La fortaleza del hormigón y las vistas serranas, ejes del nuevo edificio de Avellaneda y Roca
Con una ubicación privilegiada y un diseño moderno, el edificio de cinco pisos cambió la fisonomía del barrio. Cuenta con 16 departamentos, cuatro oficinas y un local de generosas dimensiones. El arquitecto Guillermo Dupleix conjugó el diseño con la calidad de los materiales y terminaciones, sumó detalles estéticos e incorporó equipamiento para cerrar un proyecto innovador. Como factor clave, la utilización del hormigón visto.
En avenida Avellaneda y Roca se erige un nuevo edificio que interpela desde su identidad. Con una estética singular, piel de hormigón y mucho vidrio, el moderno proyecto lo desarrolló el arquitecto tandilense Guillermo Dupleix, quien también realizó la dirección técnica de la obra ejecutada por la empresa constructora Can Manresa SA.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailDedicado al diseño y dirección técnica de edificios a través de la figura del fedeicomiso, el arquitecto Dupleix comenzó con proyectos más chicos y fue escalando en dimensiones, hasta dar el salto con este edificio emplazado en la atractiva esquina de la pujante avenida.
Para este trabajo puntual, lo convocaron los propietarios del terreno, quienes querían construir con la herramienta financiera del fideicomiso. Contaban con un anteproyecto que Guillermo Dupleix replanteó para el lote, ajustándolo al Código de Edificación local, y a su vez, diseñó la estética de la obra, es decir, la totalidad de las vistas.
Una identidad singular
La primera característica tentadora de la propuesta era contar con un terreno amplio, generoso y muy bien ubicado, con gran potencial para desarrollar un proyecto de arquitectura. Con una superficie de 600 metros cuadrados, la esquina se destaca por sus frentes de grandes dimensiones.
La implantación en el terreno estaba definida en el anteproyecto. A partir de allí, “con la premisa de que al cliente le gustaba el hormigón armado y una estructura que se viera, busqué una estética que representara todo eso y que le diera fuerza a la estructura”, contó Dupleix, quien se recibió en Buenos Aires, allí trabajó 8 años y regresó a Tandil, su ciudad natal, en 2010.
En principio, el arquitecto trabajó para que todas las líneas de la estructura reflejaran y dejaran a la vista el hormigón armado. “Acá en Tandil no se ve mucho y era todo un desafío”, reconoció. Por ese motivo, la obra inquieta e interpela a aquellos que se detienen a observarla.
El hormigón
Una de las ventajas del hormigón es que “no envejece”, pero además “no tiene prácticamente mantenimiento y hoy en día es un muy moderno dejar la estructura vista. Obviamente, implica diseñar todo el edificio con una estructura que se permita ver y que quede bien”, analizó el profesional.
En retrospectiva, consideró que “el desafío fue llevar a la práctica todo eso que queríamos, que la estructura quedara a la vista, que toda la losa de los balcones quedara a la vista y las ventanas llegaran hasta el techo. Elementos simples para llevarlos hasta el máximo de su potencial, ventanas, balcones, barandas, estructuras”.
En el interior de las unidades, ganan protagonismo las columnas, donde tuvo en cuenta que se pudieran colocar las cortinas. La intención fue transformarlas en un elemento estructural desnudo, que le otorga una estética particular a los ambientes.
“Las columnas gustan porque son algo distinto”, explicó el arquitecto sobre la reacción de los visitantes y agregó que “quizás, lo que más llama, lo que más genera odios y amores, es que quede el hormigón a la vista en los frentes”.
Una de las razones principales de las reacciones es que en Tandil aún no se termina de comprender el lenguaje. “Hay muchas ciudades, como Buenos Aires o La Plata, en ciudades de la costa como Cariló y Pinamar, donde hoy en día es muy común ver edificios así porque es modernidad y, realmente, no requiere mucho mantenimiento. Es un elemento que no hay que tocar”, resaltó Dupleix.
En el caso de la flamante obra de Avellaneda y Roca se pintaron algunas paredes, pero en las vistas domina el hormigón. “Es un edificio que se mantendrá en el tiempo inmutable prácticamente”, señaló.
Las plantas
El edificio presenta un local en planta baja, de más de 140 metros cuadrados, que abre a la avenida Avellaneda. Ese espacio está conectado con el primer piso, donde desarrollaron cuatro oficinas. Dos de esas dependencias dan al local comercial y se pueden vincular, o funcionar en forma independiente. “Está preparado para que sea un espacio flexible”, resumió el profesional.
