Revelaron altos niveles de ansiedad, depresión y riesgo suicida en personas que tuvieron Covid-19
El estudio que realizó la UBA indicó que una de cada tres personas infectadas por coronavirus realiza tratamiento psicológico y el 67 por ciento considera necesitarlo. Luciano Grasso resaltó la importancia de que los recuperados y su entorno puedan percibir la permanencia de estos síntomas y recurrir a un profesional de ser necesario. Además, enfatizó la importancia de que el sistema de salud pueda ejercer un adecuado seguimiento psicológico a los pacientes.
Al comienzo de la pandemia de Covid-19 existió una fuerte preocupación por los riesgos neurológicos que pudieran presentar las personas infectadas. Luego, esta inquietud comenzó a extenderse a sus secuelas psiquiátricas y psicológicas.
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En este sentido, desde la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires llevaron adelante un estudio que reveló altos niveles de sintomatología ansiosa, depresiva y riesgo suicida en personas que han padecido la enfermedad.
El licenciado en Psicología, exdirector de Salud Mental y actual concejal, Luciano Grasso brindó los detalles de la investigación y advirtió que, si bien la ansiedad es una emoción “normal o esperable” frente a situaciones de peligro, en elevados niveles o tiempo prolongado puede precipitar el inicio de trastornos mentales.
Por esto, resaltó la importancia de que tanto el paciente como su círculo más cercano permanezcan atentos a la aparición de estos síntomas, así como la necesidad de que el sistema de salud realice el seguimiento pertinente también en este aspecto.
Qué develan los índices
En principio, el estudio se propuso conocer el estado psicológico de personas que han sido infectadas por el coronavirus, incluyendo la evaluación de la sintomatología ansiosa y depresiva, el riesgo suicida y las alteraciones en la memoria y en la atención. Asimismo, las conductas saludables y no saludables asociadas a estas variables.
Grasso explicó que, así como la pandemia en general y las restricciones en particular evidenciaron un incremento de trastornos mentales, emocionales y situaciones que requieren de atención, ahora también se demostró que personas que tuvieron Covid-19 tienen propensión a sufrir esas sintomatologías.
Entonces, como se conoció que pueden quedar por un tiempo secuelas como la pérdida de olfato, cansancio o decaimiento, ahora se sabe que también hay una serie de cuestiones psicológicas que pueden evidenciarse como consecuencia del coronavirus.
Si bien aclaró que muchas de estas sensaciones y sentimientos son respuestas “esperables o sanas” a estímulos traumáticos o de estrés, también señaló que hay situaciones en que esas emociones llegan a un tope elevado con riesgo de trastorno mental que requieren de atención profesional.
Los índices develaron que el 45 por ciento de la población comprendida por el estudio presentó sintomatología ansiosa, ya sea severa o moderada; mientras que el 56 por ciento dijo padecer depresión, entre leve, moderada y severa; y un 64 por ciento admitió fallas cognitivas generales, tanto en la memoria como de atención.
Asimismo, la información dice que una de cada tres personas infectadas por Covid-19 realiza tratamiento psicológico y el 67 por ciento de quienes no lo hacen, considera necesitarlo.
Los más propensos
Según refirió el concejal, titular de la Comisión de Salud del Concejo, el trabajo de los profesionales de la UBA también relacionó que las personas de sectores socioeconómicos bajos reportan mayores niveles de sintomatología ansiosa, depresiva y riesgo suicida, al igual que los que tienen menor nivel educativo.
Por el contrario, quienes han sido infectados por Covid-19 y realizan actividad física reportan menores niveles de la sintomatología vinculada a patologías mentales.
Por otro lado, pacientes con fiebre, falta de aire y necesidad de asistencia respiratoria, como el caso de los fumadores o consumidores de drogas legales o ilegales, alcanzan mayores niveles de sintomatología ansiosa y depresiva, mientras que los que estuvieron internados advirtieron mayores cambios negativos en su atención y memoria.
“La sintomatología se vive de manera diferente y cada persona puede tener una autopercepción para poder darse cuenta y así pedir ayuda”, sostuvo, y destacó que frente a estas señales es importante que tanto uno mismo como las personas cercanas estén atentos y a partir de allí, poder establecer estrategias.
Cautelosamente, Grasso precisó que “el último paso es llamar a un profesional”, ya que consideró que en primer lugar es importante autopercibir la enfermedad y consiguientemente entender que la mayoría de la población está pasando por la misma situación, asimismo comprender que presentar el virus no significa que se vaya a complicar. Es decir, tratar de sostener pensamientos positivos, buscar la forma de ocupar la mente y el cuerpo y combatir el aburrimiento.
Además, incentivó a que le puedan contar a sus seres queridos lo que está pasando y ahí sí, si esos sentimientos se intensifican, acudir a un profesional de confianza de la especialidad que sea que lo pueda acompañar, incluso recordó que se puede recurrir a la Guardia del Hospital.
La importancia de un seguimiento
Luciano Grasso hizo hincapié en lo importante de que se realice un seguimiento psicológico a quienes hayan padecido Covid-19, por lo tanto consideró que la publicación de este estudio en cierta manera es un llamado de atención a los sistemas de salud para que adopten con todos los pacientes esa práctica.
En este sentido, recordó que en Tandil siempre hubo acompañamiento desde Salud Mental, con el confinamiento del año pasado a través de una línea telefónica especial, y actualmente, con la atención a demanda espontánea para las entrevistas.
Además, señaló que desde los centros de Salud principalmente, hay un seguimiento general a las personas que padecieron la enfermedad a través de profesionales especializados que posibilitan ofrecer una mirada integral.