rol político. Un recorrido por la infancia y etapa formativa de las personas que buscan conducir los destinos de la ciudad.
Miguel Lunghi, de organizar la Farándula en 1960 al histórico triunfo en 2003
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¿Dónde nació? ¿En qué zona de la ciudad se crió?
Mi casa de la infancia fue en Sarmiento 577, frente al Sanatorio Tandil, lugar donde nací. Tenía dos hermanos mayores que el día que mi madre se interna en el Sanatorio se sientan en el zaguán porque le habían dicho que venía la cigüeña. Yo llegué un poco más tarde de lo previsto. Ahí fue el lugar de mi infancia. Mi tía tenía adelante una zapatería que se llamaba la “Casa Lunghi” que vendía con exclusividad zapatos Guante. Mi padre fue gerente de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos y fue uno de los principales hombres que llevó adelante la construcción de la Clínica Chacabuco. Mi tío, Carlos Lunghi, fue Secretario de Gobierno de 1920 a 1928 de todos los gobiernos radicales de esa época. Era el mayor de siete hermanos y mi padre era el menor.
-¿Y a qué Colegio fue?
-Fui al Colegio San José. Tengo un buen recuerdo. La pasé muy bien. Con muchos amigos y reuniones. Luego fui uno de los responsables de la organización de la Farándula en 1960. Yo era presidente del club colegial de San José. Se hizo el COES ahí. Sigue hasta hoy, aunque cambió mucho. El primer tiempo eran dos vueltas a la Plaza Independencia.
-¿Algún deporte practicaba?
-Siempre estuve en el Club Independiente. Antes estaba en Alem entre San Martín y Pinto. Yo terminaba los estudios y me iba para ahí. Jugué mucho al básquet. Mi profesor fue el “Flaco” Aldasoro.
-¿Cómo llega la decisión por la medicina?
-Estaba entre arquitectura y medicina. Ciertamente siempre fui muy medido y viendo lo que iba a ser el ingreso en Arquitectura me decidí por Medicina. Me recibí en siete años en la Universidad de La Plata. Hice la residencia en pediatría en el Sor María Ludovica y luego mi vine acá a Tandil a trabajar en la Clínica Chacabuco, donde mi padre estaba como gerente. El primer tiempo no me quedé solamente ahí, sino que también me iba a Barker. También estuve 11 años y 11 meses en forma ad honorem en el Hospital Santamarina. Recuerdo eso porque se abrió un concurso en ese momento y al ganarlo me aceptaron la antigüedad.
-¿Cómo se mete la política en su vida?
-Siempre por acompañamiento a mi padre, él fue intendente de la ciudad de 1963 a 1966. Yo donde podía, iba. Siempre me interesó el tema. Vivía a algunas cuadras de la casa Balbín, y a veces iba, le tocaba timbre y charlaba con él. De la revolución de Onganía quedé mal por la caía de mi padre que estaba haciendo muy buen gobierno. También una vez hablé con Illia. Me recibió muy bien en su casa unos días después de que lo derrocaron. Estuvimos charlando una hora y media a solas. Una pérdida de presidente terrible para los argentinos. No hubiera venido la noche negra que llegó luego en el país.
-¿Siempre fue en el radicalismo su militancia?
-Antes de irme a estudiar a La Plata me afilié al partido. Ahí me quedé. En la misma baldosa, en el mismo lugar. No me moví, no me muevo y de ahí me iré a la calle Brasil al fondo. Siempre estuve en todo lo que han sido las campañas. En 1983 ya me enganché con todo. Yo quería que vuelva la democracia y desaparezca la dictadura. Un día estoy en la Clínica Chacabuco y viene Américo Reynoso, que trabajaba en la Farmacia del lugar, y me para en el pasillo y me dice que yo iba a ser Director de Salud. Después vino Daniel Grasso, muy amigo mío, él iba a ser Secretario de Bienestar Social. Ahí me engancharon. No tuve otra.
-¿Y los años posteriores?