Desde el segundo al quinto piso se plantearon 16 departamentos de dos y de tres ambientes, cuatro por planta. En las dos unidades más grandes, los balcones del estar tienen vistas tanto hacia a Avellaneda como a Roca. Cuentan con dos dormitorios –el principal con baño en suite y vestidor-, un segundo baño, cocina separada con lavadero y el comedor amplio con dos balcones, uno principal y otro más de servicio.
Los departamentos más chicos disponen de su cocina separada, con espacio para lavadero y dimensiones como para colocar una mesa desayunadora, el ambiente principal y el dormitorio con vestidor.
En resumen, el edificio presenta cuatro departamentos en cada uno de los cuatro pisos superiores, el primer piso con las cuatro oficinas y el local de planta baja, donde también se localizó un salón de usos múltiples de uso común.
Una avenida atractiva
De acuerdo a las normativas locales, el edificio está en la zona subcentro corredor que permite hasta cinco pisos y la novedad es que ahora se habilitó esa misma altura para ambas veredas.
“Avellaneda se está poniendo re linda, y Brasil también es una avenida que está explotando”, destacó Dupleix sobre la conexión de ambas arterias.
“Acá, lo más interesante, que también nos gustó a la hora de pensar la estética, eran las vistas hacia El Cerrito, hacia el Parque Independencia, explotar un poco eso”, definió y señaló que ese factor lo motivó a utilizar ventanas grandes, lo que implica “mucho vidrio, que da mucha luz, ventilación y aprovechamos estas vistas que son también parte del decorado de los departamentos”.
Todas las unidades, también las del contrafrente, tienen buenas visuales de las sierras.
Por otro lado, los grandes ventanales del estar permiten la apertura para unificar el ambiente con el balcón, como en una continuidad. Además, presentan el mismo piso y una estética similar, lo que da una sensación de mayor amplitud.
La ejecución
La ejecución estuvo a cargo de la empresa Can Manresa SA, que construyó la totalidad del edificio. “Los contraté para hacer la obra y yo hago la dirección. Ellos, como constructora, ponen los gremios, se encargan de toda la gente que tiene que pasar por acá”, expuso.
Destacó que la empresa tiene trayectoria, es responsable a la hora de trabajar y contrata buena mano de obra. En el proyecto de Avellaneda y Roca “había cuestiones particulares, como la más importante que era el hormigón visto que tenía que ser impecable y la mano de obra es lo que hace que quede así, gente muy especializada, que sabe lo que hace, sabe cómo cuidar el detalle del hormigón, que todo esté impecable”, enfatizó.
Antes de cerrar la contratación, Guillermo Dupleix había visitado una obra donde había trabajado la misma cuadrilla de cementistas y ese antecedente lo llevó a sellar el acuerdo para que la firma ejecutara la obra en su totalidad.
Calidad y colores neutros
Atravesada por la pandemia, la construcción demandó 3 años y medio. En este caso, los departamentos se entregan totalmente equipados, con los artefactos en cocina, también los de iluminación y hasta las cortinas colocadas. Este último detalle es interesante porque desde el exterior se mantiene una línea estética unificada a través de las ventanas.
“Tratamos de poner lo mejor en las terminaciones. Las ventanas son de PVC, que en su momento era el último modelo de Schüco. Están buenísimas, con doble vidriado, no pasan ni el aire ni los sonidos. Son negras y con una estética muy linda, son foliadas y con el hormigón pegaban muy bien. Las barandas son de aluminio, anodizadas con una terminación similar a las ventanas”, describió desde uno de los departamentos.
Para los pisos optó por un porcelanato símil madera, y las paredes están acabadas con yeso, al igual que los cielorrasos, lo que da una terminación más fina y totalmente lisa.
Con los amoblamientos en blanco, buscaron reforzar la neutralidad de los materiales para que cada habitante pueda dar su toque a los ambientes a través de la decoración.
“Buscamos que todo fuera lo más neutro posible, con colores que no condicionen y no sean invasivos, pero además con toda la luz que ingresa que amplía los espacios”, contó el arquitecto.
En las cocinas, resaltan las mesadas de silestone en cuarzo blanco, ya están equipadas con el artefacto y el extractor. Lo mismo ocurre con la caldera y radiadores, en los baños tienen toalleros y sistemas para renovar el aire y tratar el exceso de vapor en aquellos que no disponen de ventilación natural.
El SUM
“Como ya teníamos casi todo el metraje que permite el Código de Edificación usado y teníamos en planta baja metros disponibles, decidí hacer el SUM que le da un valor agregado al edificio. Son los llamados amenities”, precisó Guillermo Dupleix.
