Capítulo 1: Los servicios fúnebres de otros tiempos

Cuando el cementerio estuvo al pie del cerro "Del Águila" -hoy Parque Independencia- en la zona de Avellaneda y 14 de Julio, actual plaza Moreno y manzana contigua comprendida por la avenida mencionada, Guido, Juncal y Rondeau, corría la segunda mitad del siglo XIX.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailEl pueblo, entonces, estaba agrupado en torno a lo que había sido el Fuerte. Y la distancia al camposanto no era tanta, como para que los ataúdes mortuorios no pudieran llevarse a pulso por los vecinos hasta la morada definitiva, luego del velatorio y, en algunos casos, del paso previo por el Templo, para el acostumbrado responso o misa de cuerpo presente.
Hubo, no obstante, algunas excepciones determinadas por las epidemias -sobre todo de cólera y viruela- que dieron lugar a que los cuerpos de las víctimas, fueran sepultados con extrema celeridad y con suma precaución, a determinados metros de profundidad, cubriéndolos con una capa de cal. Este era el caso que, en el afán de no aproximarse mucho al difunto, la caja mortuoria se cargaba en un carro e iba derecho a la fosa, mientras los deudos quedaban en la casa quemando la ropa y otras pertenencias del finado. Y en un par de casos, hasta la misma casa resultó incinerada, por orden de la autoridad municipal. Con posterior resarcimiento comunal de las pérdidas.