-Yo de 1987 a 1991 fui concejal. En el 1991, sabiendo que no podía entrar porque yo cumplo con el reglamento interno del radicalismo, me vuelvo a presentar. Para repetir había que sacar el 66 por ciento de los votos. Ganamos las elecciones con el 60 por ciento. En 1995 me proponen algo difícil que era pelear con la intendencia contra Zanatelli. No había muchos candidatos que podían poner la cara, yo la puse. Largué con una encuesta de un 6 por ciento y termino con 19,8 por ciento de votación. Si pasaba los 20 puntos entraba Julio Elichiribehety como concejal. En 2001 quedé muy mal con la caída de De la Rúa. Yo estaba en la Clínica Chacabuco y puse un cartel muy grande que decía “Hay que volver a empezar”. Vinieron a hablar conmigo de cómo hacíamos para reflotar el partido. Yo dije que si era abierta la interna aceptaba ir. Se aceptó. Fuimos tres candidatos. Uno Equiza, otro Juárez y el otro yo. Saqué casi 1800 votos y gané. De ahí no bajé nunca.
-¿Qué recuerdos tiene de la primera elección a intendente que gana?
-Fue una elección difícil. Yo perdí en el padrón masculino por 400 votos, pero gané en el padrón femenino por 700 votos. Durante la tarde ese día fuimos al campo de Zeballos en Iraola. Dormimos la siesta. Y Julio me decía por teléfono que me quede tranquilo que íbamos a ganar. Rubén Sentís se apuró y salió eufórico a decir que se venía el “peronazo”. Fue cambiando la cosa hasta que se dio el resultado que lo estábamos esperando en el estudio jurídico de Juan Pablo Frolik, tomando mucho pero mucho mate. Estaba Carlos Fernández, Zeballos, Frolik y yo. Era una ciudad más apagada, más quieta y pudimos revertirla. Por supuesto, la división del peronismo, esto hay que decirlo, hace que yo gane. En ese momento Tassara me dio una mano porque sacó 4 mil votos también.
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Marcos Nicolini, del rugby en Uncas a su experiencia en la gestión municipal
-¿En qué barrio tuviste tu infancia?
-Nací el 4 de septiembre de 1976 en la Clínica Chacabuco. Yo vivía en Avenida España entre Paz y Alem. Fui al Jardín Santa Cecilia, sobre Balbín. Después nos mudamos a donde aún vive mi madre en Sarmiento al 1000 al lado del Club Vasko. Fui a la Escuela 2 Carlos Pellegrini y después hice el secundario en la Escuela Nacional de Comercio. Siempre cerca del domicilio donde vivía. Fui abanderado en la Primaria y en la Secundaria. No me costaba y me gusta leer.
-¿Y cómo fueron esos primeros años?
-Jugábamos con los chicos del barrio en la Plaza que quedaba frente a mi casa al fútbol, a la escondida, al Carnaval, era todo con el mismo grupo. Después hice baby en Independiente, un poco más grande pasé por Grupo Universitario. De todos modos mi deporte fue el rugby en Uncas. Hice todas las divisiones inferiores y llegué a jugar en primera algunos partidos antes de irme a estudiar. Jugábamos muchos torneos y viajábamos por la zona. Es un deporte muy en equipo y donde necesariamente hay que cumplir las reglas y normas. Si no se cumplen pueden pasar cosas muy serias. Ahí se ve a importancia del cumplimiento de las normas.
-¿Abogacía siempre fue la primera opción?
-Terminé en 1994 el Secundario y me fui a La Plata. Hice el ingreso y primer año de Ingeniería Química, pero no me gustó y ahí me fui a Buenos Aires y estudié Derecho. Siempre me dediqué a estudiar, pero recuerdo que el mismo día que me recibí conseguí trabajo. Suena el teléfono en casa y me dicen del estudio jurídico que tenía que ir, les contaba que estaba rindiendo el último final y me dicen: ´Es su día de suerte, se recibe y consigue trabajo´. Al otro día a las 7 de la mañana me presenté. Estuve casi un año y medio ahí. En el estudio de Alberto Lisdero, había muchas causas de derecho internacional privado, contratos que se habían roto post-convertibilidad.
-¿Tu vuelta a Tandil?
