La leona que luchó por la vida de su hijo y que ahora buscará una banca en el Concejo
El lado B de las listas para concejales, consejeros escolares y senadores provinciales de cara al 7 de septiembre en la Provincia de Buenos Aires.
El 7 de septiembre los bonaerenses irán a las urnas a elegir candidatos municipales y provinciales. Tandil seleccionará en estos comicios diez concejales y cuatro consejeros escolares. Además, cinco senadores provinciales por la Quinta Sección electoral, en la que la ciudad comparte con otras localidades como Mar del Plata, Necochea, Rauch, Balcarce, Villa Gesell, entre otras. Todos los postulantes tienen historias de vida interesantes, y algunos, se destacan sobre otros por su procedencia o trayectoria. En Calle Belgrano, hoy: Laura Aladro.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailLaura Aladro fue una de las sorpresas de la lista de Somos en Tandil, la que lleva al frente al actual edil Juan Salceda y es la nómina del oficialismo de Miguel Lunghi.
Aladro tuvo una destacada carrera como jugadora de hockey participando durante muchos años en la selección femenina nacional, conocida por todos como Las Leonas. Fue subcampeona mundial junior en 2001 y se incorporó al seleccionado mayor en 2005, jugando aquel año su primer Trofeo de Campeones en Canberra (Australia). Además, fue campeona Mundial en Rosario 2010 y participó de los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011. Aladro concluyó su carrera deportiva con la camiseta argentina coronándose campeonas de la Liga Mundial que se disputó en Rosario, en diciembre del 2015.
En abril del 2024, Aladro brindó una extensa entrevista a El Eco de Tandil. Allí respondió a la siguiente pregunta:
-¿Llegaste tan lejos por tener cierta facilidad para el hockey y el deporte en general?
-Tengo facilidad para los deportes. Llegué rápido, empecé a atajar y prontamente estuve en el seleccionado nacional junior. Pero también entrené muchísimo, siempre, porque nunca me sobró nada. Me gustaba entrenar, aunque al principio no quería saber nada con ir al arco, me aburría. Me ponía ansiosa si no me llegaban al arco. Cuando empecé a estar en seleccionados de Tandil, es como que me fui obsesionando, queriendo aprender más. Fui incorporando cosas técnicas y apasionándome cada vez más con el puesto.
A nivel selección, cada vez que daban una lista y estaba mi nombre, lo festejaba como un triunfo. Cada vez que iban a dar una convocatoria lo vivía como si fuera la primera, mientras otras jugadoras ya estaban acostumbradas. Yo no podía creer que lo tomaran así y les decía: “¡Che, te estás yendo a una Champions!”. Ellas ya sabían que iban a estar.

-¿Hubo algún torneo en particular o el concepto de algún entrenador que te hiciera convencerte de que podrías llegar a lo que fuiste?
-En Independiente siempre tuve a Javier Perotti, él traía a los varones y hacíamos entrenamiento de arqueras. Un montón de veces intenté dejar el hockey porque no quería que me metan goles. Cuando en un partido me hacían uno, le decía a Javier que no atajaba más, que no servía para eso. Después, terminaba volviendo. Javier me ayudó muchísimo. A mí en el club me guiaron un montón en cuanto al compromiso y disciplina, soy muy colgada. Javier me pedía que me enganche con el grupo y yo le decía que ya tenía amigas en el colegio…le hice caso y hoy aquellas compañeras de hockey son mis mejores amigas.
-¿Cómo es ser una Leona?
-Una experiencia de vida única. Mi preocupación era jugar al hockey, me levantaba para eso, sólo pensaba en no llegar tarde al entrenamiento. Todo el tiempo valoraba hacer eso que tanto me gustaba. A las chicas les decía que no se la crean cuando estén en Las Leonas, como también que no se frustren cuando no les tocaba ser citadas. Siempre valoré mucho estar ahí, recorrí el mundo con el seleccionado. A cada lugar que iba quería compartirlo con mi familia, que estuvieran allí disfrutando los paisajes.
-¿Te sentís campeona del mundo en plenitud o no haber estado en cancha en Rosario 2010 quedó como una cuenta pendiente?
-Lo disfruté a pleno, era la fan número 1. A veces no entiendo cuando alguien llora por ser suplente. ¿¿¿¡¡¡Por qué lo viven así???!!! Si el equipo te hace sentir parte, entonces vas a buscar el objetivo colectivo y no tu satisfacción personal de haber jugado cierta cantidad de minutos. La dinámica del partido lleva a que esté una u otra en la cancha y eso no está mal. Cambiarlo depende de vos, de no caerte. El entrenador no está buscando algo para bajarte a vos, sino lo que el equipo necesita. Cuando uno aprende a entender eso, va hacia donde sea con el equipo. Obviamente, me entrenaba a morir, siempre entrené para estar en la cancha y, a veces, me tocaba estar afuera.
-¿Cómo se dio tu salida de Las Leonas?
-Me retiré cuando, con “Seba”, decidimos instalarnos en Tandil para formar nuestra familia, siempre tuvimos claro que queríamos hacerlo en la ciudad. Yo no podía continuar en el seleccionado sabiendo que quería ser mamá. Ni siquiera era titular, pero se venía el año olímpico y no podía venir de un día para el otro y decir: “Che, quedé embarazada”. Es algo que te puede pasar, pero yo lo venía buscando.