Y analizó que “ubicarlo en planta baja también en cierta forma está piola porque la gente que viene a una reunión no tiene que pasar por el edificio. Hay menos ruido para los que están arriba, además están las oficinas entremedio que amortiguan y no funcionan de noche”.
En ese sentido, evaluó que “si bien en los últimos pisos hay mejores vistas, acá corría a favor el tema de no generar impacto sonoro, no se mezclaban los usos. Así que le hicimos un lindo SUM con parrilla, todo equipado también para entre 20 y 30 personas”.
Un elemento singular es la puerta de acceso al SUM, incorporada a requerimiento de los clientes. De doble hoja, el corte antiguo de madera lavada rompe con las líneas generales y hace su aporte como un interesante detalle de color.
Accesos y seguridad
En cuanto a la accesibilidad, el edificio de Avellaneda y Roca cuenta con ascensor, además de la escalera principal. Todas las unidades tienen espacio para entrar su vehículo y se puede llegar desde el estacionamiento, ubicado en subsuelo, a través del ascensor hasta cada departamento, sin necesidad de salir al exterior.
Todo el edificio tiene cámaras en los espacios comunes –escaleras, cocheras, ingresos- que se pueden monitorear desde los departamentos, como aporte a la seguridad de los futuros habitantes. Además, los portones están automatizados y se puede autorizar el ingreso por portero, con el soporte visual de la cámara.
“En Tandil, cuando empecé o un poco antes, había una época en que se vendía todo lo que se hacía. Con los años, la gente se ha vuelto mucho más exquisita, con más ojo para ver, para pedir, para decir lo que le gusta o no; entonces exige que mejoremos lo que ofrecemos, mejores terminaciones, mejores edificios, mejores lugares, mejores distribuciones de departamentos, más metros, mejores accesorios como cámaras de seguridad, portero visor”, reseñó.
En igual sentido, agregó que “hoy en día el PVC y doble vidriado es casi un básico. Todo el mundo usa eso, después hay muchas calidades de PVC y de doble vidriado. Después, cómo distribuís los departamentos, la ubicación es muy importante”.
En cuanto a los futuros residentes, el arquitecto indicó que “a medida que íbamos finalizando y que se iban haciendo las terminaciones de mayor calidad, se fue condicionando un poco el público”. Estimó que, tal vez, cobijará a gente mayor, parejas recién conformadas, o familias con uno o dos hijos.
En simultáneo, se abren múltiples perspectivas porque, en general, los departamentos presentan alta demanda en Tandil a partir de factores que inciden, como la Universidad, la gente que se muda desde Buenos Aires en busca de tranquilidad, aquellos que se radican desde ciudades cercanas más chicas que se ven atraídos por el crecimiento local, entre otros.
Lo que viene
Desde su vuelta a Tandil, en 2010, el arquitecto Guillermo Dupleix concretó una decena de edificios. Con los últimos detalles de la obra de Avellaneda y Roca, tiene en marcha la ejecución de otros dos proyectos multifamiliares.
En el balance, ratificó que quedó conforme con el resultado conseguido en Avellaneda y que disfruta de la reacción del público ante el hormigón armado, a partir de la efectividad de la tarea de los cementistas. “Es distinto, impacta”, confió.
En cuanto a los proyectos futuros, adelantó que “siempre lo que me va gustando, lo voy repitiendo, o reutilizando, porque nunca es lo mismo” y explicó que en otro edificio que desarrolla en Pinto “se van a volver a ver las cintas de hormigón mezcladas con revoque y pintura. Esa cuestión brutalista del hormigón se va a ver, con las ventanas negras. Ahora vamos a arrancar en Rodríguez otro edificio similar, apuntando a explotar el hormigón estético, que da muchas facilidades”.
Desde el punto de vista profesional, explicó que “hay que diseñarlo, que pensar mucho más en el tablero y después, llevarlo a la práctica. Una vez que está hecho, si quedó bien es genial porque no se necesita hacerle más nada, ya está terminado desde el día cero. Es un elemento estético que queda muy lindo si se acompaña con madera, con negro, con vidrio, y queda bien. La composición de todo queda buena”.
Para cerrar, definió que “es un material muy noble el hormigón. Está, estuvo siempre y da muchas posibilidades estéticas, de forma, de terminación. Bien pensado y con una buena mano de obra, puede quedar algo lindo. Lo vamos a seguir explotando. A mí me encantó”.