-La vuelta a Tandil fue para llegar al equipo del primer gobierno de Lunghi. Yo entré a la Municipalidad el 10 de diciembre de 2003. Obviamente previa charla con Carlos Fernández que iba a ser mi superior directo ya que yo me hice cargo de la Dirección de Personal. Era un Municipio bastante distinto al actual en cuanto a que veníamos de una crisis donde se empezaban a implementar los Planes Trabajar y el Municipio tenía muchos de éstos planes en las distintas áreas como Vialidad y Cultura. Se tuvo que hacer todo un trabajo para poder incorporarlos a la planta municipal y eso se hizo en conjunto con el Sindicato de Trabajadores Municipales. Fueron dos años donde conocí el Municipio transversalmente ya que tenía contacto con todos los sectores. Después siempre estuve en el área de gobierno. Fui luego subsecretario de gobierno, secretario de gobierno, luego fui presidente del Concejo Deliberante, que también tengo muy buen recuerdo de esa elección ya que el candidato de la oposición en ese momento era Néstor Auza y también luego el trato en el propio recinto con gente como Gino Pizzorno que siempre nos tratamos con respeto y generosidad. En 2011 vuelvo a la Jefatura de Gabinete. Cuando uno está en la función pública no debe quedarse detrás del escritorio. Más allá de lo administrativo siempre hay que ir a los barrios y a las instituciones. Me llevo un enriquecimiento personal muy lindo.
-¿Y este proceso actual cómo llega?
-Decidimos que era el momento de darle una alternancia al gobierno local. Creo que es muy importante eso. Como lo ha dicho la gobernadora Vidal con la Ley que limita las re-elecciones de los intendentes. Para el radicalismo eso no debe ser legal, debe ser moral. Es una cuestión de ética y moral republicana. Nació peleando por eso el radicalismo.
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Rogelio Iparraguirre, militancia en Ciudad Oculta y trabajo en Casa Rosada junto a Néstor y Cristina Kirchner
-¿Naciste en Tandil?
-Nacido y criado en Tandil con una familia de tandilenses. En mi rama paterna desde mi tatarabuelo. El otro día me enteré, por unos documentos que me alcanzó Ernesto Palacios, secretario del Bloque de Concejales de la UCR, que mi bisabuelo Martín Iparraguirre fue el presidente de la Coordinación de los Festejos del Centenario de Tandil, con lo cual ya la cuestión del centenario o bicentenario ya lo tengo resuelto familiarmente. Me crié en la calle Pinto al 700 y a los 6 años mis viejos terminaron una casa con un crédito en el Barrio Golf así que nos mudamos ahí hasta los 13 años. Una infancia de mucha libertad donde la regla era que vuelva antes de que baje el sol. Eran otros tiempos donde se podía hacer eso.
-¿Estudios primarios y secundarios?
-Todo el Jardín de Infantes y la Primaria en el Colegio San José y la Escuela Secundaria en lo que en aquel entonces era el Colegio Nacional.
-¿Club?
-Me crié en el Club Los Cardos, mi padre fue uno de los cinco miembros fundadores del club. Toda mi infancia estuve ahí. Jugando al rugby en ese período. Siempre muy mal, teniendo una historia de mucho banco de suplente. Ahí hice muchos de los amigos que mantengo hasta la fecha. Gracias a lo bien que jugaban mis amigos estoy en tres placas del club.
-¿Tus inicios laborales?
-Empecé a trabajar a los 15 años. En ese momento quise dejar la Escuela. Mi vieja no quería saber nada. Mi viejo era más pragmático y dijo que si no quería estudiar tenía que trabajar. Trabajé en la construcción unos meses pero volví a la Escuela rápidamente. Después trabajé en Bonafide en Tandil vendiendo en la calle. Me había gustado esa experiencia de generarme unos pesos para tener en la adolescencia y poder salir a la noche, en aquellas épocas en la matinée de Woody.
-¿Qué empezaste a estudiar?
-Me fui a Buenos Aires a estudiar. Unos meses antes, a decir verdad, me fui a buscar trabajo. Tenía una deuda con mi familia. Cuando yo egresé del Secundario no me fui a Bariloche. Yo había empezado a militar a los 16 años en la secundaria con Darío Méndez, mi actual compañero de bloque y amigo. Habíamos armado la Unión de Estudiantes Tandilenses (UET). Estaba revelado contra todo. Gracias al esfuerzo de mi viejo y la plata que había podido juntar en los trabajos que tuve, nos fuimos con el Pepo Tuculet, uno de mis grandes amigos, tres meses y medio a Centro América. Entonces cuando volví y me fui a Buenos Aires, conseguí un trabajo soñado en una cancha de fútbol bajo la Avenida San Juan. Después conseguí un trabajo en el Registro Nacional de las Personas. Yo fui a estudiar Sociología en la UBA y al toque militaba. Me enganché con un grupo de pibes que conformaban el Grupo de Estudiantes Solidarios (GES) a militar en Ciudad Oculta -Villa 15-. Era el último año del menemismo y primero de De la Rúa. Una situación muy compleja. Me apasioné y me entregué. Laburaba y me iba a la Villa. Casi que en uno momento vivía ahí. Una experiencia que me marcó muchísimo. Íbamos caminando hasta el Mercado Central a buscar menudos de pollo y frutas y verduras desechadas para hacer el comedor comunitario del lugar.