Un corazón para Isi
Aladro es la mamá de Isidro Gastaldi, el niño que durante meses estuvo en lista de espera para recibir un corazón y conmocionó a toda la población por su búsqueda.
-¿Lograbas, en medio de esa situación desesperante, tener momentos de distensión?
-Estando allá, necesitábamos un montón de la familia y los amigos, de salir y tomar aire, de llorarte todo, tomar un café…y volver con Isi cargada de una energía diferente. Siempre nos sentimos afortunados por no haber estado solos, no me imagino cómo hace la gente que tiene que pasar sola por eso. Había momentos en los que me perdía en los pasillos del Hospital Italiano porque tu cabeza va intentando acomodarse a lo que te está pasando, en determinados momentos yo no lograba sostener la mochila. Hay familias que están solas en situaciones como ésas. Siempre recomiendo que se dejen ayudar, nadie tiene por qué vivir solo algo así. La persona que tenés al lado no te va a solucionar lo que te pasa pero te va a dar aire, te va a sostener esa mochila. Es muy importante que uno se abra en estas situaciones de vida y no intente solucionar todo uno mismo. Y no tenés que juzgarte, hay momentos en los que lo hacés y decís: “No puede ser que yo no lo haya visto antes”…o “¿por qué me desmayo?”. No te juzgues, estás haciendo lo que podés. Un día era yo la que caía, otro día era “Seba”…y está bien, era importante dejarte caer, dejarte sostener y volver a levantarte. Así fue que lo vivimos y lo estamos viviendo. Es una experiencia que no te sacás de la cabeza y tenés que vivir en un equilibrio entre lo que te pasó, lo que te ocurre hoy y lo que imaginás que te va a pasar.

-¿En qué medida Isi tenía conciencia de lo que estaba viviendo?
-Él es muy especial, me preguntaba todo. Quería saber qué le había pasado y le dijimos que tenía el corazón de un gigante y necesitaba tener el de un niño. Nunca le dijimos que su corazón no servía, sólo que estábamos esperando que llegue uno del tamaño que necesitaba. Cada vez que pasaban cosas malas, para él era como un fracaso. A veces no lograban sacarle sangre, otro día no podía comer…entonces tratábamos de no decirle que las cosas no estaban funcionando, sólo que su corazón era el de un gigante y estábamos esperando uno de un tamaño adecuado. Él siempre decía que Jesús le iba a llevar su corazón. Nosotros nos aferramos muchísimo a lo que él decía, necesitábamos creer que sería lo que iba a suceder. Y él superaba cada prueba, le decían “El Ave Fénix” porque iba permanentemente al quirófano y volvía. Isi quería saber todo, venía y nos preguntaba: “¿Cómo van a hacer para cambiarme el corazón?”. Uno como adulto no quería entrar en el detalle y enterarse de cómo iba a ser el procedimiento y él quería saberlo, quería enterarse de qué iba a pasar en el quirófano.
-¿Cuál fue tu primera reacción al enterarte de que había aparecido el donante?
-Me desmayé. Fue re loco, venía pensando que el día que reciba esa noticia iba a escribir esto, decir aquello…y cuando llegó el momento no pude ni agarrar el teléfono, se me cayó…se me torcieron las manos, vomité. Esperamos mucho que Isi tenga esa oportunidad sin saber si ocurriría. Cuando recibimos la noticia, no podíamos sostenerla en el cuerpo, ni siquiera pensás si todo va a salir bien, sólo en que tenés una oportunidad. Cuando recibí la noticia estaba con mi hermana en un restaurante, enfrente al Hospital. Cuando pude contenerme, volvimos e Isidro estaba muy feliz, ¡bailaba!…ahí supimos que todo iba a estar bien. Él tiene una seguridad que nos falta a nosotros.
-Desde la comunidad tandilense, e incluso a nivel país y en el exterior, se gestó una energía muy positiva.
-Fue muy importante, le gritamos tan fuerte al universo que una oportunidad tenía que llegar que no pudieron no hacerle caso a este pedido. A veces pensamos por qué se generó esa repercusión, lo que pasó fue mágico…incluso nació el Efecto Isidro, se denominó así a la cantidad de donaciones que hubo desde la difusión de Un Corazón para Isi. Mis amigas estuvieron en esa campaña, que se empezó también para concientizar sobre la importancia de la donación de órganos y llegó a lugares que nunca hubiésemos imaginado. Incluso, hubo premios por el alcance de la campaña. Es importante entender la importancia de la donación pediátrica. Hoy lo ves a Isi jugando en una plaza y es un chico más, no notás en lo más mínimo que es un niño trasplantado. Hay gente que lo ve en la calle y cuando nota que es Isidro y cómo está hoy, se larga a llorar. Ve lo mágico, y cómo pasó de estar conectado a una pared a estar corriendo.
-¿Qué mensaje brindás para la gente de Tandil y para aquéllos que atraviesan una situación similar a la que pasaste?
-A la gente de la ciudad y otros puntos del país les agradezco todo el tiempo. Creo que no imaginan la fuerza que nos dieron y cómo sentimos la llegada de esa energía. No hay nada más lindo que una persona a la que no conocés le diga “mi nietito” a tu hijo y lo quiera. A Isi lo quieren, sienten orgullo por él y admiran lo que pasó. Es muy lindo. Hoy seguimos viendo los stickers de Un Corazón para Isi en los autos y en los comercios. Cada vez que los vemos, tocamos bocina para saludar y decir: “Acá está Isi, gracias por poner el sticker”.