Pese al aislamiento, muchos trabajadores ponen el hombro a diario para que todo funcione
Se trata de las actividades comprendidas dentro de las excepciones del decreto presidencial. Trabajadores que todos los días dejan sus casas y le hacen frente a la pandemia desde sus lugares, asegurando que los engranajes más sensibles e indispensables sigan funcionando.
Desde el viernes último, el país quedó paralizado tras el decreto presidencial de aislamiento obligatorio para frenar la expansión del coronavirus. Pero no todos pueden acatar la cuarentena y cumplir con la tan mentada premisa “yo me quedo en casa”, porque deben salir a trabajar para garantizar la provisión de servicios esenciales, excepciones contempladas en la normativa.
Recibí las noticias en tu email
En la ciudad se puede apreciar cómo, a diario, algunas personas irrumpen en la vía pública con el objeto de llegar a sus lugares de desempeño, desafiando el miedo y dejando a sus familias para cumplir con sus responsabilidades. Comerciantes, cajeros de supermercados, personal de sanidad, policías, bomberos, prensa, farmacia, transporte, estaciones de servicio, recolectores de residuos, canillitas, entre otros, se arriesgan todos los días para hacer que el engranaje del mundo siga funcionando.
El pan de cada día
Héctor Almada es veterano de Malvinas y trabaja en la Escuela Secundaria 20 de Las Tunitas. Como muchos alumnos de ese establecimiento concurren al comedor de Cacha, decidió ayudar y les alcanza las facturas que una panadería dona para los chicos. Sucede lo mismo con el merendero Los Ángeles, a donde también va con su camioneta para que a nadie le falte un pedazo de pan.
“La alimentación se sigue garantizando. Nos tenemos que quedar en casa, pero la gente necesita, hay mucha gente que ahora no puede salir a trabajar y al no hacerlo no cobran, entonces hay que ayudar un poquito, cuidándonos entre todos”, refirió.
La información no se queda en casa
Gustavo Poli tiene un puesto de diarios y revistas en el centro, al que sigue concurriendo todas las mañanas para asegurar el derecho a la información. Al respecto, contó que “son días tranquilos, los vivimos mal”.
En este momento, las ventas son nulas porque no anda gente en la calle y sólo le queda el reparto a los clientes fijos. “Necesitamos la venta diaria para subsistir, para comprar los diarios al día siguiente. Pero es general, no es que me pasa a mí solo. Esto va a pasar, mientras tanto estamos complicados”, apuntó.
Además, exhibió que sus clientes habituales, por razones obvias, no pueden pasar a pagar y que incluso algunos se dieron de baja. Además de los particulares, también prescinden del servicio los bares, negocios y agencias de quiniela que compraban los diarios para tener en sus locales, ahora cerrados.
“Se cortó una cadena de consumo y pago, que se va a complicar a futuro, a todos nos va a pasar lo mismo. Espero que nos den un poco más de tiempo para pagar las deudas que se van a generar. Estoy convencido de que al paso que voy, no las voy a poder pagar”, se preocupó.
“En este momento tenemos que estar, la prensa es primordial, pero el contexto a nosotros nos afecta mucho”, se lamentó.
Expendio de combustibles
Lucas trabaja en una estación de servicio céntrica y cumple en solitario su turno de ocho horas. Según las disposiciones adoptadas por la patronal, hay solo un empelado por turno y deben trabajar cinco días y otros cinco permanecer en sus casas.
“Está todo lento y aburrido, no anda nadie”, graficó y afirmó que el consumo se redujo en un 80 por ciento aproximadamente, porque afortunadamente muchos vehículos salieron de circulación.
Debido a la escasa actividad, puede observar con detenimiento lo que pasa a su alrededor. En este sentido, aseguró que “hay gente que no cumple la cuarentena, sacan a pasear el perro a la plaza. Viene mucha gente con bidones para llevarse a sus casas para cortar el pasto, pintar. Cosas que no son urgentes ni necesarias, pero aprovechan”.
Ferreterías, el rubro sorpresa
David Valdegrama tiene una ferretería sobre Avellaneda y detalló que el jueves de la semana pasada, previo al anuncio de la cuarentena, se retiró de su negocio pensando que ya no iba a volver, pero después supo que su rubro estaba exento de acatar el encierro preventivo.
Abre solo de a 9 a 11, pero en esa acotada franja horaria registró un gran movimiento de gente en el local. “La gente que tiene que estar encerrada se pone a hacer cosas del hogar, he atendido más gente de lo normal, por momentos me asusté”, evaluó.
Desde su óptica, las personas han aprovechado para hacer acopio de material con el objeto de realizar varios arreglos en el tiempo muerto generado a partir de esta situación excepcional. Algunos, también, deben atender urgencias.
“Compran para tener tarea para varios días, mucha pintura, por ejemplo”, describió. Por su arte, expuso que se toman todos los recaudos necesarios para mantener la distancia y garantizar las condiciones de higiene correspondientes.
“Tenemos que cuidarnos entre todos. Llego a casa y me tengo que desinfectar todo, porque manejo plata además”, cercioró. “Lo que más me preocupa es que hay mercadería que no tengo y los proveedores están cerrados, son de afuera y al no haber transporte no tengo a nadie que me reabastezca”, precisó.
Farmacias al pie del cañón
El rubro de las farmacias es otro de los segmentos que no puede parar y sigue atendiendo a sus clientes sin descanso. Las farmacias de Amemt, para evitar la aglomeración de gente, han adoptado distintos criterios; ingreso de a una persona por vez, medición de temperatura y distancias prudentes en las filas.
Pero particularmente, en su caso la situación es diferente ya que están vinculados a un sector en el que tienen una concurrencia de muchos adultos mayores. Como medida adicional han dispuesto que todos aquellos que cuenten con las recetas en sus domicilios puedan llamar a la farmacia, desde donde se acercan para retirar las órdenes y acercar los remedios de manera gratuita, para limitar la salida de la población de riesgo.
Héroes sin capa
Los trabajadores de la salud, grandes héroes en este lío, cumplen sus jornadas a denuedo. No es extraño ver por estos días a diferentes profesionales y empleados acarreando aparatología por la calle y trabajando para ofrecer la mejor atención.
Si para muestra basta un botón, durante la recorrida este Diario se cruzó con dos trabajadores del área de cardiología que trasladaban un ecógrafo desde el Hospital Santamarina hacia los consultorios externos de Pellegrini y Paz, con el fin de descomprimir la afluencia de público en el nosocomio y asegurar las atenciones de urgencia en otro sector. Con una sonrisa, iban por la vía pública empujando el aparato, conscientes de cumplir con creces su trabajo.
Mucamas, cocineras, enfermeras, médicos, técnicos, bioquímicos, ambulancieros, camilleros, mantenimiento, personal administrativo, psicólogos, siguen adelante con sus rutinas, expuestos a toda clase riesgos pero tratando de honrar sus tareas en un momento tan complicado para todos.