-¿Cómo llegas de Ciudad Oculta a la Casa Rosada?
-Mi familia es conocida y yo también de José María Campagnoli, el famoso fiscal Campagnoli, que fue el primer Secretario de Seguridad de Néstor Kirchner. Yo en ese momento estaba desocupado. Me llama por teléfono a mi casa y me dice: ´Rogelio, acabo de hablar con tu madre que me pasó tu número, soy Secretario de Seguridad de Kirchner y necesito urgente hablar con vos. Tuve mi primera reunión con Kirchner en Olivos y hablamos sobre el conflicto social y que él quiere incorporar la lógica del conflicto al Estado. Y yo no sé cómo hacer. Y mi mujer en casa me dijo que llame a tu madre porque sabía que vos militabas en las villas´. Yo le dije que no. Y me empezó a llamar, llamar y llamar. Un día fui a tomar mates con él. Me empezó a mostrar que Kirchner era un tipo distinto. Y me animé, después un mes de insistencia. Estuve un año trabajando con él. Cuando Beliz se va y él también se va, yo también renuncio. Me vuelvo a Tandil a la casa de mis viejos y ahí me llama Oscar Parrilli de la Secretaria General de Presidencia, que me había conocido por el trabajo con Campagnoli, para decirme que quería que trabaje con él en Casa Rosada. Así que desde 2004 hasta que Cristina Kirchner gana su segunda elección en 2011 estuve allí. Una experiencia increíble.
-¿Por qué volvés?
-La vuelta a Tandil fue rara. Los últimos años, sobre todo cuando nos conocimos con María y empezamos a vivir juntos, teníamos la idea de volver, pero no le encontrábamos la vuelta. Hasta que llegó un planteo de nuestros compañeros en Tandil que era necesario dar ese paso. Que la experiencia acumulada era muy buena pero que había trasladarlo a Tandil. Cristina gana las elecciones en octubre de 2011 y a la semana le dije a Parrilli que nos veníamos . Él no me creía y le pareció que era una idea medio alocada. Pero la decisión ya estaba tomada.
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Andrea Almenta, múltiples trabajos y la necesidad de generar un cambio
-¿En qué zona te criaste?
-Nací en el Sanatorio Tandil y vivimos con mi familia en la calle Mexico 1172, en ese momento estaba cortada por un lado por la vía del tren y por el otro estaban haciendo un entubamiento. A mí me parecía que vivíamos en el campo. Una época muy linda la que me crié en ese barrio. Fui unos meses a la Escuela 2, después a la Escuela 47 y luego a partir de tercer grado a la Escuela 1 y egresé en el año 1987 ahí.
-¿Qué recuerdos tenés de esa época?
-Tengo un registro marcado de 1982, cuando se declaró la Guerra de Malvinas, nosotros nos estábamos mudando porque perdimos la casa. Nos fuimos a vivir a una casa prestada por la familia. Teníamos agua caliente, en la anterior no. Tengo ese registro de abrir una canilla y que salga agua caliente. Mi adolescencia fue un poco dura. Mi padre se enfermó y salimos todos a trabajar de muy temprana edad. Hice la secundaria de noche. Trabajo desde los 13 años. Mi madre era docente, tenía tres trabajos. Mi padre fallece cuando yo era muy joven. Mi adolescencia fue un poco atípica. Mi hobby era muy aburrido, era socia de la Biblioteca Rivadavia, y me refugié un poco en los libros de la realidad que me tocaba vivir. Tengo muchos recuerdos de cómo era la comunidad y la colaboración entre los vecinos.
-¿Y de qué trabajabas?
-Laboralmente hice de todo un poco. Trabajé en una fiambrería, en una verdulería, repartí cartas en un correo privado en bicicleta, cuidé chicos, di clases de computación y tuve la suerte de estudiar en la Universidad Nacional del Centro. Mi primer trabajo formal fue en Tarjeta Elebar. Ahí fue donde pude hacer carrera y conocí gente impresionante. Me permitió crecer mucho como persona. Me marcaron mucho esos años en la empresa.
