Cuando Cordonnier puso a Ayacucho en lo más alto
Hace cincuenta y cinco años, se imponía en la Vuelta de Cuyo. Un festejo inolvidable para la vecina ciudad.

Cincuenta y cinco años atrás, el “crédito” de Ayacucho, nacido en Balcarce, Oscar “Cacho” Cordonnier, ganaba la tercera vuelta de Cuyo, el segundo fin de semana de julio de 1965. Los campeonatos en la década del ’60, con alta población de eventos, le restaban protagonistas al desafío. El certamen en cuestión albergó 35 competencias.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEl Mini Gran Premio, con la organización de las tres entidades de automovilismo de las provincias de San Luis, Mendoza y San Juan, tenía lugar entre el 9 y 11 de julio de 1965, para celebrarse la tercera Vuelta de Cuyo, sobre una distancia de 1764,595 kilómetros.
La primera etapa se desarrollaba entre San Luis capital y Luján de Cuyo, en la provincia de Mendoza, sobre 856,087 kms, transitando por El Volcán, Saladillo, La Toma, Villa Mercedes, donde se producía la primera neutralización, luego La Portada, Buena Esperanza, Nueva Galia en territorio puntano, pasando a suelo mendocino, por Bowen, General Alvear, segunda neutralización, San Rafael, Pareditas y Tunuyán. Un trámite rápido, que se había iniciado a las 8 del viernes 9 de julio, por caminos sinuosos, con muchos lomos de burro, puentes angostos y un clima complejo, espesa niebla, luego lluvia promediando la carrera, viento, nieve, finalizando con sol, aunque muy frío.
“Maneco” Bordeu, Manzano, y nuevamente Bordeu hasta la deserción por una biela, lideraron en la primera parte. Luego Cordonnier, con un ritmo métodico y sereno, enhebraba el parcial. Desertaban Alzaga (radiador), Luis Di Palma (biela), Bordeu y Gimeno.
El tramo final mostraba al representante de la Escudería Hipólito Aguado de Ayacucho, decisivo en la punta, manejando con aplomo el duro desafío cuyano. “Cacho” Cordonnier, al cabo de la primera etapa, superaba con una ventaja considerable (más de 24 minutos) al transportista de Villa María, Mario Enrique Tarducci. Tercero, luego de solucionar varios problemas, fue José Manzano con Adolfo Marello, de General Alvear (Mendoza), a bordo del Chevrolet preparado por Pablo Macagno.
Domingo de gloria
Pocos soldados fueron de la partida en el segundo movimiento, que tenía lugar el domingo 11 de julio, después de la jornada de descanso y recuperación de las máquinas en Mendoza. Desde Luján de Cuyo, los autos partían rumbo a San Luis, pasando por lugares históricos, Potrerillos, Uspallata, Barreal, Calingasta, Iglesia, Jachal, San Juan donde cumplían con la neutralización, El Encón, San Isidro, San Jerónimo, arribando a la capital puntana a través de 908,508 kilómetros.
Luego de un tramo con faldeo por el Río Mendoza en la parte inicial, transitaron una zona pintoresca, caminos sinuosos y extenso recorrido de montaña. “Pepe” Manzano, conocedor de la región, marcaba diferencias, escoltado por el tucumano Nasif Estéfano, Galbato, “Liche” Tarducci y Cordonnier. La segunda parte tenía otros ingredientes, tierra suelta, variantes para negociar y piedras. Se detenía el puntero Manzano, y quien venía liderando la general por tiempo, Oscar Cordonnier, “paraba” para auxiliar a su rival. Galbato con Juan Aguera de copiloto, se hacía de la punta, pero “Caramelo” luego desertaba por rotura de un palier, y la etapa quedaba para el hombre de la Ciudad de Las Rosas, que continuó haciendo un trámite prolijo y ordenado para arribar primero a la meta, ganando todo lo que había en juego, las dos etapas y la clasificación general.
En el parcial, el de Ayacucho superaba al Volvo 1,8 de Nasif Estéfano. Tercero clasificaba Raúl Chabert y cuarto “Pipo” Maimone, de Mendoza.
En la general, Oscar Cordonnier con Felipe “Pipo” Cestona recorrían los 1.764 kms. en más de 13 horas a 120,140 Kms/h de promedio. Segundo era el “Califa” de Concepción de Tucumán, Nasif Moisés Estefano, terceros los marplatenses Raúl y César Chaber, y cuarto en festejado trabajo, José Maimone.
Un grupo de fierro acompañaba al ganador, en un año venturoso. Como siempre estaba su padre, el recordado José Cordonnier, ganador de las Mil Millas Argentinas del año 1947. Además, Enzo Contino, Roberto Munín, el “Gordo” Castro, “Pipo” Cestona y Walter Bruno.
El tercer tiempo de esa jornada tenía lugar en el Aeropuerto de San Luis, con la entrega de premios a los pilotos que habían arribado, la presencia de los tres gobernadores de las provincias de Cuyo, directivos de la organización y del Automóvil Club Argentino.
Cuyo nos hizo creer
Oscar Erit Cordonnier refleja en su libro “Simplemente mis recuerdos”, algunos historias y recuerdos de aquella cita en la región de Cuyo.
“Largamos con el número 5 y con mucha niebla, al poco andar encontramos a “Rolo” de Alzaga con el radiador y la suspensión rotas, luego a Luis Di Palma con el motor roto antes de General Alvear, donde neutralizamos media hora. Estaban los auxilios Enzo Contino y Bruno. En ese momento venía perdiendo aceite, así que cargamos nafta y alzamos una lata de 4 litros de aceite por las dudas. Cuando estábamos en la largada se arrimó Víctor García, otra gloria del automovilismo de los años ‘40 y nos avisó que Bordeu estaba detenido y abandonaba la carrera, nos deseó suerte y largamos hacia San Rafael, después a Luján de Cuyo donde ganamos y también teníamos el reconocimiento de primeros de ‘No ganadores’. Cuando llegaron mis auxilios desarmamos el cárter para ver el tema de la perdida de aceite y vimos la segunda tapa de la bancada rota. Papá (José) compró un block semi armado y reparamos el motor para lo que restaba de carrera”.
En el resumen de la parte final de la carrera Cordonnier cuenta: “Me alcanzó Carmelo Galbato, pero como le llevaba una hora de ventaja no me preocupé, es más, en la última etapa de San Juan hasta el autódromo de San Luis rompió un palier que cuando paré, me lo dio para que se lo acerque a su auxilio. Ellos repararon y siguieron. Nosotros pudimos ganar la etapa, la general y la categoría no ganadores. El premio en efectivo fue de $ 835.000 y recordaba que Bordeu por ganar el Gran Premio del ‘64 había cobrado $ 800.000, es decir fue una carrera bien recompensada.”
“La llegada a Ayacucho fue inolvidable, nos esperaban autos desde el Almacén Las Chilcas y cuando arribamos al paraje La Llegada había medio pueblo. Llegamos al taller cerca de la 1 y la gente se quedó con nosotros hasta cerca de las 3.30 de la mañana”.