-¿La carpintería cómo llega?
-Cuando estaba en Elebar y con mi familia surgió la idea de un emprendimiento privado. Empezamos con mi cuñado Pedro y mi hermano Jorge. Pedimos un galpón a la vuelta de casa para acomodarnos. Fue con mucha ilusión. Venimos de una familia muy emprendedora donde el no se puede no existe, lo llevamos en la sangre.
-¿La idea de sumarte a espacios de representación?
-Yo creo que lo que terminó de hacerme un click en temas de representación fue cuando nos surgió la necesidad de expandirnos. Nos dimos cuenta que había que comprar algo. Pusimos todos los ahorros que teníamos y no nos alcanzaba. Armamos una carpeta de crédito y nos decían todas las veces que no. Y busqué ayuda en algunos lugares y no la encontré. Entonces en su momento cuando logré acceder al crédito porque me lo permitió el alma inquieta que tengo fue ahí que dije que como nosotros logramos llegar, hay otros que se quedan en el camino. En vez de quedarme en la queja, fui a ofrecerme a la Cámara Empresaria de Tandil. Entré con las Mujeres Empresarias y formamos la idea de las Mentorías. A partir de ahí, un camino de conocimiento y búsqueda por la transformación.
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Roberto Caracoche, de 25 de Mayo a Tandil
-¿Es de Tandil?
-No, nací en 25 de Mayo, en junio de 1955. En 1979 nos vinimos a vivir a Tandil. Era una ciudad bastante diferente, casi un pueblo diría. Estaban mis padres ya viviendo acá. Yo terminé los estudios en Buenos Aires en 1980 y al instante vine a desarrollarme como abogado particular.
-¿Siempre en la misma zona estuvo?
-Primero estuve viviendo cerca del Estadio Municipal y luego nos vinimos para esta zona de Pellegrini al 1200. Desde el 2002 empieza a modificarse la idea de una ciudad industrial a una ciudad para los servicios, es decir, el turismo y el agro. Ahí noté un cambio en la ciudad.
-¿Su militancia?
-Yo primero militaba en el peronismo y luego en el Partido Intransigente. Fue la identificación con un programa de izquierda. Mi militancia comenzó en Partido Obrero en el 2011. Ahora con este gobierno de Cambiemos vemos que se profundizó la verdadera grieta entre los trabajadores y los capitalistas. Para las presentes elecciones, a través de un acuerdo de las fuerzas que componen el FIT, se promovió por el PO mi candidatura a intendente de la ciudad
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Ricardo Huarte, Villa Italia y los recuerdos de la infancia
-¿Qué recuerdos tiene de su infancia?
-Nací en el Policlínico Ferroviario. De chico me crié en Villa Italia, barrio de ferroviarios, mi padre era maquinista. Tuvimos ahí hasta la adolescencia y luego nos fuimos a vivir a pasos del club Ferro. De chico practicaba algo de básquet, pero luego sí me metí a jugar al fútbol en Ferro y en Gimnasia. Recuerdo que hasta jugábamos dentro del Predio del Policlínico, pero nos corrían los cuidadores. Conocimos una Quintana con puente de madera y quién diría que sería la Quintana moderna de hoy. Me acuerdo de los paseos en bici por las esquinas cuando se juntaba helada tras helada para ver quién tardaba más en caerse. Tandil ha cambiado mucho. Era la tranquilidad de dormir con la ventana y la puerta abierta sabiendo que nadie te iba a tocar nada. Era muy pocos los rateros que podían existir.
-¿Y los estudios?
-Estudié en la Universidad Nacional del Centro. Fui el primer ayudante al mérito de la Cátedra de Microeconomía y también en Humanidades. Muchos alumnos aún me recuerdan cuando era docente. A partir de ahí la cuestión laboral del asesoramiento de pymes de toda la vida.
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Todas las entrevistas completas
Desde este lunes podrá encontrar en la web de El Eco de Tandil www.eleco.com.ar todas las entrevistas completas a los precandidatos a intendente (donde hablan de otros temas además de lo que ha leído en estas páginas) y, además, a los primeros precandidatos al Honorable Concejo Deliberante de las diferentes listas. Juan Pablo Frolik, Juana Etchezarreta, Juan Manuel Carri, Gabriel Fuente, Edgardo Zouza y Leandro Maly, fueron los entrevistados para la ocasión y las notas se pueden ver completas en las plataformas digitales de El Eco.